No sé cuánto tiempo estuvimos así, puedo decir que tal vez el necesario, afortunadamente me siento más calmada porque no creo que mi pobre corazón hubiera aguantado tanto; fue él quien dió un largo suspiro antes de separarse, como si no quisiera, pero debía hacerlo. Me acomode en el sofá y me di cuenta de la hora al ver un pequeño reloj en la mesita que tenía al frente con pequeños objetos, he perdido mi vuelo de regreso a casa, ahora tengo que ir al aeropuerto y con algo de suerte encontrar otro más cercano. –¿Qué pasa? –preguntó Sebastián. –Nada –negué un momento –. Bueno, es solo que perdí mi vuelo. –Es tarde –tomó mi mano –. Quédate está noche aquí y mañana lo solucionaremos. –Lo que pasó hace rato –dudé si debo preguntarlo o no –. Ese hombre… ¿Él hizo eso? –Si –suspiro –. Prefe

