Capítulo 11: Una mujer sin base tiene que explorar en su memoria

724 Words
El resto del día laboral aconteció sin altercados. Tuve dos reuniones con mi equipo de Marketing, y estaba lista para ir a mi cita. Se llamaba Rafael, tenía 42 años, y creía que quizás necesitaba salir con alguien mayor para sacarme de la cabeza a cierta persona. La cita era temprano. Siete de la noche por lo que una cena nos esperó, pero yo tenía ganas de más que ir a comer, por lo que sin muchos pretextos terminamos haciéndolo en su auto. Por la forma de tocarme y la certeza de sus palabras, comencé a identificar las diferencias entre los mujeriegos y los no mujeriegos. Por ejemplo, había algo en la forma de abordarme de Alfonzo y de Rafael comunes, parecían dos lobos hambrientos por su presa. Algo diferente con Juan y obviamente el dulce Noah, ellos eran más inseguros y parecidos a mí en mi interior, solo que yo era una buena actriz. Volviendo a Rafael, me hizo llegar al orgasmo pero estar con él, y con Alfonzo me habían dado la misma sensación. La del atún enlatado. A continuación haré una comparación de atún con hombres. Estar con Rafael fue como comer atún enlatado, el atún enlatado es rico, sencillo de preparar y económico, piensas que es lo mejor. Pero sin con anterioridad has comido atún fresco, el atún enlatado sabe a cartón mojado. El atún fresco era en definitiva Noah. La cuestión con Rafael me hizo doler el estómago, se suponía que yo buscaría el amor ahora, y sabía que eso de tener sexo en un primer encuentro no era un buen pie para encontrar el amor. Por lo que cuando me dijo para seguir la noche en su departamento, desistí. Él dijo que me llamaría y yo esperaba que fuese una mentira, y que no se convirtiese en un Alfonzo 2.0. De vuelta a mi auto me palmeo el rostro. ¿Qué estaba haciendo? Era una contradicción tras de otra. Me dije que buscaría el amor y mírame; me dije que me alejaría de Noah y estoy preguntando por qué tengo todos estos sentimientos hacia una noche loca con él. Él dice que yo soy su primer amor… ¿no tendrá que ver eso con que haya sido tan amable y atento conmigo? Ninguno de esos hombres me había tratado de esa manera, no nos conocíamos mucho, era lo evidente, pero con Noah sí fue diferente. Lo más triste es que no lograba recordarme de él. Buscaba su bello rostro, esos ojos espectaculares, esa cabellera brillosa, esos dientes blancos y perfectos, esa forma de cuerpo en algún compañero de colegio y no lo hallaba. A pesar de ser la Gorda Olivia, hablaba con algunos compañeros. Hasta tenía uno que otro amigo aquí y allá. Estaba agradecida con todos ellos pero a medida que pasaban los años me fui olvidando de estos porque es difícil mantener contacto con amigos del colegio. Sobre todo cuando eras una paciente bulímica y todo lo relacionado del colegio te provocaba ganas de vomitar. Noah… Noah… No ha comido… como si de un rayo se tratase recuerdo a un compañero de colegio. Se llamaba Noah, nunca supe su apellido, era muy alto para ser un niño de 8; también tenía mucho acné para serlo y tenía el cabello rapado siempre. Nos encontrábamos en recreo porque él era menor a mí y… era cierto, jugábamos a las cartas y me lloraba porque le acosaban como a mí. Yo era “Olivia la gorda” por mi sobre peso; y él era “Noah No ha comido” porque era muy flaco. Todo hace sentido para mí entonces. El no recordarle también, porque apenas fuimos amigos de recreo un año antes de que yo pasase a secundaria. En donde la historia del acoso se repitió, pero también lo de uno que otro compañero amigable. Hay maldad y bondad en los niños, Tata siempre me lo decía. Pero si no fuese por Tata, yo creería que todos eran crueles y malvados… ¿será que Noah no tuvo a una Tata en su vida y nunca pudo ver que la bondad también existía? ¿Y si me está diciendo la verdad sobre lo de su matrimonio? Yo necesitaba saber qué estaba ocurriendo, y no sabía por qué, sentía que necesitaba disculparme con él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD