PLANES FRUSTRADOS
NARRA ALEXEI RHYZOV
Tres días antes de la boda:
—Necesito que hagas algo —le digo, con mi voz demandante y autoritaria, a Stanislav.
—¿Qué cosa, Pakhan?
—Quiero que organices una cena para mañana.
—¿Una cena? —Con su ceño fruncido, me observa por encima de sus gafas de lectura. Coloca los papeles que está revisando sobre el escritorio y ladea un poco la cabeza, como si estuviera analizando mi petición—. ¿Con qué motivo?
—Para anunciar mi boda. Si queremos que esto sea una distracción para calmar las ansias de un levantamiento contra mí, hay que asegurarnos de que las personas correctas se enteren de las “buenas nuevas'' —expliqué—. Quiero que todos estén presentes, dile a los del consejo y a los putos Vasilev. También quiero que estén presentes Zakhar, el líder de los ucranianos, y Mikolaj, el de los polacos. Quiero que nuestros enemigos sepan que todo está tan bien, que hago mierdas tan pendejas como celebrar una boda.
Stanislav se ríe y niega a la vez.
—De acuerdo, Pakhan. Organizaré esa cena para mañana. Iré ahora mismo a la cocina, a ordenarle a Agata que prepare todo, y llamaré a Zakhar y a Mikolaj para hacerles la invitación.
Cuando Stanislav se va, cojo el teléfono y llamo a Shirly.
—Hola, Pakhan —saluda con un tono bastante dulzón desde el otro lado del teléfono.
—Mañana te quiero lo más sexi y hermosa posible. Habrá una cena para anunciar nuestra boda. Yaroslav pasará por ti a las seis en punto.
Parece que en vez de estarle hablando a mi prometida, le hablo a uno de los hombres que trabajan para mí. No hay saludo, no hay despedida, no hay nada más que frialdad y órdenes, y corto la llamada.
Me repantingo en la silla, apoyo los codos de mis brazos en los posabrazos y uno los dedos de mis manos bajo mi barbilla, mientras observo un punto fijo frente a mí y sonrío maliciosamente.
«Si todo sale bien, en esa cena podré marcar a los sospechosos que están detrás de toda esta mierda y luego voy a disfrutar matando a cada uno, después de torturarlo», pienso.
Dos días antes de la boda:
—Te vas a sentar en la silla a mi izquierda y vas a mantener la boca cerrada. Si alguien te dice cualquier cosa o te pregunta algo, solamente le esbozas una de tus bonitas sonrisas de muñequita —le ordeno a Shirly, una vez que entra a la casa, luego de que Stanislav fue por ella al club—. Así será también, una vez que nos casemos. Recuerda que no eres más que un adorno para mí.
En silencio, la despampanante rubia asiente y me sigue mientras camino a dos pasos delante de ella, hacia el comedor. Me siento extraño por tenerla en mi casa, pues las mujeres nunca me acompañan ahí. Si quiero a una, cogemos en los clubes y ya. Mi casa está prohibida para cualquiera de las putas que solamente sirven para mi antojo. Sin embargo, debo aguantarme a Shirly por un bien mayor. Al fin y al cabo, solamente será otro bonito mueble en la casa.
Todos los invitados ya están sentados a la mesa cuando Shirly, Stanislav y yo llegamos. Al vernos, se ponen de pie como una muestra de respeto a su líder. Stanislav se posa frente a la silla a mi derecha y Shirly a la izquierda. Me paro frente a la silla principal y todos se colocan la mano derecha en el pecho, como un saludo a su Pakhan.
Con un asentimiento de mi cabeza, les hago una señal para que tomen asiento y, acto seguido, también tomo asiento. Luego, alzo una mano y le hago un ademán a la servidumbre para que comiencen a servir la comida. Mientras el personal sirve cada plato, miro los rostros de cada uno de los diecinueve hombres que están ahí sentados; analizando sus gestos, sus miradas o cualquier cosa que me haga sospechar de ellos. Sin embargo, la mayoría tienen una expresión de desconcierto e intriga en sus rostros. Los únicos que lucen adustos son los malditos Vasilev, lo que aumenta mis sospechas en ellos. Necesito, a como dé lugar, confirmar mis sospechas. Pero, hasta ahora, han sabido hacerlo muy bien.
