Capítulo 41. Una verdad dolorosa para algunos y refrescante para otros.
Sebastian entrecierra los ojos, lleva una mano a la cien y suspira.
-- ¿A quien te estas refiriendo? --
Antonio dudo un segundo, tenía miedo de decir el nombre de la mujer que amaba. El coronel Durand lo miró con dureza.
-- No insistas más, Bonetto --
Antonio bajó la mirada por un instante, luego asintió.
-- Está bien. Pero quería aclararlo antes de que crucemos la línea. Ya sabes, esas que a veces no tienen retorno --
-- Lo sé --
Ambos se quedaron en silencio. Luego Sebastián dio un paso hacia él y le puso una mano en el hombro.
-- Confío en ti para esta operación. Quiero a todos listos en veinte minutos. Punto de reunión el comedor de la base. Vamos a necesitar cada centímetro de estrategia y cada gramo d
