—Bien, llegamos. He comprado una silla para trasladarte hasta dentro, no quiero que te fuerces.
—¿Acaso te interesa sinceramente nuestro bienestar?
—No digas sandeces, ¡eres tan molesta! Respondió irritado bajándose del coche.
Ella no dijo nada, no podía culparla era muy extraño que se preocupara por su salud. El era un hombre frívolo, carente de sentimientos, que mostraba sentimientos por una mujer y un bebé. No era algo tan fácil de asimilar.
Llegó con la silla y ella subió en ésta, no le gustaba la idea de ser una inútil pero por el bien de su bebé aceptaría cualquier cosa con tal de que naciera perfecto. Demian la llevo a dentro, en cuanto cruzó la puerta ella observó el interior solo habían transcurrido un par de días que no estuvo en esa casa y sintió como si hubiera estado fuera
