Ruleta carmesí

1834 Words
Pov Vladimir El miedo reflejado en sus ojos me aliviana la saliva. Siento como por sus venas la sangre le recorre con más rapidez, con más heladez. Su mirada me detalla al mismo tiempo que traga grueso y no puedo evitar esbozar una sonrisa ladeada, una sonrisa que muestra la maldad que me cargo y lo mucho que estoy disfrutando esto; tenerla tan temerosa, tan nerviosa aunque lo sabe disimular muy bien. La veo echar sus hombros hacia atrás y endurecer sus delicadas facciones. Las manos que reposaban en la mesa de manera relajada se han cerrado en pequeños puños que me indican la rabia que recorre su menudo y apetecible cuerpo. —No se porque has soñado eso, pero… No soy un trozo de carne, ni una joya, ni mucho menos un objeto sin valor al que reclamas como tuyo porque te dé la regalada gana —Escupe y la sonrisa se me vuelve más y más perversa. Siento como los ojos se me tornan oscuros y como el corazón me late más y más lento. La detallo de nuevo; sus cabellos dorados como el sol y esos malditos ojos hechiceros son la perdición de cualquier mortal. Me pongo de pie y camino al mini bar donde tomo la botella de Vodka para echar el líquido en uno de los vasos de cristal. Arabella me detalla, igual de perturbada como hace unos segundos. Sin embargo, dejo que ese sentimiento crezca dentro de ella, que la desespere tanto como yo me desesperé por tenerla, por olerla, por verla todos estos años. —Controlo el ochenta por ciento de Moscú, no hay nada que no pase aquí, y en toda Rusia que no me notifiquen, que no sepa y autorice, ¿y me vas a decir que no puedo decidir si eres de mi propiedad o no? —Le pregunto ingiriendo el líquido que enseguida me quema la garganta. La veo ponerse de pie y caminar hasta mí; sus ojos fijos en los míos siendo una de las pocas personas vivas capaces de levantarme la mirada. —Eso es ilegal, Vladimir, no puedes hacer…—Sus palabras quedan a medias cuando una carcajada sin nada de gracia sale de mi labios. —Claro que es ilegal Milaya, pero aquí en Rusia, Vladimir Novikov hace de lo ilegal legal, porque… soy el puto león de Rusia —Le dejo saber y sus ojos se vuelven punzantes, llenos de rabia, de odio. —Mi padre puede estar buscándome y estoy segura que me va a encontrar y tendrás problemas, es el мэр, (alcalde), de Moscú y… —Tu padre es mi pequeño pajarito Arabella, y tú… su moneda de cambio —Le dejo saber y sus ojos se cristalizan. —¿Qué quieres decir con eso? —Pregunta con confusión y con un temblor que me llena y me complace. «Me encanta verla así, sintiendo miedo, porque si algo debe sentir Arabella es miedo; miedo del hombre que solo piensa en una cosa; corromperla» —Algún día lo sabrás, ¡Nina! —Llamo al ama de llaves sin dejar de mirar a la pequeña mujer enfrente de mí. Sus manos siguen empuñadas y su rostro está tan rojo que pareciera que fuera a explotar—, lleva de nuevo a Arabella a su habitación —demando. —Conozco el maldito camino, Vladimir, puedo irme sola —Escupe dándose la vuelta y yéndose por dónde vino. Sonrío con incredulidad sin poder creer la actitud de esta mujer. ¿Acaso no se da cuenta de quién soy? ¿Acaso no se da cuenta de que está en la casa de un asesino y que no pienso dejarla ir nunca? … —¿Qué mierda estás haciendo Vladimir? Secuestrar a esa muchacha y traerla aquí como si fuese una prisionera, ¿te volviste loco? A no, ahora recuerdo que fue lo que pasó contigo, te me caíste en el baño de cabeza y botaste las malditas neuronas por la nariz —Escupe Terzo azotando la puerta de mi despacho. Medio lo miro para volver a dirigir mi vista al móvil que tengo en la mano; uno de mis barcos fue intervenido y toda la droga que ahí tenía fue destruida por alguien que no tienen ni idea de con quién mierda se metió. —¿Me estás oyendo pedazo de mierda? ¿Desde cuándo te convertiste en secuestrador de mujeres? —Lo veo apoyar las manos en mi escritorio y enseguida frunzo el ceño. Los dos metros que se carga más los cabellos amarillos con algunas hebras platinadas me gritan como me veré a su edad. Aunque espero no ser tan necio y fastidioso y mucho menos usar los malditos botox que mandó a esparcir por su cara. —Son mis asuntos, no te metas… —¡Si me meto! ¡Soy tu maldito padre carajo y merezco respeto! —Sigue. Lo dejo con la palabra en la boca tomando mi chaqueta de cuero y saliendo del despacho apresurado. El anciano de melena larga sigue lanzando veneno mientras yo salgo de la habitación, no sin antes darle la orden a los sicarios que cuiden de la mujer de cabellos dorados. Cuando llego al parking, ya uno de mis autos está abierto para mí. Me deslizo por el asiento después de pasarme la mano por el cabello y le indico al chófer que conduzca a Ruletas Carmesí, uno de mis casinos más grandes y dónde tengo ni mayor lavado de dinero. Minutos después, me bajo abriendo los botones de mi chaqueta después de que uno de mis