Cuarta parte.

759 Words
Sentía que se estaba aprovechando de ella, pero no le importaba. Fue ella quien le pidió ir a su departamento, por eso, tomó el vestido de la rubia cuando ambos estaban en la habitación y lo rompió en dos pedazos, revelando que la muy traviesa no llevaba sujetador. Sus pechos, redondos, medianos, y perfectos para su cuerpo, saltaron mientras sus duros pezones rosas se erguían apuntándolo. En una clara invitación para que se adueñara de ellos con su boca. La rubia lo miró urgente para que la tocara. Sabía que había hecho mal en traer al castaño a su departamento, de seguro Charlie se enfadaría, pero eso no importaba ahora. Lo único que importaba era que ella iba a olvidar por un rato al cretino de Alem. Porque ni siquiera el maldito alcohol había hecho olvidarlo, al contrario, hizo recordarlo más. Eso la enojaba. Eso la enardecía. Pero también la excitaba. Todo era una mezcla contradictoria de sentimientos que le daba coraje. Tomó con rudeza el rostro del atractivo castaño y se pegó como sanguijuela a su boca. El castaño, el cual no le había dicho su nombre, aunque poco importaba, le siguió el beso hambriento, saboreando toda su boca, sintiendo el sabor alcohol de la rubia. Ya su erección comenzaba a crecer, el alcohol en su sistema lo ayudó a excitarse rápido. Posó sus manos en el hombro de Allyson y la empujó hacia la cama cubierta de sábanas rojas. Ally calló desparramada en la cama de suave sábanas de seda. Haciendo que sus preciosos senos rebotaran enardecidos. Su cabello dorado, con unos cuantos mechones un poco más oscuros, cayeron esparcidos por toda la cama. El sensual italiano se quitó la camisa azul marina de su cuerpo, se despojó de su corbata negra, y bajó sus pantalones finos hasta el suelo, luego casi saltó para quitarse los zapatos y las medias. La desesperación por estar en el interior de la rubia lo tenía abrumado. Quería abrir sus piernas y hacerla suya. Desde que entró al club pudo sentir la electricidad que emanaba la chica, e inconscientemente sus pasos se dirigieron a la barra, encontrándola allí. Vio como ella, muy furiosa se acababa una gran botella de Vodka, y procedía a ordenar otra. Pudo sentir como un cosquilleo se adueñaba de su pene cuando vio la fulminante mirada que le dirigió al pobre pelinegro detrás de la barra. Alzó las cejas con impresión cuando abrió su apetecible boca y le escupió un sermón al Barman. En definitiva, era un ángel, pero un ángel que escupía fuego cuando se encontraba furiosa. Casi quiso reír cuando vio como el chico salía despavorido buscar otra botella. Luego vio como el chico apareció, le entregó la botella a la chica, para después acercarse a él y servirle Brandi sin pedirlo. Después de todo, era lo que tomaba cuando iba al club. Sus gestos de molestia, los cuales escondían muy en el fondo, una inmensa tristeza, lo llamó a tomar asiento a su lado. Podía jurar que las lágrimas quemaban en sus ojos, ansiosas por salir, pero sabía que era tan orgullosa y tan dura, que las retenía. Saludó a la rubia recibiendo una mirada de su parte. Esa mirada... Qué le hizo saber cuanto ella deseaba olvidar lo que sea que tenía en su cabeza, y sabía que él sería el motivo suficiente, para sacar de su cabeza ese recuerdo, pensamiento o suceso que la entristecía y la abrumaba. Sonrío internamente cuando ella ya tenía en su poder la botella. Vio como volcó una gran cantidad de alcohol al vaso que había en la barra, haciendo que se derramara un poco, pero poco importó; observó divertido cuando tomó todo el contenido del vaso de un solo trago. Así que le sugirió que fuera más lento, pero ella lo ignoró. En vez de molestarse, más bien la diversión aumentó. Ya estaba ideando un plan para llevarla a su departamento, follarla, luego pagarle un taxi y despedirse de ella, para luego no volverla a ver. Pero sus planes se fueron a la mierda al ver como ella se ponía de pie tambaleante, dejaba un billete en la barra, sin ni siquiera esperar el cambio, y le preguntó si quería ir a su departamento. La pregunta lo pilló de sorpresa y se atragantó con el Brandi que estaba tomando, y asintió todavía anonadado. Al parecer quien iba a ser utilizado era él y no ella. Pero ya eso no tenía importancia. Iría a su departamento, la follaría unas cuantas veces, y luego se iría al amanecer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD