3. Chica vengativa

1416 Words
"La ausencia de mi madre marcó mi ser, me convertí en alguien que perdió totalmente la confianza en la mayoría de la humanidad, no permitía que personas nuevas se acercaran a mí y para ello, fui bastante ácida. A pesar de esto, he sido sobreprotectora con lo poco que he tenido." . Aparte de ser extremadamente desconfiada, durante los últimos años se había forjado en Diana una personalidad mucho más fuerte y decidida con lo que se propusiera, ahora era una joven de 20 años algo malhumorada, que no dudaba en soltar su veneno en contra de quien se atreviera a meterse en su camino, daba muy pocas muestras de afecto y sólo toleraba las provenientes de su abuela, Corina y Edmundo. Solía vestir atuendos lúgubres y se delineaba fuertemente sus ojos, era una forma de que muchos no se acercaran a ella, se refugiaba debajo de todo aquel color ne-gro. Aunque tuvo la fortuna de tener en su camino a los Méndez, los infortunios de su infancia dejaron en ella una muy marcada huella, incluyendo la muerte de Amelia. A esta edad poco a poco fue distanciándose de su deporte favorito para empezar de lleno en sus estudios. Inició en la carrera de Psicología en la Universidad Central, tenía un trabajo de medio tiempo en un café en el centro de la ciudad, con esos pocos ingresos ayudaba a su abuela con el alquiler y la compra de alimentos, con los gastos adicionales para sus estudios y otras necesidades, Edmundo se mantenía ayudándola, con la condición de que culminara alguna carrera universitaria con la que pudiera defenderse en un futuro; además, le prestaba algún auto para que se trasladara si lo necesitaba. Diana volvía a casa de los Méndez, pasaba por ahí antes de ir a la suya para dejar el auto. Cuando ingresó por la sala, estaban Corina y su amigo Alexander viendo TV. —¡Hola, hola niños! —Ella se detuvo frente a ellos atónita. —¡Wow! ¿Te arrolló un autobús? —Pregunta a Alexander, ya que tenía moretones por todo el rostro y un ojo sumamente hinchado. Solían molestarlo por ser el más bajito de la clase y tener algo de sobrepeso, Corina siempre lo defendía. —Hola Diana... —Él la saluda apenado, agachando su cabeza. —Déjame adivinar, fueron Matías y Andrés. —Tambíen notó que Corina tenía un fuerte raspón en la frente. —Veo que esta vez no saliste ilesa, Cora. —Diana tiene una expresión de disgusto. —Si, esta vez fue mucho peor... —Corina le habla con pesar. —Pues, me encargaré de este par, ya está bueno de esto. Alexander objetó con temor a que ella se metiera en problemas por ser mayor de edad y los agresores aún menores; sin embargo, ahora nada le sacaría de la cabeza que tomaría cartas en el asunto. Nadie debía tocar a quien veía como su hermana menor y a Alexander, de cierto modo le había agarrado algo de cariño, era un chico inofensivo y desprotegido; además, conseguía hacerla reír de vez en cuando con sus ocurrencias. Era hora de que aquellos chicos pararan con su maltrato. En algunas ocasiones Diana había visto a Matías en el campus universitario, él practicaba natación en la piscina de allá; por algunos días estuvo atenta por si lo veía, hasta que lo divisó caminando hacia el lugar sospechado, ella ladeó una sonrisa y lo siguió con sigilo como si iba a cazar a alguna presa. El día de enfrentar a uno de los agresores había llegado. Los vestidores estaban solos, Matías se desvistió quedando en su pequeño traje de baño azul, Diana se le apareció de forma repentina. —Hola Matías... —Ella primero recorrió su cuerpo con la mirada, analizándolo. Él era un moreno alto y aparentemente fuerte. —Supongo que me debes haber visto antes. —Vaya, claro que te recuerdo. Eres la hermana o amiga rarita de Corina. ¿Qué haces en los vestidores de hombres? —Ella levantó más su rostro de forma seductora. —¿Tu qué crees? —Posó su mano en el pecho de Matías. —¡Wow! Eres atrevida por lo que veo... No es que seas de mi tipo, pero te puedo complacer... De pronto