—Sigue volviendo ebrio —informó Narciso, el velador, que cada madrugada veía al hombre volver en mal estado.
—Y ni siquiera está desayunando o cenando aquí —expresó Berenice algo que ya se le había reportado—. ¿Será que come algo?
La semana había terminado al fin, y las cosas con Antuán no estaban nada bien según los reportes obtenidos de los empleados que se cruzaban con él.
» ¿Qué demonios pasó contigo? —se preguntó la morena, pero no obtuvo una respuesta, pues lo que podía ser no era algo que aceptaría fácilmente, pues eso implicaba aceptar una culpa que no quería tener.
—No sé qué pasa con él —respondió Narciso—, pero, si es tu amigo, deberías hablar con él. Si lo dejan solo, eso no terminará bien, te lo aseguro.
Berenice suspiró. Ella era quien lo había alejado, no quería ten
