— Los reyes cederán el trono a su hijo en seis meses, los próximos monarcas serán el príncipe Keith y su esposa la princesa Elarimil — anunciaba el portavoz de los reyes.
— Confiamos en que ellos guíen nuestro pueblo hacia un futuro radiante — exclamo la reina.
Los príncipes estaban sentados a un costado de los reyes, se estaba celebrando un enorme banquete en honor al joven matrimonio, los gobernantes de los demás reinos se encontraban reunidos en el festejo, aprovecharon la ocasión para dar el anuncio de la coronación de los nuevos reyes, había pasado dos meses después de la reconciliación de la joven pareja, aunque su esposo lo juro, Anne todavía rondaba al lobo, después del gran banquete, un baile se realizó, la princesa estaba con sus padres, sus hermanos también estaban presentes, pero ellos bailaban con algunas princesas y nobles del reino de los lobos.
— ¿Cómo te trata? — pregunto Milton a su hija.
— Me trata bien, nos llevamos bien — mintió un poco ella.
— El matrimonio es difícil al principio, pero veras que todo va a mejorar — su madre intentaba reconfortarla.
Elarimil no respondió de forma inmediata, solo sonrió, sus ojos estaban clavados en su esposo que se retiraba del baile, iba siguiendo a cierta pelirroja, apretó los puños, pero intento ser discreta, no quería preocupar a sus progenitores, aunque eso era prácticamente imposible, ellos la conocían perfectamente.
En uno de los pasillos del palacio, se encontraba el príncipe besando con desespero a la pelirroja que se encontraba entre sus brazos, ella jadeaba su nombre y lo incitaba a que la tocara aún más, no parecía importarle si los sorprendían en ese lugar.
— Te echaba tanto de menos, mi amor — decía Anne—, te necesitaba.
— Y yo a ti — respondió el príncipe besando su cuello.
El momento apasionante no duro mucho, fueron sorprendidos por la mismísima esposa de Keith, ambos voltearon a verla, los ojos de Keith reflejaron terror, sin embargo, la princesa no mostraba emoción alguna, el lobo aparto a Anne para ir con su esposa de inmediato, pero ella se dio vuelta para marcharse.
— Elarimil espera — avanzo, pero Anne lo detuvo.
— No te vayas, no la quieres a ella — expreso la mujer—, quédate conmigo, es a mi a quien amas, no deberías estar con ella, no es justo — dijo al borde del llanto.
— Ahora no — se zafo del agarre de la pelirroja y fue tras su esposa.
La princesa volvió al baile, estaba herida, su orgullo estaba herido, le había creído, durante dos meses las cosas habían ido bien, estaban trabajando en su matrimonio, viajaban juntos al pueblo, lo comprometió en sus asuntos, pensaba que todo estaba marchando de maravilla, dormían juntos, pasaban noches apasionantes, querían tener un hijo, pero todo era una vil mentira, su esposo seguía viéndola, la engaño y le vio la cara de idiota.
Cuando entro al salón la abordaron los reyes de los bosques de elfos, ella sonrió tomando la mano del rey, que la condujo a un grupo de elfos, la presento como la flor mas preciada de los cuatro reinos, sonrió de forma amable por compromiso, pero uno de los elfos la observo con mas interés, incluso se atrevió a besar la mano de la princesa.
— Un placer conocerla, su majestad — el elfo se inclinó para luego sonreír con galantería—, soy Kilyan Avari, jefe de las tropas élficas— la princesa se mostró claramente interesada.
— He escuchado de usted, lo imaginaba con una apariencia más…
— ¿Vieja? — pregunto el rubio con diversión— me lo dicen a menudo.
— Oh no, no quise decir eso — expreso ella con pena—, discúlpeme.
— No se preocupe, princesa — finalmente el elfo soltó su mano cuando la música comenzó a sonar— ¿Me permitiría esta pieza?
Ella lo pensó, el hombre era muy apuesto, de cabello largo y rubio, común en los elfos, unos ojos verdes preciosos, labios finos y nariz estilizada, tenía una complexión fuerte, a pesar de las ropas que usaba, era notorio, vestía un traje de tonos dorados con blancos, muy apropiado para la ocasión, su cabeza estaba decorada con una corona élfica plateada que solo poseía una esmeralda al frente, eso solía indicar que pertenecía a la familia real, pero por el tamaño de la joya que la adornaba no era alguien en la línea de sucesión, todo esto lo observo y luego noto que su esposo iba precipitadamente hasta ella, así que tomo la mano del elfo, le sonrió de forma coqueta.
