**ALONDRA** Y así, con la mente llena de sueños y dudas, cerré los ojos, preparándome para lo que vendría. Dado que, en esta travesía en China, cada instante se convertiría en una ficción que merece ser relatada. Salí de la ducha como quien acaba de sobrevivir a una batalla épica contra el jet lag, el champú asiático y la presión de no parecer una turista deshidratada. El baño era tan tecnológico que por poco me duché con música clásica y luces de colores, como si estuviera en un spa futurista. Pero lo logré. Piel limpia, cabello en modo “domado”, y una misión clara: no bajar a cenar como si viniera de comprar aguacates en el mercado, con las mejillas todavía húmedas y el moño mal ajustado. Abrí la maleta. La miré. Ella me miró. Y ninguna de las dos tenía respuestas. Vestido n***o: d

