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Hidden lies (HS.2)

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Blurb

-Te fui infiel Kian.-Dice con los ojos cerrados. No podía verle la cara mientras le decía tal cosa. Sentí como la respiración de Kian se detenía. Sus manos abandonaron mi casa. Un silencio demasiado incómodo se implantó a nuestro alrededor.

-Por favor, Kara dime que estás de broma. Por favor-Lo oí pedirme desde supuse era el otro lado de la habitación.-¡Kara abre los ojos y dime que es una puta broma, demonios!-Gritó con furia.

-Kian, lo siento-Me disculpé sollozando. Vi como Kian dejaba ir lagrimas y eso me desgarró como no podéis imaginar. Quise acercarme a él, acunarlo entre mis brazos y decirle que era una broma, pero me mantuve en mi sitio sin hacer ni decir nada.

-¿Por qué Kara?-Gritó cogiendo su Mac y tirándolo al suelo cerca de mi.-¿Que he hecho mal? -Gritó acercándose e mi-¡Dime maldita sea, no te quedes callada!-Me sacudió con furia. No me hizo daño, pero me estaba asustando.

-Kian para, estás siendo un imbécil-Lo aparté de mi.

-Un imbécil-Rió irónico dejando ir lagrimas.-¡Y tu una puta zorra! ¡Fuera de mi casa! ¡Ya!-gritó abriendo la puerta.

-Kian-Dije totalmente rota.

-Que te vayas j***r. ¡No te quiero volver a ver en mi vida!-Sollocé devastada, antes de abandonar la habitación y salir corriendo.

Y es fue la última vez que pisé la mansión Anderson y la última vez que vi a Kian.