—Bueno —empecé a hablar—, la razón por la que esta noche los he reunido en esta cena, es para informarles que este sábado contraeré matrimonio con Shirly.
Tomé la mano de la rubia y la alcé, mostrándola a todos. Un gemido de asombro y sorpresa se escapa de la boca de la mayoría, y comienzan a lanzarse miradas furtivas entre ellos. La pregunta es clara en sus rostros: «¿Qué diablos me he comido para pensar en matrimonio?».
—Será una ceremonia privada, por eso no hemos invitado a nadie. Sin embargo, me parece necesario que todos estén enterados de ello y conozcan a la futura señora Rhyzova*.
Cuando la cena finaliza, todos pasan por mi silla a despedirse y darnos sus muestras de felicitación por la futura boda. Me pongo tenso cuando Boris Vasilev se acerca. Me es imposible ocultar mi repugnancia hacia él y hacia dicha familia.
—Así que nuestro Pakhan se casa —murmura con evidente sarcasmo—. Todos creíamos que eso jamás sucedería.
—Pues ya has visto que no es así. Yo pienso en el futuro de mi familia y de mi poderío. Es hora de que empiece a darle herederos a los Rhyzov, que me sucedan cuando yo no pueda dirigir y velar por todo esto.
—Eso es muy... bueno —dijo—. Porque todos estábamos seguros de que si algo le llegaba a pasar al Pakhan, el liderazgo caería en manos de Dmitry, y pues... todos ya sabemos que Dmitry apenas puede cuidarse a sí mismo.
Le esbocé una sonrisa irónica e, inmediatamente, mi expresión se puso seria.
—Ya no tienes que preocuparte por eso. Pronto habrá muchos pequeños Alexei corriendo por ahí, porque me encargaré de no perder tiempo y hacer muchos.
—Bueno, quizá la futura señora Rhyzova ya esté cargando uno en su vientre —comentó, jocoso.
—Si es así, tú serás el padrino. Ve comprando el regalo.
Evidentemente furioso por lo que he dicho, Boris se marcha sin decir más nada. Inmediatamente, Konstantin, el líder del consejo, se me acerca. Me pongo en pie, me abraza y me da unas palmadas en el hombro, y luego un beso en cada mejilla. Como es la norma entre la mafia roja.
—Pakhan, has tomado la mejor decisión para tu vida y para el futuro de nuestra organización —comenta, manteniendo una de sus manos en mi hombro—. Me alegra saber que tomas los consejos que te brindamos, para el bienestar de los tuyos.
—Gracias, Konstantin —digo—. Tú sabes que mi prioridad es mantener la paz y el orden en nuestra organización, tal y como mi padre lo hizo durante su liderazgo.
—Oh, sí. El antiguo Pakhan hizo un gran trabajo —expresó, uniendo las manos, como si rezara—. Además, imagino que lo estás haciendo por ella.
—También —respondo secamente y rápidamente cambio el tema, pues no es algo de lo que quiero hablar—. Después de que la boda se lleve a cabo, voy a planear una cena para que traigan a sus esposas y entablen relación con la futura señora Rhyzova.
Coloco mi mano en la parte baja de la espalda de Shirly y la atraigo hacia el frente, para que Konstantin la observe bien. Un rostro bonito y unas buenas tetas, siempre han sido un buen distractor y eso funciona para que los pensamientos de Konstantin se alejen de ella.
—Anastasia estará encantada de conocer a la futura señora Rhyzova —manifiesta, con una sonrisa lujuriosa en su boca, mientras pasea su mirada lasciva por el curvilíneo cuerpo de Shirly.
Detesto que miren a una de mis mujeres, pero la distracción es necesaria, así que me trago las ganas que tengo de sacarle los ojos.
