Sofía bajó del auto en que había viajado por un par de horas y miró con asombro la fachada del lugar que era su destino: el sanatorio mental de San Patricio. No le había costado nada averiguar a dónde habían llevado a Santiago, Diego le había dado la información sin que ella preguntara y, después de eso, todo lo que debió hacer fue omitir deliberadamente su destino de descanso. Sofía no quería descansar, quería saborear una venganza que parecía acomodarse a como lo pedía, así que disfrutaría su racha de buena suerte. Con el cabello corto y lacio, además de un color demasiado oscuro como para ser el castaño que siempre lució en su rizada y larga cabellera, con unos lentes y nada de maquillaje parecía ser alguien que no era. Había decidido cambiar su apariencia porque, aunque no era se