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Capítulo 1
Como mínimo tomó deambulando por las calles medio día, y mis piernas comenzaban a fallar. Pero no podía parar, porque eso significaría que estaba rindiendo, y esa palabra sin duda no entraba en mi vocabulario. Necesitaba encontrar un trabajo, no había margen de tiempo. Los ahorros se habían terminado, las deudas empezaban a ahogarnos y pagamos al abogado. Necesitaba el trabajo urgentemente. Mamá había enfermado, gravemente. Un par de meses atrás le habían diagnosticado la enfermedad de Degos, incurable y más a estas alturas. Mamá tuvo tiempo encontrándose mal, con graves y dolorosas erupciones en la piel, fuertes dolores de cabeza entres otros síntomas. Insistí una y mil veces en que fuera a visitar a un médico, pero se negó e insistió en que solo era estrés por el trabajo, ya que trabajaba día y noche, unas veces hasta las 20h seguidas.  Pero un día no pudo más, se desmayó en plena calle volviendo del trabajo. Recuerdo muy bien ese día. Volvía justamente de "dimitir" del trabajo de niñera en casa de los Anderson. Me pareció incoherente trabajar para la familia de mi novio. Necesitaba el dinero, pero no era correcto que lo aceptara. Además, dos días antes me habrían llamado para ofrecerme trabajo de camarera. Los sueldos no eran para nada comparables, pero el mío junto a mamá eran suficientes para cubrir nuestras necesidades y hasta darnos un pequeño capricho muy de vez en cuando. Kian se enfadó mucho con mi decisión, estuvo totalmente en contra e insistió en que volviera. Sin embargo sus padres, pese a su negación inicial, finalmente aceptaron mi decisión a regañadientes. Tampoco se comprometieron a trabajar con ellos. Ese día, mientras volvía a casa, recibí la llamada que cambiaría mi vida por completo. Me llamaron del hospital central, en donde habían ingresado a mamá la cual se habían muy muy grave. Acostumbrada a que Kian me llevara una casa como cada día, sin tener que gastar dinero, pero como ese día discutimos, decidí marcharme sin decirle nada. Corrí por más de una hora. Llegué exhausta, pero llegué. Cuando llegué a la habitación de mamá, un doctor me esperaba. Este me dio la noticía. Mamá estaba enferma y su esperanza de vida era muy corta. 3 meses 4 como mucho. Lloré, lloré mucho ese día, como lo hice los siguientes días, semanas, siempre que estaba sola. Mamá seguía ingresada desde ese día, por lo que yo solía hacerme cargo de las facturas, el letrado que abogaba con el que se suponía que era mi padre, y que reclamaba la custodia de mi hermana. Mi hermana pobre, con apenas 4 años estaba viendo como su madre moría y como el borracho abusador de su padre quería su custodia. Entre mi tía y yo intentábamos lo máximo persuadirla, hacerle olvidar lo que estaba pasando. Pero a su corta edad, era completamente consiente de la situación. Además, se pasaba el día al hospital, al lado de mamá. Eso en parte me hacía feliz, porque aunque no quisiera aceptarlo, eran los últimos días de mamá. Pero no me agradaba la idea, que cuando creciera, recordara la cara de mamá, cada vez más y más apagada. De repente sentí que alguien me cogía del brazo con brusquedad y me tiraba atrás.- ¡¿Estás loca?! -Gritó la voz de un hombre. Aturdida, miré primero la mano que apretaba mi brazo con fuerza para después mirar a los ojos del hombre que me estaba cogiendo. Era joven, no debía llegar a los 25 años. -Me estás haciendo daño-Me solté de su brazo sintiéndome cohibida. -Lo siento.-Se disculpó suavizando su ceño fruncido.-Estabas a punto de cruzar con el semáforo en rojo. ¿Intentas suicidarte?-Enarcó una ceja. -¿Eres imbécil?-Ahora fui yo la que fruncí el cejo. Este se encogía de hombros. -No soy yo el que iba a cruzar-Percibí un atisbo de sonrisa aun que pareciera que me estaba riñendo. -Sí, estaba distraída-Expliqué.-Como sea, gracias por salvarme-Dije con un pequeño tono irónico que no pasó desapercibido por el desconocido pero que ignoró por completo. -Soy Peter-Se presentó ofreciéndome su mano. La cogí por pura educación, pero estaba deseando que el semáforo se pusiera en verde para poder cruzar y seguir con mi objetivo.-Ahora es cuando me dices tu nombre-Dijo con burla. -Kara-Rodé los ojos desinteresada. -¿Y puedo saber porque una chica tan bonita como tú, anda sola por la calle intentando suicidarse?-Percibí la burla, por lo que deseé aun con más ganas que el semáforo se pusiera en verde. -Ya te he dicho que no quería suicidarme-Dije irritada. Cuando el semáforo se puso en vede, fui la primera en cruzar. Pensé que el desconocido me dejaría en paz, pero para mi mala suerte se puso a seguirme.-Para de seguirme-Le dije acelerando mis pasos. -No te estoy siguiendo, solo nos dirigimos hacia el mismo sitio-Se encogió de hombros. Quise reprocharle, pero me mantuve callada. Lo último que necesitaba era gastar las pocas energías que me quedaban con este imbécil. Paré mis pasos de golpe, cuando percibí en la ventana de lo que parecía una panadería, un cartel que ponía se busca empleada. Entre sin pensarlo dos veces, y me dirigí directamente al mostrador. -Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?-Preguntó la señora de mediana edad con una gran sonrisa. -Hola, he visto el cartel de que buscan empleada-Sonreí de vuelta con cierto nerviosismo. -Oh, lo siento cariño-Se disculpó-Hace apenas 10 minutos ha venido una chica y ya la hemos cogido.-Explicó. Suspiré rendida,-Pero si quieres deja tu número y te llamaremos cuando haya otro puesto. -Claro, dije con una sonrisa triste. Apunté el número y salí del local para seguir con mi camino. -¡PUEDES DEJAR YA DE SEGUIRME!-Grité al estúpido que seguía siguiéndome. -Oh vaya-Alzó la manos en son de paz-Calma fiera-Sonrió de lado.-Sabes, tal vez tenga un trabajo para ti. -¿A sí? ¿Cuál?- Pregunté con desconfianza. -De camarera, en un bar que se encuentra a un par de cuadras. El problema es que sería de noche, y pareces muy joven-Se rascó la barbilla como pensando. -No importa, de verdad necesito este trabajo.-Le dije sin molestarme en esconder la desesperación en mi voz. -Está bien. Vamos a hablar con mi padre, el es el jefe.-Hizo un seña con la cabeza. Suspiré un poco más tranquila. Por fin parecía que había encontrado un trabajo.

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