CAPÍTULO 01- DESAYUNO FRÍO

1167 Words
Voy a visitar a Eric la próxima semana. Noto como mi padre se tensa y mi madre se pone pálida, yo por el contrario muerdo mi tostada revisando si no me manche la remera con mermelada. Hay un silencio incomodo, no me gusta que esto pase, decido romperlo. -¿Esa será su reacción cada vez que les diga que quiero visitar a mi hermano?- levanto una ceja y espero su reacción, pero solo papá parece querer responder. Suspiro frustrada, siempre lo mismo. Algún día aceptaran que Alex está lejos de casa. -¿Segura que quieres ir a visitarlo cariño?- me da una mirada como suplicando que deje el tema de lado, pero me rehúso a hacer eso, frunzo en ceño, el suspira- está bien Sam, ve a verlo. Asiento con la cabeza mientras sonrío, papá y yo siempre fuimos muy unidos. no es como si nuestros padres tengan un favorito, pero Eric siempre fue más apegado a mamá, mientras que yo lo soy con papá. -Yo no estoy de acuerdo con que visites a tu hermano, además estas por empezar tu último año, tienes que concentrarte en tus obligaciones, si quieres entrar en una universidad y... Oliver no me mires así. No puedo evitar soltar una carcajada. Ella pone sus brazos en jarra indignada mientras que él la mira serio con los brazos cruzados. A pesar de que no vemos a Eric desde hace dos años, mis padre y yo seguimos siendo unidos, sé que por dentro tanto ellos como yo seguimos con pedazos rotos esperando ser armados de vuelta, pero también sé que es muy poco probable que eso ocurra, después de todo, cuando alguien que amas se va, siempre dejará un vacío en uno, son los daños colaterales del amor, la perdida de una parte de ti, o al menos eso es lo que yo creo. Mamá me mira con la boca abierta y eso solo me causa más risa, grita mi nombre indignada y ahora tanto papá como yo nos estamos riendo. -Samantha Ame.. -Está bien me callo me callo pero, por todo lo santo, no digas eso- ella entorna una ceja y me mira confundida- mi segundo nombre, no lo digas, por favor. -¿Qué tiene de malo tu segundo nombre? Lo escogí yo- ahora el hombre frente a mi es el indignado, mamá suelta una carcajada. -Lo odio. -No digas esas cosas Sam. Es un nombre hermoso- parece ofendido por mi desprecio a mi segundo nombre, no es feo, pero no me gusta para mí, simple y claro de entender, menos para el claro. -Nicole es un nombre hermoso, imagínate, Samantha Nicole Lougdty- miro al techo mientras pronuncio mi nombre soñado haciendo gestos con las manos. -Esto es tu culpa Anabel- vuelvo a mi realidad y papá mira indignado a mi madre, que poco dura la paz. -¿¡Se puede saber que he hecho ahora?! - cruza los brazos y yo me preparo para huir. -Sueña con llamarse Nicole desde que le dijiste que tu querías ponerle ese nombre. -Y ojala lo hubiera hecho...- pienso para mí, siento que se silencian, levanto la vista de mi tazón de cereales y ambos me observan- ¿Qué pasa? Ambos pestañean, se miran entre si y lo que dicen me da ganas de querer morir. -Te dije que debíamos ponerle Nicole. Oh no, dije eso en voz alta, j***r. Me aclaro la garganta mientras me levanto sosteniendo mi tazón vacío con una mano y el celular en la otra. -Maravillosa charla, fantásticas anécdotas y una increíble no discusión, pero es sábado así que ya saben, se me hace tarde- sin dejarlos hablar me apresuro a subir las escaleras para ir a mi habitación, mi celular vibra, es un mensaje de Cris. Tienes media hora para llegar o empezamos sin ti, y más vale que tus excusas sean dignas de mi perdón, o por lo menos de mi entendimiento. -tu siempre tan dulce mi bella amiga- pienso mientras agarro mi bolso para poner mi ropa para el circuito. Me pongo unos pantalones de algodón negros, una remera de algodón gris, mi buzo azul por el aire en la moto y mis Converse negras, si algo me caracteriza son las zapatillas, la femineidad no es lo mío, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que me puse un vestido. Meto las cosas que necesito en mi bolso y me dispongo a bajar, cojo mis llaves y mi casco, mis padres siguen en la cocina, les doy un beso rápido de despedida y salgo de mi casa con mi madre gritando. -¡Avísame cuando llegues!- le contesto un "si" y cierro la puerta mientras me acerco al garaje para buscar mi moto. Es hermosa, una honda tornado 250 color n***o, mi primera moto, mi regalo de 15 años, antes, cuando recién aprendíamos usábamos unas más pequeñas que un amigo de papá le prestaba para que practicáramos, años más tarde, crecimos y nuestros padres decidieron que ya era hora de tener nuestras propias motocicletas. La enciendo y la empujo hacia afuera, bajo la pata para que se sostenga y me voy a cerrar la puerta del garaje. Me paralizo cuando siento el ruido de un motor cerca de mí, me doy vuelta y casi me quedo boquiabierta cuando veo a Jack estacionado frente a mi casa, cierro rápido y me acerco. Antes de que pueda hablar el me interrumpe, estoy parada sobre la vereda, él no se bajó de su moto- la de Eric, bueno, la suya-pero si se sacó el casco. -No sabía que vivías por aquí- me dice clavando sus ojos grises en mí. -¿Qué haces aquí?- me cruzo de brazos. -Vivo a unas cinco casas- me dice con un tono serio que me desespera. -Eso no es posible- digo enfadada al ver que sonríe. -¿Por qué no sería posible?- intento no inquietarme cuando ladea su cabeza mirándome con curiosidad. -No es posible porque ahí vive la señora...-idiota. Sam idiota. Solo puedo cerrar mis ojos con fuerza. ¿Cómo no me di cuenta antes? -La señora...- me alienta a decirlo, suspiro y lo digo. -La señora Jones. -Así es, mi abuela- sonríe como un niño pequeño, ¿Cómo puede verse tan tierno? -No me di cuenta... -¿Puedo preguntarte algo Sam? -Ya lo estás haciendo -¿Alguna vez pensaste que el mundo era muy pequeño? -susurra, no entiendo porque lo hace, hasta que, me doy cuenta que su rostro está muy cerca del mío. Siento un calor subiendo por mis mejillas, el sigue sentado sobre su moto, la que se acercó fuí yo. Eres una idiota Sam. Lo eres y a lo grande. -Justo ahora siento que es demasiado pequeño- es todo lo que le digo antes de alejarme de él y caminar hacia mi moto, no sé qué es lo que me pone nerviosa de él, pero tengo que alejarme, la curiosidad mató al gato, no quiero que me mate a mí también.
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