escoltas me abran la puerta. El frío helado de la noche pega de mi rostro a medida que avanzo y pequeñas virutas de nieve se adhieren a mi ropa con cada paso. Carmesí salta a mi vista, encandilandome con su letrero brillante en letras plateadas con rojas que te invitan a pecar. Avanzo encontrándome con las alfombras rojas del lugar y notando como los empleados comienzan a moverse con más rigidez. Medio miro por el rabillo del ojo a las víctimas sentadas apostando y no puedo evitar esbozar una sonrisa llena de maldad: muchos no saben que están firmando sentencias, sentencias de muerte que no pienso perdonar, porque me encanta hacerles creer que tienen el poder para después mostrarle que el único con poder hasta de sus miserables vidas es Vladimir Novikov. Suspiro, dejándome envolver por el sonido vibrante de las máquinas tragamonedas y el murmullo bajo de los jugadores. La luz de los candelabros que adornan la sala dándole majestuosidad se entrelazan con la luz de las mesas que son acompañadas con sillas de piel acolchadas. El tik tak del enorme reloj de madera que marca la siguiente ronda, me pone a seguir de largo y subir las escaleras de mármol que me llevan a la zona vip. —Novedades —Pregunto entrando a mi despacho. Renato está junto a Amarí,(el líder de los sicarios). Revisando papeles que me dan jaqueca. Saco del bolsillo de mi chaqueta un habano que enseguida llevo a mis labios y tras calar de él me quedo observando a los dos hombres de mi entera confianza. El primero, porque me demostró su lealtad y el segundo porque es un maldito sin piedad. Amarí es la mezcla entre dos razas completamente diferentes; la rusa y la africana. Su maldito padre era un mafioso ruso que se enamoró de una sirvienta africana y de esa unión nació Amarí; dos metros de alto, cuerpo grande y formado por pesas y ejercicios fuertes y unos ojos verdes que no combina para nada con su piel muy oscura y sus cabellos rizado que se entrelazan entre crinejas que pegan de su cráneo dándole más maldad de la que se carga. Sin embargo, nada es más oscuro que su alma y por eso muchos le dicen, “la sombra” está donde tiene que estar, cuando tiene que estar y como tiene que estar. —Capturamos a dos con vida de los que intervinieron los barcos —Avisa Amarí con semblante serio. Recibo el vaso con Vodka que me entrega una de las putas que sirven en la zona vip y llevo el líquido a mi boca mientras pienso con cuidado lo que haré. —Encárgate de torturarlos hasta que te digan quién los envió —Le dejo saber a Renato y este asiente con la cabeza. —Por otro lado, Maxim Volkov está dando dos millones de dólares a quien encuentre a la prometida con vida —avisa Amarí acomodando la solapas de su camisa inmaculada. —Hazle saber quién fue que se la llevó. —Demando sin apartar la vista del vaso de cristal que tengo en la mano. —¿Una guerra por una niña a la que le llevas más de diez años Pakhan? ¿Lo vale? ¿Tan enamorado estás? —Me pregunta y lo aniquilo con la mirada logrando que ruede los ojos. —¿Enamorado? Cuida tus palabras Amarí que esa, no está en mi diccionario —Escupo con desdén—, digamos más bien que estoy… encantando y los encantos se acaban después que se obtenga lo que se quiere —Respondo de manera apacible. Los ojos azules como el mismo hielo de Arabella vienen a mi mente, junto con esas pequeñas curvas tan sutiles, tan suaves y tan provocativas. La polla enseguida se me engruesa, deseando probar cada parte de ella, deseando besar esos labios rosados y carnosos y deseando marcar su cuerpo. —Cómo digas ruso —Suelta Amarí tomando una de sus armas y guardandola en su cintura.. Lo veo acercarse hasta la mesa y tomar el vodka que sirve en uno de los vasos de cristal para luego ingerirlo con calma, con tanta lentitud que me desespera. —¡Largo de aquí! —Le digo desesperado y él sonrie de lado en respuesta. El sonido de sus pasos yéndose es lo último que escucho para luego disfrutar del silencio que me brinda el habano y el Vodka, hasta que… —Se los años que llevas detrás de Arabella, y a mí si no me engañas león, ella… es más que un capricho, es una tentación —Suelta Renato moviéndose con cautela por el despacho. Sonrío con amplitud, porque hay cosas que solo mi Vory sabe y no es porque se lo haya dicho, el muy sagaz tiene ese otro sentido de intuir las cosas. —Это может быть, (puede ser) —Respondo con lentitud—, mientras lo descubro jugaré con ella un rato, a fin de cuentas dónde estaba antes no estaba ni cerca de estar mejor. Estaba llena de hienas —Susurro recordando lo que descubrí y que más adelante usaré a mi favor. Me suelto el moño que se desbarató con la brisa al entrar y lo vuelvo a amarrar para intentar salir, pero… la puerta de madera abriéndose me pone en alerta. Es Amari… —Acaban de avisar que Arabella escapó de la mansión —Suelta paralizadome enseguida.
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