NUESTRO MATRIMONIO, UN INFIERNO NARRA SKYLAR GREY La muñeca me duele exagerado, pero ni eso es más intenso que la rabia que me carcome los sentidos en ese instante. Furiosa... No. Histérica, me levanto del suelo y camino hasta el guardarropa. Abro las puertas y comienzo a sacar todas las bolsas de las compras que hice el día anterior. También cojo la ropa que usé en la cena y me quito la que tengo puesta, para volver a ponerme mi ropa sucia. Todo, absolutamente todo, hasta las malditas bragas sucias y las que traía puestas, las saco de la habitación y cruzo a la otra puerta, la de la habitación de Alexei. Para mi suerte, o, mejor dicho, mi mala suerte, la puerta está abierta y no toco, sino que abro y entro como Juan por su casa, echando rayos y centellas, y pareciendo un vendaval que