Diana sonrió y cambió su mirada a una muy oscura y atemorizante, apretó su puño y de un pequeño brinco lo pegó en la mejilla de Matías, él dio unos pasos hacia atrás incrédulo, sujetándose. —¡Maldita loca! —Inmediatamente él levantó su mano para golpearla, pero ella fue más rápida y en un parpadeo tenía puesta una navaja en sus genitales, con la otra agarró el rostro de él con fuerza, dejándolo congelado, aterrado. —Escúchame bien pedazo de imbécil, si vuelves a ponerle un dedo encima a Corina o a Alexander, juro que te voy a cortar las bolas. Es más, ni siquiera quiero saber que les hablaste... Sería una lástima que quedaras estéril tan jovencito. Entonces... ¿Harás lo que te digo? —Él no dice nada, así que Diana presiona más la navaja contra el m*****o viril. —¿¡Lo harás!? —Ss... si. Si... —Responde con voz temblorosa. Justo en ese momento un chico entra a los vestidores, Diana escuchó los pasos que se detuvieron súbitamente en la entrada, Matías obstaculizaba su visión, por lo que se asomó por uno de los costados de él para ver de quién se trataba, sin apartar su navaja. —Oh, genial... Un nerd. Seguro irá con el chisme a alguna auroridad. —Fue lo primero que pensó del chico con gafas que entró. —¿Y tú qué? —Preguntó con tono retador. —Eee...eh, lo siento. —El chico de anteojos balbuceó ruborizado y salió rápidamente. —Okey, este chico claramente pensó que estábamos teniendo sexo o algo por el estilo. Hombres... —Analizó ella. Diana volvió su mirada hacia Matías, quién ahora estaba muy pálido y conteniendo el aire, luego ella bajó la mirada hacia su m*****o y notó que unas gotitas de sangre caían al piso, su navaja había hecho un pequeño corte a su traje de baño y por supuesto, a su piel. —¡Ups! Creo que hice mucha presión. —Ella apartó el filo y Matías se arrodilló llevando sus manos temblorosas hacias sus genitales, completamente mudó. —Mejorarás. Espero que te haya quedado claro el mensaje, guapo. —Se lo dijo con voz seductora y al oído, posteriormente, le dio unas palmaditas en la mejilla. —Nos vemos... Cuando Diana salió de los vestidores, el chico que que los interrumpió ya estaba nadando en la piscina, ella caminó por el borde lentamente y se detuvo de brazos cruzados observándolo. —¿Será que le pregunto qué carajo fue lo que interpretó allá adentro? —Meditó. —Bah... ¡Qué rayos me importa lo que piense o deje de pensar el nerd! Total, ni lo conozco. —Siguió con su camino. Después de esto, Diana se topaba ocasionalmente con el chico por el campus, si sus miradas si encontraban, se aseguraba de darle una mirada muy amenazante, pero parecía no intimidarle, a veces él fruncía en ceño extrañado o simplemente le sonreía. Unos días después de su amenazas a Matías procedió a montarle cacería a Andrés; también lo golpeó y amenazó con su navaja pero a él se la colocó en la parte izquierda del cuello, haciéndole un pequeño corte "accidental", algo superficial; con la diferencia de que Andrés era una persona propensa a crear queloides y le quedó una cicatriz gruesa e irregular. Y así, éste par de agresores dejaron de molestar. Este tipo de conductas las aprendió de sus conocidos de las calles, aunque ella dejó de consumir cualquier estupefaciente el día de su fuerte discusión con Edmundo, no dejó de tratar a estos chico; algunos le parecían personas con historias interesantes que tuvieron muy mala suerte en la vida, le enseñaron a tener malicia y le mostraron los peligros que se veían en las calles, cosas que consideró lecciones necesarias que todo individuo debería aprender. . “Supongo que muchos pensarán que he sido una loca psicópata, pero no podía dejar pasar por alto aquellos actos de bullying muy violentos; a veces, debes hacer justicia con tus propias manos. Y con respecto a las cosas que aprendí en la calle, realmente todas y cada una de ellas me fueron útiles. Lo que no pude aprender fue: No sentir.”
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