CAPÍTULO 12.-2

968 Words

Los minutos se sienten eternos. Cada vez que una enfermera pasa, me enderezo, alzo los ojos como una mendiga implorando limosna de esperanza. Pero ninguna se detiene. Ninguna decía su nombre. Gérard se sienta a un par de sillas de distancia. No habla. Solo mira su reloj cada tanto, como si estuviera calculando cuándo llegaría el infierno disfrazado de Franco Visconti. Mis dedos se crispan ante la idea y mi pierna izquierda rebota sin pausa. —¿Sabe si llevaba el cinturón puesto? —preguntó, sin girarme. Gérard parece pensarlo un segundo. —No tengo esa información aún. Suspiro. Como si eso importara ahora. Pero una hebilla metálica puede hacer la diferencia entre una vida y una muerte. Me levanto, camino por el pasillo, regreso. Me siento y me levanto otra vez. Estoy perdiendo los ner

Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD