Nicolás caminaba por el pasillo del hospital con un café en la mano, con la cabeza llena de preocupaciones por la salud de su abuela. Fue entonces cuando algo llamó su atención: la puerta del baño de visitantes se abrió con un chirrido leve… y de allí salieron Camila e Isabella. No era solo el hecho de que estuvieran juntas. Era cómo salieron. Nerviosas. Despeinadas. Respirando agitadas. Las miradas entre ambas no dejaban espacio para dudas. Había pasado algo más que un simple lavado de rostro. Nico frunció el ceño. Se quedó inmóvil por un instante hasta que, procesando todo, caminó hacia ellas con pasos pesados y el corazón golpeándole en las sienes. —¿Qué hacían? —soltó, seco, directo. Isabella levantó la cabeza con sobresalto, Camila palideció al instante. —Nico… —murmuró ella. —N

