—¿Qué quieres? Pregunta el rubio. —¡A ti! Sonríe. —No estoy interesado. —Lo estarás, en cuando el Chef sepa que estás bajo mi poder querrás estar a mi merced. El rubio se tensó, entonces trabajaba con el maldito del Chef. ¿Pero porque lo querían a él? ¿Qué pasaba con Aurora? —No tengo nada que te interese. Indica el rubio. —Al contrario, tienes todo lo que me encanta. Mahia se sube en la cama y se acomoda a horcajadas sobre Daniels. Pero este no se mueve, tampoco podría, mucho era el dolor que palpitaba en su costilla lo estaba martirizando. —Eres encantador rubio, ya muero por probarte. —Lamento decepcionarte, pero no eres mi tipo de mujer. —¿Y quién lo es?¿ La castaña de tu mujer? O, ¿La hermosa pelirroja pecosa que asesine? Aquella mujer de ojos plateados sonríe con malicia,

