—¿Y si no funciona? ¿Y si te lastimo? ¿Y si me lastimas? No quiero amar a nadie más, no quiero darle mi corazón a manos en que no puedo confiar... ya no puedo hacer eso; además, tú puedes tener a quien quieras, y a mis ojos te mereces solo a la mejor... y esa no soy yo... lo lamento. —Entonces —habló Raudel—. ¿Por tres años has fingido no saber que me gustas porque crees que no te merezco? —No que no me mereces —aclaró Berenice, intentando que el otro no se sintiera mal con sus palabras—, sino que te mereces alguien mucho mejor que yo. —¿Será que hay en el mundo alguien mejor que tú? —preguntó Raudel, sonriendo sutilmente, provocando un cosquilleo en el abdomen de la chica. Y es que ese tipo era tan perfecto que seguro era el amor platónico de muchas, con Berenice también existía un

