Estaba sentada sin hacer nada, esperando a que llegara la niñera. Por fin sonó el timbre y me acerqué para abrirla. "Pasa, Carleen", le dije, y tomé asiento. "Marg tuvo que bajar por la calle e insistió en llevarse a esos pequeños horrores. No volverá hasta dentro de media hora, así que mejor relájate un rato". Entró trotando y se dejó caer en el sofá. Una chica guapa, Carleen, y siempre parecía estar sonriendo y riendo. Nada parecía deprimirla. La observé, más por aburrimiento que por otra cosa. Carleen había sido nuestra niñera preferida durante varios años, y siempre la había visto como aquella jovencita que conocí a los quince años. Al verla con nuevos ojos, empecé a hacer cálculos. Quince cuando la conocimos, y eso fue hace tres años o más. Eso la situaba en torno a los dieciocho.