En la mafia rusa existen varios códigos sagrados que deben cumplirse al pie de la letra, si una persona quiere mantenerse con vida. Uno de ellos, es que nadie puede ver o tocar a la mujer del Pakhan, o de cualquier otro m*****o de la mafia, con dobles intenciones. Tal parece que Konstantin quiere pasarse aquella regla por el culo. Pero, como dije, por esta vez, voy a dejarlo pasar.
Cuando todos se van, hasta la misma Shirly, a quien Yaroslav se encarga de llevar de regreso al club, Dmitry se acerca a mí.
—¿Esto es en serio, Alexei? —pregunta, como si me estuviera gruñendo.
Se ha pasado toda la jodida noche bebiendo de más, como si le valiera v***a su vida. Ya está bastante pasado de copas, lo que me irrita.
—¿Disculpa? —murmuro, con todo el rostro fruncido por la contrariedad.
—¿De verdad vas a casarte con una de tus putas? —masculla, cabreándome.
—¿Y a ti qué putas te importa lo que yo haga con mi vida, govnoed? —ladro, con ganas de matarlo ya mismo, pero debo contenerme, porque el pendejo es mi hermano.
Hay rabia y frustración en la expresión de su rostro, y parece que el muy marica quiere llorar.
—Pensé... pensé... pensé que yo era tu heredero —balbuceó, lo que me causó risa.
—¿No puedes ni con un simple trabajo como dirigir mis clubes y crees que vas a poder dirigir la mafia algún día? Vete a la mierda y no me jodas, Dmitry.
Sin más, avanzo y me largo, antes de que las ganas de darle una tunda me dominen. Subo las escaleras y me dirijo al ala oeste de la casa, para verla a ella y contarle las buenas nuevas.
***
El día de la boda...
Miro la hora en mi reloj de pulsera, mientras, desesperado y furioso, me paseo de un lugar a otro. Las diez y quince de la mañana. Quince malditos minutos de retraso. ¿A quién diablos creen que están haciendo esperar?
—Stanislav —ladro, ajustándome la corbata del traje. Aunque es una boda privada, estoy usando un elegante traje para la ocasión y se supone que Shirly usará un bonito vestido de novia, como si fuera una novia virginal—. ¡Llama ahora mismo a Yaroslav, y pregúntale qué diablos los ha retrasado tanto!
Parece que no conocen lo impaciente que soy y lo endemoniado que me pongo cuando me hacen esperar más de cinco segundos. La puntualidad para mí es primordial y la impuntualidad una cosa que no tolero. Soy el puto Pakhan y si yo digo cinco segundos antes de las diez, deben estar frente a mí quince para las diez, a más tardar.
—Ahora mismo, Pakhan —dice Stanislav.
Sin embargo, ni siquiera logra sacar el teléfono de su bolsillo, cuando una llamada entra a mi teléfono personal. Lo cojo y miro el nombre de Yaroslav en la pantalla. Contesto al instante.
—¿Dónde mierda estás, Yaroslav? —rujo, con ganas de meterme por el teléfono y ponerle un tiro en la frente.
—Ha surgido un problema, Pakhan —anuncia, con voz temerosa.
Me llevo la mano a la cabeza, aprieto mis sientes y maldigo a todo pulmón, provocando que las paredes retumben.
—¿Qué mierda pasa?
Hay un silencio y lo único que escucho es la respiración agitada de Yaroslav.
—Está muerta, Pakhan —dice al fin—. Otro coche ha impactado contra la parte trasera de nuestro automóvil y Shirly ha muerto aplastada al instante.
Me quedo congelado y sin saber qué decir. En lo único que puedo pensar, es que esos Vasilev hijos de perra están detrás de todo esto y se han deshecho de Shirly para frustrar mis planes.
*Rhyzova: Para los rusos, cuando una mujer se casa, en vez de decirle «Shirly de Rhyzov», al apellido se le pone el sufijo «a» que significa «esposa de». Por lo tanto pasa a ser Rhyzova, que significaría, «Shirly esposa de Rhyzov»
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