—¿Cómo la iba a detener? —este salió casi corriendo de la habitación y por supuesto salí detrás de él.
—¡¡Lo único que conoce es la casa de Daniel! Iré por ella —voy en busca de mi caballo, iré a buscarla a casa de ese bobo si es necesario.
—¡No! ¡No te preocupes!, ella no está con Daniel —al escuchar mis palabras se detuvo, volteó a mi y una vez más me agarró de los hombros.
—¿Tú sabes dónde está? ¡Dímelo Katia! ¡¡¡habla ya!!!! —ya me ganó la desesperación, no soy yo, estoy fuera mi, le hablé muy fuerte, a esta se le cristalizaron los ojos, lágrimas amenazaban por salir de sus ojos, así que bajé el tono —es una orden.
—Está en la cabaña y ya llegó, perdón, buenas noches —con lágrimas en mis ojos salí corriendo a mi habitación, se que me lo merecía, lo exploté hasta colmar su poca paci