— Por supuesto — respondió yendo con él a bailar.
Keith se quedo congelado al ver esa expresión coqueta en su mujer, nunca, en sus meses de matrimonio la había visto realizar un gesto así, ni siquiera para él, estaba furioso, quería sacarla de esa pista lo mas pronto posible, pero tenia que guardar las apariencias ante todo y mas cuando su suegro se acerco a él, Milton Morgoth era muy imponente, esos ojos rojos que poseía eran muy tenebrosos, los lobos le temían y Keith no era la excepción.
— Señor — el lobo agacho la cabeza.
— Puedo darme cuenta de tu ira a kilómetros — comento el vampiro— ¿Mi hija te sorprendió con tu amante? — Keith lo observo con terror.
— Y…yo…
— Tus padres deben estar muy decepcionados— continuo el mayor—, créeme que si por mi fuera, en este momento me llevaría a mi hija de vuelta a su hogar.
— Señor yo…estoy mejorando — volvió a agachar la cabeza.
— No pareciera, hueles a otra mujer ¿Crees que mi hija no se da cuenta? — observaba a su amada hija bailar con el elfo—, Kilyan Avari, era un gran prospecto para ella, no es heredero a la corona, pero es un guerrero inigualable — el lobo apretó los puños al escuchar a su suegro decir eso—, incluso Noah Avari, teníamos tantos en mente, menos tú.
— Yo soy el mejor para Elarimil — respondió apretando casi los dientes.
— Demuéstralo — el vampiro lo observo con amenaza—, si me entero de que la lastimas de nuevo, me la llevare, romperé la alianza y la maldita paz.
El príncipe se quedo aterrado ante las palabras de su suegro, no estaba bromeando, hasta los tratados de paz se veían afectados y todo por su culpa, observo a Anne de lejos, ella lo llamaba de forma discreta, luego volteo a ver a su esposa que bailaba muy feliz con el elfo, sus manos temblaban de la impotencia, no podía creer que todo esto estaba sucediendo derivado de una infidelidad, entendía ahora que sus acciones llevaban consigo unas terribles consecuencias y si sus padres se enteraban de la amenaza del vampiro, lo matarían, los lobos podían seguir siendo los alfas y los dominantes, pero los vampiros se habían convertido en seres mas poderos, si se desataba una guerra, corrían el riesgo de perderla.
Cuando termino la música, casi corrió con su esposa, la tomo del brazo sin ser brusco, miro al elfo de forma agresiva, algunos presenten notaron la expresión del príncipe, pero lo tomaron como una reacción normal en un hombre posesivo con su esposa.
— Cariño, estuve buscándote— dijo de forma dulce a su esposa—, ya es tarde, los invitados deben descansar.
— Estoy divirtiéndome — respondió Elarimil.
— No se preocupe, príncipe, su majestad la princesa, esta en buenas manos — contesto el elfo aumentando el enojo del lobo.
— Insisto, necesito a mi esposa a mi lado — no quito los ojos de encima del elfo—, debemos descansar, mañana seguirán los festejos y nosotros tenemos asuntos previos en el pueblo.
— Es verdad, mañana tenemos que ir a inaugurar la escuela nueva del pueblo — exclamo sonriente la chica.
— Espero no lo tome como atrevimiento, princesa, pero me encantaría ver su trabajo — Kilyan solo se dirigía a la princesa, como si su esposo no estuviera presente.
— ¡Me encantaría! Su compañía es sumamente agradable — Elarimil sonreía con entusiasmo.
— Ela, vamos.
El lobo apenas pudo ocultar su furia, saco del baile a su esposa, estaba terminando y muchos se retiraban a las villas donde los alojaban, solo los reyes de los cuatro reinos se quedaban en el palacio principal, eso alivio a Keith, ese elfo entrometido no estaría cerca de su esposa.
