Me he quedado dormida mientras viajábamos, pero ahora estoy en una pequeña habitación que no reconozco, me levanto asustada cuando de pronto Dimitri abre la puerta y me mira con una pequeña sonrisa llevando en las manos una bandeja con comida. —Lo siento, señorita, no sabía a donde llevarla —se disculpa un poco apenado—, y cuando se quedó dormida decidí traerla a mi casa. Espero que no le moleste, no es nada lujosa como su casa, pero aquí podrá pasar la noche si gusta. —Perdón no debí quedarme dormida, es solo que ayer no dormí nada y gracias por tu amabilidad, tu casa parece bastante acogedora. Y es verdad, es linda y muy cálida, un lugar que puede reconfortar hasta el alma más miserable, que es así como me siento en este momento. —Su maleta está en esa esquina, si gusta puede darse

