El canalla me guiñó un ojo y se inclinó sobre mí. Me tenía boca arriba, con las piernas casi rozándome las orejas, completamente abierta, incapaz de resistirme. Su polla estaba justo al lado de mi raja y me impactó ver que mis partes pudendas estaban sonrojadas e hinchadas, fruncidas, con los labios internos sobresaliendo, esperándolo. Se inclinó más cerca, extendiendo una mano hacia mí y separando mis labios, y entonces se apretó contra mí. Contra mí y dentro de mí. Pude ver su pene empezando a penetrarme. También lo sentí, y casi me estremecí de la sorpresa cuando empezó a empujar. Esa gran cabeza bulbosa se abrió paso entre mis labios y tuve la sensación de que una pelota de tenis habría sido más fácil de tomar. (No es que espere descubrirlo nunca). Con ese sobresalto, tuve que observ