Una vez en la alcoba, prácticamente la lanzo a la cama, se fue encima suyo, pero sorpresivamente, ella no cedió, incluso peleaba con su esposo que no parecía querer quitarse de encima, finalmente la princesa araño sus mejillas logrando que se quitara.
— ¡Aléjate de mí! — grito ella poniéndose de pie—, no te atrevas a tocarme, me das asco.
— ¡Me equivoque, Ela! — grito él de vuelta.
— ¡No! ¡estoy cansada de escuchar eso! — finalmente rompió en llanto—, lo hiciste a propósito, cualquiera pudo verlos ahí, eres un sínico, un sinvergüenza.
— La mandare lejos, te lo juro — trato de acercarse, pero ella lo aparto—, la sacare de aquí.
— Quiero el divorcio — soltó de golpe—, no puedo más, quiero divorciarme.
— No…no me hagas esto.
— Tú lo hiciste, tú eres el culpable.
Otra vez se acercó, pero Elarimil se apartó y salió corriendo de la habitación, huyo de su esposo, pudo esconderse en una oficina que encontró en el camino, su sorpresa fue que cuando volteo noto a su suegra ahí, la asusto tanto que casi tiro un jarrón.
— Debe ser una noche difícil — dijo la reina Quinn ofreciéndole un asiento—, ven conmigo, cielo, puedes llorar aquí— la princesa rompió en llanto yendo con ella.
— Lo siento, de verdad lo intente, pero no puedo más, les quiero muchísimo a usted y al rey Niel— decía entre su llanto—, quiero el divorcio, su majestad, quiero irme a casa.
— Mi hijo es tonto, no pretendo defenderlo, pero Elarimil, este pueblo te ama, te necesitan, no puedes abandonarlos — la reina la abrazo maternalmente—, no lo hagas por él, no abandones a tu pueblo.
— Quiero que ella se vaya, me quedare si me prometen que ella se ira de aquí — respondió el abrazo y no paro de llorar.
— Tenlo por hecho, cielo.
La reina tenia un aprecio genuino por su nuera, era una chica adorable, todos la amaban, su pueblo la adoraba como a una diosa, gracias a sus acciones, el reino de los lobos era de nuevo un lugar lleno de prosperidad, de pobladores felices, si se iba todo se vendría abajo, no podía permitirlo, tendría que hacer entrar a su hijo en razón, no podían decirles a los jóvenes sobre la maldición o agravaría el problema, pero, haría lo posible por reconciliarlos.
La noche fue larga, la princesa durmió sola, Quinn la llevo a una habitación donde su hijo no la molestara, en el camino de regreso lo encontró tirado en el suelo, sentado jadeando, se notaba que había corrido por todos lados buscando a la princesa, se temía lo peor, que hubiera ido a delatarlo con sus padres, Keith estaba temeroso de la amenaza de su suegro, cuando miro a su madre, creyó encontrar consuelo, pero no fue así, fue el mismo escenario que con su padre, las mismas palabras, derrotado, se fue a dormir.
Keith se despertó antes del amanecer, espero en la entrada principal a su esposa, estuvo ahí por horas, había visto un carruaje salir antes, Anne fue desterrada por la madrugada, fue enviada a las fronteras con su familia, el príncipe no se despidió de ella, no quiso verla, solo le dijeron que cuando se marchaba, la pelirroja lloraba desconsolada, él se mantuvo serio, firme en su decisión, estaba actuando como un rey lo haría, por el bien de su reino y sobre todo por el bien de su esposa.
— Viajare aparte — fue lo primero que Elarimil al salir y notarlo.
— Se fue, te dije que lo haría — respondió.
— Mi caballo — la dama monto un caballo, no usaba un vestido esa mañana, iba con ropa de cacería, pantalones y el cabello atado.
— Elarimil, por favor —Keith se acercó a ella —, lo hice por ti, por nosotros, queríamos un futuro, todavía podemos cumplirlo, no quiero tomar una corona si no estas a mi lado.
— He desistido, no por ti — volteo a verlo—, lo hice por mi pueblo, ellos no me mienten.
Se fue cabalgando, Keith se transformo en el imponente lobo de pelaje oscuro para ir detrás de su mujer, no se aparto de ella en ningún momento, le preocupaba que cayera del caballo o escapara de él.
No iba a dejarla escapar.