La vida de una extraña se apodera de la mía.

1974 Words
En un lugar muy lejos de la ciudad, donde el sol brilla intensamente cada día, el clima perfecto, la cascada más esplendorosa del mundo entero, las flores y árboles adornan aquel pequeño pueblo en donde todos sus habitantes se tratan siempre con respeto, bondad, amabilidad y cariño. Un lugar en donde existe la felicidad. ¡Oh, por favor! ¿¡No van creer todo eso!? Nadie vive en un cuento de hadas, toda esa perfección termina cuando dejas de ser niño y descubres lo que es el mundo real. Hay personas buenas, claro, otras que lo son por conveniencia, algunas otras son malas y otras peores. Y también hay personas indiferentes, como yo, que no encajan en la sociedad. El mundo gira, y yo, sólo soy yo, una chica normal, llena de esperanzas, sueños e ilusiones, pero que eso no te confunda, no soy ingenua, conozco el mundo real y todas las terribles cosas que se viven en él. Es fácil ser niño, no tener que preocuparte por nada y ser feliz, por suerte me tocó ser esa clase de niña, aunque no todos corren con la misma suerte y hasta ahora logro ver lo afortunada que he sido. Pero había algo nuevo en mi vida, algo que ahora la cambiaba por completo. Escapaba de aquel lugar que me había visto nacer y crecer, dejaba atrás a mi padre, aquel amoroso hombre al que tanto amaba, pero que con su nueva decisión había cambiado mi vida. Era justo para él buscarse una nueva mujer, después de la pérdida de mi madre a causa de aquel terrible monstruo, el cáncer, él tenía todo el derecho de enamorarse de nuevo. Tenía sólo 10 años cuando mi madre desapareció de la faz de la tierra, me costó bastante comprender que no la vería más, no era tan pequeña, y la pérdida de esa hermosa y amorosa mujer nos había devastado a ambos, pero nos teníamos el uno al otro y eso nos hacía felices. Salimos adelante solos, pero juntos, hasta que hace un par de años esa mujer apareció en la vida de mi padre. Era una mujer oportunista, mi padre por supuesto era un adinerado hombre de negocios, y ese era el atractivo principal que aquella mujer había encontrado en él. Por supuesto, era un hombre apuesto, pero “esa” lo había “engatusado” de alguna manera y hace unos meses se había casado de nuevo a pesar de mi descontento. Esa mujer tenía ya dos hijas, eran igual de terribles que ella, sonará como un cuento de hadas muy popular, pero así era. Después de la boda tuve que compartir mi casa y mi vida entera con aquellas mujeres que hacían mi vida imposible, por supuesto jamás tuve que servirles, limpiar o hacer algo por ellas, mi padre pagaba por que alguien más se encargara de eso, pero siempre recibía desdén y malos tratos de “mi nueva familia”. Ese fue mi motivo principal para escapar de esa terrible vida que ahora tenía, después de pensarlo lo suficiente, las razones para dejar a mi padre eran fuertes que las que me ataban a él. El despilfarro del dinero que con tanto esfuerzo y trabajo mi padre había obtenido durante toda su vida, me hacía rabiar y no podía quedarme a ver como mi padre cegado por las atenciones de aquella bruja, lo dejaba pasar. Mi padre no estuvo de acuerdo con mi decisión, como todo padre sobreprotector, así que le prometí que me iría de casa para estudiar y buscar una mejor oportunidad de vida, que no quería siempre mantenerme de su dinero, quería esforzarme por mí misma y que me costara obtener cada comodidad. No me dejó ir con las manos vacías, me dio un poco de dinero, el que consideró suficiente para comenzar mi nueva vida en otro lugar. Llegué entonces al último lugar del pueblo del que quería despedirme, una hermosa cascada de agua clara, en la que había vivido bastantes hermosas cosas que jamás iba a olvidar. El crujido del pasto tras una pisada, atrajo mi atención y noté entonces la llegada casi sigilosa de mi amigo. -Hola, no esperaba encontrarte aquí –su sonrisa genuina me desconcertaba. -Nathaniel, tampoco esperaba encontrarte. Sólo he venido a pasar un rato de calidad en mi lugar favorito –mentí No podía contarle mi plan, sé que principalmente él se opondría a que lo hiciera, después de todo era mi amigo, un gran amigo. Pero justo eso pensaba de otro chico, Alexander, el que yo creía mi mejor amigo y mi más ferviente pretendiente, había hablado con él de mi plan, y me había juzgado loca, {“Como vas a irte del lado de tu padre a comenzar sola y sin dinero”} claro, hasta ese momento me di cuenta de que sus intereses hacia mí eran como los de esa bruja hacia mi padre, sólo por conveniencia, y no estaba dispuesta a tener otro disgusto así con Nathaniel, además no me permitiría irme. Como pude convencí a Nathaniel de regresar al pueblo, pues era hora de irme y comenzar mi camino lejos del pueblo, adentrándome a una nueva vida. Caminé y caminé sin parar, y sin mirar atrás, no quería arrepentirme de mi decisión, y menos volver a aquella casa en la que por esas nuevas mujeres ya no era bienvenida. Recuerdo bien la sonrisa de satisfacción de mi madrastra cuando se enteró de que quería una vida lejos del pueblo, debo admitir que ella