—¿Se durmió? —preguntó Antuán, entrando a la sala luego de que saliera a responder una llamada que entraba a su celular.
A pesar de que le había pedido al hombre que se llevara a la niña, al verlo incapaz de tranquilizarla, y pensando en el bienestar de ambos, Berenice y su instinto materno la habían empujado a tomar a la pequeña y abrazarla mientras se mecía con suavidad, le acariciaba la espalda con ternura y siseaba bajito, así que la niña, cansada de llorar, se había quedado dormida pronto.
La cuestionada asintió y Antuán respiró profundo, aliviado de tener un problema menos del qué hacerse cargo.
» Mi madre está en el hospital —anunció el hombre y su casi esposa le miró preocupada—. Me acaban de llamar de ahí, se la llevaron del hotel hace un rato. Necesito ir a ver qué ocurre,
