Cuando Kath cerró la puerta de la ducha, lo hizo con nerviosismo, por un momento pensó que Michele iría por ella, abrió la llave de la regadera y esperó unos segundos, pero al no escuchar nada extraño en la habitación, procedió a iniciar su baño. Luego de ducharse, Kath envolvió su cuerpo mojado en una toalla, comenzó a secarse y soltando un gran suspiro regresó a la habitación, Michele ya no se encontraba en ella, pero la tela de seda con la que había amarrado sus manos estaba en el suelo. Kath soltó una pequeña risa, ella quería estar con él, su cuerpo desnudo era una maldita tentación, pero no quería que Michele se saliera con la suya, así que, sin indagar en su paradero, Kath se recostó en la cama y gracias a los orgasmos obtenidos, pudo cerrar de inmediato sus ojos. Michele no ingr