me ayudó bastante para convencer a mi padre de dejarme ir. Caminé sin parar pensado y recordando muchos de los momentos que viví en el pequeño pueblo, dejaba atrás a mis amigos y mi familia, pero lo que más me dolía era dejar a mi padre, aquel amoroso e impecable hombre lleno de valores y ética que me había enseñado todo lo que sé y que ahora me hacía tomar la más difícil decisión de mi vida. Mientras me perdía en mis gratos recuerdos del pueblo, mi padre y sobre todo mi madre, noté que Alexander pasó justo al lado del camino en su enorme camioneta, me miró con desdén y negando con la cabeza, desaprobaba por completo mi decisión, pero justo ahora su opinión no valía nada para mí. ¿Cómo un tipo así fue parte importante de mi vida? esa falsa amistad y ese falso amor que me profesaba como tonta lo creí, pero ya no más, y al mirarlo recorrer el camino con esa mirada obstinada me hacía sentir aún más rabia porque había pensado en él como una buena persona y eso lo había hecho el acreedor de mi primer beso y de mis planes para mi futuro esposo. Me siento aliviada de que por esta decisión mis ojos se había abierto para descubrir la clase de persona que era en realidad. Estaba anocheciendo, entré en un hotel que quedaba en el camino. Tras recibir el pago, el hombre de la recepción me dio una llave sin tomar mis datos y subí de inmediato a la habitación que me esperaba para esta noche. Me di un relajante baño caliente, lo necesitaba después de haber caminado tanto tiempo bajo el sol. Caí rendida sobre la cama pensando en mi padre, ¿cómo iba a ser su vida ahora sin mí, con esas mujeres ambiciosas que lo rodeaban pero que él había aceptado en su vida? Parecía feliz con ellas, al contrario de mí, y debía dejarlo con esa felicidad aunque para mí era falsa. No puedo culparlo, después de tanto tiempo solo siendo nosotros dos, necesitaba de una mujer que le diera los placeres de la vida.   Desperté por la mañana, el sol había entrado por la pequeña ventana de la habitación, abrí mis ojos poco a poco acostumbrándolos a la nueva luz del día. Me preparé, aún me faltaba mucho camino por recorrer para llegar a la gran ciudad que me esperaba. Bajé las escaleras con el ánimo recobrado, pero no parecía estar nadie en la recepción. Escuché entonces un gemido y me asomé al otro lado del mostrador. Una escena terrible me perturbó, mis ojos ahora presenciaban a aquel amable hombre, que había visto apenas la noche anterior, sobre el piso con heridas fatales y apenas podía respirar. Tomé el teléfono y marque número de emergencias de inmediato. Me acerqué vacilante a aquel hombre, ¿qué clase de persona había podido hacer algo semejante? Si parecía tan buen hombre ¿cómo es que lo habían lastimado de esta manera? -Niña, escucha, necesito que me hagas un favor muy grande. No permitas que nadie te vea al salir de aquí, cuenta el suceso como lo viste hasta ahora –se esforzaba para ser claro con sus palabras -Pero… -Déjame hablar que me queda poco tiempo –dijo apresurado –Entra en la habitación no.1 sobre el escritorio hay algunas cosas que necesito que tomes, es un maletín, nadie, por nada del mundo debe verlas, sé cuidadosa y sigue las instrucciones de la primera carta. Es mi última voluntad, no sé si las autoridades lleguen a tiempo para salvar mi vida, por eso es que te pido que lo hagas. Apresúrate, que no deben tardar en llegar. No entendía lo que ocurría, como ese hombre ponía su confianza en mí, si era una completa extraña. A pesar de eso no podía negarme a su petición, su estado me hacía sentir que debía hacerlo. Entré a la habitación insegura de lo que hacía, caminé hasta el escritorio donde había un gran sobre amarillo sobre el maletín, y sobre este había nota “Toma el sobre y el maletín” es como si ya tuviera todo preparado para el incidente, como si desde tiempo atrás sabía que su vida corría peligro. Salí de la habitación con las cosas en mis manos apenas con el tiempo contado para la llegada de las autoridades. Los hombres uniformados llegaron al lugar, y unos hombres de bata blanca levantaban a aquel hombre herido. Conté las cosas como me había indicado hacerlo, con la verdad, pero sin mencionar las cosas que sin saber lo que eran, tenía ahora en mi poder. Después de la serie de preguntas de rutina sobre el incidente me dejaron ir enseguida, pues no tenían otro motivo por el que detenerme. Tuve precaución al salir, por suerte no parecía haber nadie a los alrededores de aquel retirado lugar. Mi caminar era largo, era un lugar deshabitado, el único lugar en kilómetros era justo ese hotel del que hace pocos minutos había salido. Después de algunas horas de camino, bajo la sombra de un árbol decidí tomar un respiro. Me senté sobre una roca redondeada y dejé mis cosas sobre el suelo. Miré el maletín que hace poco había tomado de aquella habitación y miré entonces una carta pegada encima del sobre “ábreme” decía en letras visibles. “>” “>” una fotografía de una mujer estaba anexada en aquel sobre. Continué leyendo tras la foto. “>”
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