El secuestro

1285 Words
     –¿Qué opinas mamá? –Se presentó en mi habitación con su nuevo disfraz de Batman para ir al desfile en el Hotel Tamanaco con motivo de los Carnavales.      –Ummm déjame ver. –Lo rodeé mirándolo, yo todavía no me vestía con mi disfraz de ángel. –No sé Oliver, con esa barriguita podrías haberte disfrazado del Pingüino.      –¡Mamá! –Se sacudió y la hermosa gordura de su cuerpo vibró, apenas tenía 7 años y ya era el niño más hermoso y gentil del mundo. –¿Crees que sepan quién soy con el antifaz?      –¿Quién? ¿Jean, Jimena? No, nadie te descubrirá. Solo llega lejos de mí y nadie sabrá que eres tú.      Lo creyó, fue a verse de nuevo frente al espejo de mi habitación y observó su cara oculta tras el disfraz. Sonrió, estaba feliz por el tipo de Batman que era.      –Vamos Yvana, cálmate, tranquilízate, acabo de llamar a la policía y Tulio también viene para acá.      El cuerpo me temblaba, casi no podía mantenerme en pié entre el llanto y la angustia.      Alex tuvo que ayudar a vestirme porque no sabía qué hacer. En cuanto escuché los mensajes en la contestadora llamé a la casa de Geral y efectivamente, Oliver nunca llegó.      –¿Qué explicación te dio Tulio? –Acepté que me ayudara a levantarme y salir del cuarto de Oliver, donde fui a llorar. –¿Por qué no sabe dónde está Oliver? ¿Qué hizo con él?      –Viene para acá, pero logró decirme que el niño se empeñó en que lo dejara en la esquina para que sus amigos lo vieran llegar solo, me dice que lo vio hasta pasar el portón y después lo creyó seguro.       –No, nooo, ¡Oliver! ¿Dónde estás? ¿Ya viene la policía? ¿A quién llamaste?      –Llamé a la policía Yvana, ya deben estar por llegar.      –Hacen muchas horas Alex, 6 horas, yo, yo lo presentía, yo estaba allá en el restaurante contigo...y mi hijo...nooo, Oliver perdóname. –Tú no tienes culpa de nada Yvana, ¿cómo ibas a saberlo? Sonó el intercomunicador en la cocina. –¡Corre, abre! Se movió rápido y sin preguntar quién era presionó el botón para que entraran. Después fue a la puerta y la abrió y se detuvo ahí a esperar que se abriera el ascensor. Yo no paraba de temblar, ¿Dónde estaba Oliver? ¿Quién lo tenía? ¿Por qué ocurría eso? Nosotros o teníamos enemigos. Dos minutos después aparecieron tres policías en la entrada del apartamento y tan discretos como suelen ser nos miraron. –Buenas noches. –Dijeron. ¿A quién se le ocurría dar las buenas noches cuando se les llama por una desaparición? No hay buenas noches para nadie. –¿Alexander Silva? –Sí, yo los llamé. Se trata de la desaparición de un menor de 9 años llamado Oliver Martínez, salió de aquí con mi chofer a las 7 de las noche hacia la zona de Santa Mónica y nunca llegó a su destino. –¡Es un niño, un niño pequeño, es mi hijo! –Les grité desde uno de mis muebles a los hombres. –¿Usted es la madre del menor? –Me preguntaron. ¿Qué no escuchó que si era yo? –Sí, soy yo. Yvana Martínez, esta es su fotografía, por favor encuéntrenlo pronto, nunca ha estado fuera de casa. –¿Y cómo dice que salió de aquí a las 7 solo? –Siguió el mismo inspector. –No estaba solo. –Aclaró Alex. –Mi chofer lo llevaba, es un niño muy responsable, nos preocupa que no haya llegado a la casa de su amigo. –¿Iba a casa de un amigo? –Tomó la fotografía de mis manos y la miró. –¿Dónde? –Yo tengo la dirección, yo la anoté y su número de teléfono, la madre del niño se llama Carmen Julia, ella, ellos se extrañaron de que Oliver no llegaran y nos llamaron, pero no había nadie aquí. –¿Ustedes no estaban en la casa? ¿Tampoco lo acompañaron a la cita? –¿Qué le pasaba a este hombre? –Buenas noches, Yvana... –Tulio irrumpió en mi sala con una expresión desesperada y corrió a mis pies para mirarme a la cara. –Yvana lo siento mucho, yo soy el culpable, no debí hacerle caso. –Tulio ¿qué pasó? Confiaba en que estaba a salvo contigo. –¿Y el señor es? –Preguntó el policía a mando. –Es mi chofer, el que llevó al niño a la casa de su amigo. –Mi nombre es Tulio González, soy el chofer de la firma de abogados Clarens Gutierrez, y estoy al servicio del señor Alexander tres veces por semana. –Tulio se incorporó y se pasó la mano por la cabeza consternado–Lo llevé directo a la casa de su compañero como me ordenaron, cuando estábamos cerca me pidió que me detuviera. La zona estaba sola a excepción de una pareja paseando a un par de perros, me detuve alejado de la casa y lo vi caminar con sus cosas. –Mientras Tulio hablaba yo podía imaginar a Oliver caminar por la acera con su espléndida cara de independencia y libertad ya a sus 9 años. –El portón estaba abierto y vi cuando pasó, él ni siquiera se despidió con un gesto de la mano, me imagino que no querían que lo vieran sus amigos, me dijo durante todo el trayecto que ya estaba grande y... –Volvió a arrodillarse a mi lado, yo no paraba de llorar, me mataba no saber dónde estaba, tal vez le hacían daño, tal vez estaba...no, no. –te pido perdón Yvana, sé que fue mi error, debí bajarme con él y llevarlo a la puerta. –Tomó mis manos y las apretó, lo miré a los ojos, quería golpearlo, quería darle muy duro, pero eso no me devolvería a mi Oliver. –Necesitaré que me indique donde lo dejó y hablaremos con la familia así como con la pareja que vio con los perros. –Tiene que encontrarlo hoy mismo señor, él está solo. –¿Sospecha de alguien? ¿Tiene algún tipo de enemigo¿ ¿Alguien con quien haya tenido algún problema y que quiera hacerle daño? Negué con la cabeza muchas veces. –No, no tengo enemigos, no. –Me llevaré la fotografía. –¿Y qué hará? ¿Qué haremos nosotros? –Los miré andando hasta la entrada –Ustedes esperen por nuestra información, ahora mismo iremos al lugar donde se efectuaría la reunión. –Era una pijamada. –Dije. –Y él estaba muy feliz de asistir, llevó todos sus juegos, su consola, él, él…–Rompí a llorar, ¿Dónde estaba mi hijo? ¿Quién lo tenía? ¿Por qué lo hicieron? No hay nada peor que una noche de angustia. Nada más horrible que las horas oscuras dela incertidumbre. Casi inmediatamente se marcharan los policías, con Tulio, Carmen Julia llamó a la casa y Alex la atendió. –¿Qué te dijo? –Le pregunté ya de pié sin la suficiente fuerza para mantenerme. –Que salieron todos a recorrer las calles. –¿Y? –Encontraron unos colores en la acera del frente y Geral los identificó como de Oliver. –El casi los olvida y los metió en el bolsillo externo del bolso. Sentí los brazos de Alex rodearme y ahí terminé de resistir y exploté en llanto. ¿Dónde estaba mi hijo? ¿Esta policía haría lo necesario para traérmelo de vuelta? ¿Qué pensaría ahora mismo?
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