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DESDE EL PASADO

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Blurb

Había sido nadie, al principio, pero trabajó arduamente para convertirse en alguien a los ojos de muchos, de todos aquellos que necesitaba que la miraran y la reconocieran.

Había sido linda, al principio, pero conforme el tiempo pasó y las cosas se develaron ella cambió a una actitud fría y casi cruel, lo que buscaba nunca había sido una vida feliz, de todas formas.

Había sido fácil, al principio, cuando todo fueron sonrisas y buenos ratos, pero al final, cuando sus propios sentimientos se vieron involucrados, todo fue demasiado complicado.

Quería reconocimiento, no buscaba ser feliz y esperaba que todo fuera fácil, sin embargo, en algún punto del camino su corazón le susurró que se arrepentiría si no daba marcha atrás, pero no podía, después de todo, lo que traía arrastrando era una promesa que había estado con ella DESDE EL PASADO, y que cumpliría aún si debía aplastar a su propio corazón.

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CAPÍTULO 1
Le acarició la espalda mientras la veía dormir. No recordaba haber tenido en su cama nunca a nadie tan hermosa como ella, así que no se cansaba de mirarla. —Es una pena que seas así —dijo suspirando sonoramente.  Él de sobra conocía la reputación de la chica, de otra manera ni siquiera se habría acercado a ella. » No deberías ser así —farfulló—, no deberías acostarte con todos. —No es con todos —gruñó la que, entre sueños, había escuchado las palabras de ese que le había acompañado en una buena noche—. Si no me gustan no me acuesto con ellos. Él la miró con sorpresa mientras ella se incorporaba. » Nunca me acosté con el cerdo de la contraloría de Vilo; ni siquiera tolero saludarlo de mano, imaginarlo acariciándome seguro me provocaría vomitar, así que ni siquiera eso hago. —¿Qué demonios? —preguntó sonriendo el que escuchaba a una chica que, desnuda, estaba sentada en la cama de su habitación de hotel mientras cubría su cuerpo con una sábana y recargaba su pecho a sus rodillas dobladas frente a ella. —Digo que no me acuesto con todo aquel que me supone un beneficio, como todos dicen —aclaró—. En toda mi vida solo me he acostado con tres hombres relacionados a los negocios de mi empresa, con alguien cuyo rostro quisiera no recordar, eso fue una vez y perdí mi trabajo, con Diego Montesino a quien agradezco el setenta y cinco por ciento de mis cosas de marca, y contigo, que me encantaste desde que te vi entrar a la sala de reunión ayer. El hombre sonrió. No conocía a esa mujer, recién la había medio tratado para negocios, pero casi podría jurar que ella no estaba mintiendo. » Ah, y no vayas a pensar que esto es por el contrato. El negocio ni es mío, no hago extras para que mi jefe sea más millonario. Pensé que podrías pasar un buen rato conmigo, en serio me gusta tu cara. —¿Y bien? —preguntó él—, ¿la pasaste bien? —Bastante —aceptó la despeinada y hermosa chica que sonreía aún recargada en sus rodillas. —¿Tanto como con Diego? Digo, porque si le agradeces tanto, se han repetido sus encuentros, ¿no? —preguntó viendo a la morena divertida dejar la cama para comenzar a vestirse. —Se han repetido, sí. Pero Diego no es bueno en la cama. De hecho, es bastante malo; aunque una bolsa, unos zapatos, un abrigo y la buena joyería en serio lo compensan. —Y eso que dijiste que no te acostabas con cualquiera que supusiera un beneficio para ti.  —Diego Montesino es la excepción. No entiendo bien cómo pasó, pero se estableció de este modo y a ninguno parece molestarnos que en nuestra relación yo ponga el cuerpo y él la cartera. —La pasé bien, también —dijo él—. No me molestaría pasarme por una tienda departamental antes de un próximo encuentro. —Mmmm… —¿Mmmm? —Yo solo digo que fue bueno que lo disfrutaras, porque si cerramos el trato, que estoy segura sucederá, mi amiga y yo vamos a extrañarlos a ti y a tu amigo. —¿Cuáles amigos? —preguntó él y ella rio entre divertida y apenada. —Unos —dijo en medio de una sonrisa—. Debo irme, en serio. Tengo una reunión a las cuatro…, también tienes que estar ahí. ¿Hablaste ya con tu abogado? —Nos reuniremos para el desayuno. —¿Desayuno a las doce? —Bueno —habló el castaño—, estaba ocupado contemplando el amanecer. —¿El amanecer o mi despertar? —preguntó la chica y sonrió más amplio cuando el hombre frente a ella le sonrió con picardía—. Adiós —dijo Sofía terminando de atar su cabello luego de haberse puesto todas y cada una de sus prendas, entonces le dio un delicioso beso a uno que se quedó babeando y se fue. También desayunaría a las doce. * * —Estamos en medio del trabajo, zorra —reclamó Amelia viendo salir a Sofía de la ducha de esa habitación que compartirían durante ese viaje de negocios al que debieron asistir—. No puedo creer que te fueras a pasar la noche con quien sabe quién, teníamos que revisar las negociaciones del contrato. —Vamos, Meli. No tengo ni puta idea de artículos, ganancias