—¿Qué haces aquí? ¡no me digas que vas a entrar! Alexander por favor ya tuve demasiado por hoy —este ignoró completamente mis palabras, quitó la ropa de su cuerpo, comenzando con su camisa, su sombrero, botas, pantalón y luego ropa interior, ahora caminaba justo hacia mi, ¡es tan sensual!, ¡¡es tan masculino!! y tan, ¡delicado!, me derrito de verlo así, mi mente se nubla por completo y mi cuerpo es quien habla, ni siquiera está aún lo suficiente cerca de mi, y mi corazón comienza a latir a mil por hora —¡¡¡No!!! ¿no tuviste suficiente ya?
—Por favor perdóname, pero, no digas nada si, no arruines el momento, ¡¡¡sería un gran pecado quedarnos con las ganas que nos tenemos!!! —iba camino a casa de Lucrecia, no tenía ni la más mínima intención de encontrarme a Mía en ese lugar, me gusta llega
