Bastante desorientado se encontraba Daniels al despertar en lo que parecía un (sótano) tenía mucha similitud con el de Demian, bueno no era de extrañar aquello era típico de un mafioso. En cuanto logro animar a su cuerpo en moverse se fijó que lo tenían atado a una silla. Bueno, definitivamente las comodidades se habían terminado. Pensó que quizás hubiese sido buena idea seducir a la psicópata para sacar provecho de aquella situación, porque atado no lograría más que le metieran una bala en la cabeza. Observó todo a su alrededor, detallando cada cosa para ver si daba con un indicio de quién pudiera ser el maldito que los acosaba. Pero nada… en la celda no había nada. Al parecer no era un tío que le gustase torturar, quizás solo le tiraba los cuerpos vivos a sus perros y ya. La vida del ru

