Estábamos desayunando muy tranquilamente cuando Regino recibió una llamada. Su mano derecha tomo el móvil que estaba en un costado de su plato, vio el nombre de la persona, decidió levantarse de su silla y camino hasta la biblioteca. Cerro la puerta y todo parecía normal. ¡Probablemente era una llamada de negocios!
—¿Sería una llamada de trabajo? —pregunto Manuel.
—No creo. Quizá solo quiere hablar a solas —dijo Carlos—. Me dijo el otro día que por el momento no iba a trabajar y que prefería estar lejos de su negocio.
Hubo un silencio. Todos estábamos bien apurados comiendo. ¡Estaba muy bueno el desayuno! Huevos rancheros con salsa verde. Luu estaba sentada a mi lado y parecía muy feliz. Édgar se había sentado junto a mí hermano Manuel y de vez en cuando me lanzaba miradas curiosas; su