o pérdidas económicas. Yo vine a la reunión a sonreír y enseñar las boobies para que los otros se perdieran un poco de la conversación y pudiéramos aprovecharnos de su distracción. —Oh, vamos, señora Lucio. Si ese fuera tu trabajo Diego te habría pagado una operación de boobies hace años. —Soy señorita... un poco, tal vez —Sonrió—, y mis boobies son bonitas —alegó Sofía sosteniendo cada uno de sus senos con cada una de sus manos mientras hacía un puchero. —Tan bonitas que duermes con todo el que se te antoja —farfulló un poco envidiosa la casi cuarentona compañera de una chica de treinta y dos. —Y de todos no hago uno —suspiró—… Son solo ratos que cuando llegan en la mañana me parecen excesivos. No debería ser así, tengo más de treinta y ningún futuro emocional. —Tengo exactamente lo que tú con diez años más, no sé de qué te quejas. —No sé de qué te quejas tú. Danilo te tira pétalos por donde pasas. Estás soltera por quisquillosa. ¿Qué tiene de malo ese gordito enano y medio visco? Sofía rio y Amelia lo hizo con ella. —Babosa —le dijo la mayor luego de aventarle un almohadón—. Anda, tenemos que encontrarnos con el bizcocho de Inolav. Está bien bueno, ¿no te parece? —Buenísimo —contestó Sofía sin mencionar que lo tenía bien probado. No dejaría que nadie se enterara que había dormido con un prospecto a socio de esa empresa en que trabajaba y de la que era socia en secreto de muchos. * * Sofía y Amelia seguían platicando de todo mientras se trasladaban a la sala de reunión en que se habían visto una vez el día anterior con los asignados de Inolav para negociar los términos en que se realizaría la construcción de un nuevo centro médico para ellos. Ella trabajaba en una constructora, y parte de su trabajo era negociar con los clientes para garantizar buenas ganancias para la empresa y que los clientes quedaran tan satisfechos como sus condiciones les permitieran. Era así siempre, pareciera que satisfacer al cliente era la razón de su trabajo, pero la realidad era un poco diferente. Los negocios eran así en todos lados, siempre había unos que ganaban más que los otros, y el cliente no era del todo el ganador, aunque ellos creyeran que era así debido a la manera en que manejaban las cosas quienes les atendían, cosas de mercadotecnia, al parecer. La reunión inició con la aceptación del acuerdo, la tarde anterior se habían hecho y redactado las condiciones y acuerdos, así que solo restaba que los clientes hicieran una nueva revisión y aceptaran o se negaran al contrato. Pero el señor Carvajal había quedado conforme con las condiciones de la empresa a la que había contratado, así que se dejó llevar a pesar de que la chica que le obsesionaba había dicho que no se repetiría su encuentro si ellos trabajan juntos. —¿Deberíamos ir a cenar? —preguntó Alan cuando al fin el contrato quedó firmado—. Celebremos nuestro negocio. Sofía y Amelia se miraron una a la otra. No debían hacer un desplante a sus clientes, pero no era habitual que terminara de esa manera, no cuando los verdaderos implicados en el contrato no estaban presentes, así que se sorprendieron bastante y se incomodaron un poco, también, pues viajar tras una celebración no les sentaría del todo bien. Habían aceptado un viaje de dos días y dos noches para obtener ese contrato. El primer día fueron negociaciones y el segundo la firma del contrato, les restaba pasar la noche en ese hotel y volar temprano a su ciudad a un par de horas de ese lugar donde se les solicitó por conveniencia del cliente. —Será un placer —respondió Sofía, aún a sabiendas de que les complicaría las cosas al día siguiente. Todos fueron a celebrar y, tal como lo había sospechado, envalentonada con un par de copas encima, Sofía Lucio no se pudo negar a la invitación de Alan Carvajal de pasar la noche con él. No debía, su racionalidad se lo estaba gritando, y Amelia también se lo advirtió, pero su estupidez les sonrió a ambos y se desapareció a mitad de la noche junto a ese hombre que le encantaba en serio. Sería su despedida, dijo para sí misma y se fue con él. * * Alan despertó solo en su habitación de hotel y, aunque escudriñó con la mirada hasta el último rincón de su habitación, no encontró rastro de algún mensaje de Sofía para él. Suspiró. Sabía bien lo que ella había decidido y, de alguna manera, le parecía un total desperdicio, pero no se iría a seguirla. Ellos eran de mundos muy diferentes, de mundos que, si no fuera porque ella trabajaba para esa enorme constructora, probablemente jamás se hubiesen encontrado, así que agradecía enormemente que esa mujer tuviera los talentos y capacidades suficientes para entrar un poco en ese mundo que él habitaba desde siempre. Otra cosa que le tranquilizaba, porque ella de verdad le había encantado y le había dejado con ganas de más, era que se la toparía de nuevo, definitivamente, porque sabía en dónde estaba ella, y ese era un lugar a donde él iría más de una vez. 

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