Inesperadamente, ella.

1499 Words
Afortunadamente para él, es el momento en el que Norman se dio la vuelta, al escuchar el murmullo de los demás invitados ante la llegada de los novios, y la oportunidad de Lorant para escapar al fin del espectáculo, y prestar atención a su amigo, envolviéndolo en un abrazo fraternal. _ ¡Me alegra que hayas encontrado un hueco para venir! _ Expresa Lorant agradecido. _ También me alegro de poder estar aquí, créeme. _ Se acerca y le susurra al oído. _ Se que no te lo hubieras pasado bien sin mi presencia. _ Le dice chistoso y ambos se ríen alegres de volver a verse, al mismo tiempo que la risa exageradamente alta y alegre de su padre llama la atención de ambos. Lorant mira asombrado y con una sonrisa en sus labios, deseando ver qué o quién, era el causante de la inusual alegría de su padre. Contrae el rostro al ver que se trataba de una mujer. Pero no cualquier mujer. Quiso mirar a su madre, pensando que tal vez esa escena no le gustaría para nada. Sin embargo, en el mismo momento, Norman toma muy naturalmente a la mujer de la mano y ella se gira hacia ellos con una hermosa y radiante sonrisa. _ Amigo, ella es Camila. Mi novia. _ Le presenta Norman, todo entusiasmado y orgulloso. La sonrisa que adornaba el hermoso rostro de Lorant fue borrada de repente. Los flashes no dejaban de capturar cada momento. La palidez que ahora se reflejaba en su rostro, el asombro entre ambos al mirarse no pasó, desapercibido ante la observación de los espectadores más cercanos a la escena. Camila, la mujer en cuestión, a pesar del color moreno oscuro de su piel, se había quedado blanca como el papel. No pudo ocultar su reacción de susto al ver a Lorant. Y él, parecía que iba a perder el conocimiento de un momento a otro. Se sintió caer en una especie de ensueño, y le perecía como si hubiesen quedado solos ellos dos en una escena donde los demás allí presentes no se percataban de la presencia de ellos. Se veía dentro de un círculo parecido a un halo que separa el tiempo y a ellos de los demás. Pasó un trago duro y cerró los ojos por un breve instante, intentando no caer ante la debilidad que estaba invadiendo su cuerpo, por el fuerte impacto en su corazón, que ahora pareciera querer salírsele por la boca. Mira a su alrededor y sí, parecía una aparición. Todos fuera de aquel halo de tiempo charlaban y reían de sus charlas. Solo ahí, dentro de aquel circulo de ellos dos, se había detenido el tiempo. El la miró y ella se veía asustada. _ Cam…Camila. _ Dice en un susurro apenas audible, por la resequedad en su boca. Pero quería hablarle, así que volvió a tragar tratando de recuperarse. Había mucho por decir, tenía muchas preguntas por hacer, quería saber tantas cosas. Respuestas. Necesitaba respuestas. Así que cuando recuperó la humedad en su boca, decidió al fin hablar y, … Entonces aquel halo de tiempo de solo ellos dos fue invadido de repente, sacándolo del trance y devolviéndolo a la realidad. _ ¡Hola! Soy Dana. _ Dana reaccionó la primera, tomando a su prometido del brazo y hablando directa y sospechosa a Camila, quien desvía la mirada hasta su interlocutora. Aturdida aún y sin saber qué hacer ante la situación, se asombra aún más al ver a la mujer frente a ella. _ Se… conocen? _ Interrumpe Norman, y pregunta apuntando a ambos con su índice, un poco también asombrado ante la reacción de su mejor amigo y su novia. Esta, que ya no entiende nada de lo que está pasando, y con deseos intensos de salir corriendo de aquel lugar, pero consiente de que ese sería su peor error, que debía calmarse y esperar con paciencia a que terminara todo esto, para desaparecer una vez más, mueve la cabeza rápidamente negando, toma el control de su mente, obligándose a actuar contrario de lo que quería, y extiende su mano a Dana en el mismo momento en que dice: _ Eh… No. No le conozco. _ Sonríe forzadamente, tratando de disimular ante el desconcierto del momento y, después de saludar a Dana, mira a Lorant, que se asombra al parecer aún más ante la respuesta de esta, y la mira sin decir nada aún, con su mano extendida hacia él, presentándose como si en verdad nunca lo hubiese visto antes. _ Mucho gusto. Soy… Camila. El pasa un trago nuevamente, remojando su garganta y tomó la mano que ella le ofrecía sin dejar de mirarla ni un instante, como si intentara decidir cómo reaccionar ante aquella situación. Aunque el roce con sus manos fue muy breve, fue lo suficiente para que ambos sintieran el impacto que causó en sus corazones. Frías y mojadas por los niervos, ella la retira rápidamente. El intenta recuperarse apartando la mira de ella y posándola en su amigo, que ya estaba un poco incómodo. _ Sí… _ Vuelve a mirarla. _ Mucho gusto. Soy … Lorant. Yo… solo te… te confundí con alguien más. Perdona. _ Ella lo mira por un breve momento y asiente, tomando a Norman de la mano. Detalle que no pasa inadvertido para Lorant, y que hace, que un sentimiento de ira y celos se despertasen en contra de su amigo, y ante la buena actuación de Camila. Habiendo salvado su madre la situación, ahora ocupaban todos sus respectivos lugares y, se procedió a continuar con la ceremonia de compromiso. Pero Lorant, no estaba escuchando nada de lo que decían, ni estaba pendiente de lo que sucedía a su alrededor. Solo una cosa pasaba por su mente: ya no quería comprometerse. La mujer que por tres años estuvo buscando había aparecido sin más, el mismo día y en la misma fiesta de su compromiso con otra mujer. Otra mujer que él no amaba, a pesar de que le había prometido hacerla su esposa para siempre. Pero esta ingrata mujer, que ahora aparecía sin más, siendo presentada además por su mejor amigo como su novia, se había ido sin siquiera despedirse de él. Sin un aviso, sin preguntar qué opinaba él o, siquiera cómo quedaría él sin ella. _ “Que no me conoce dice.” _ Pensaba él. _ “¡Hum! ¿Qué maldita payasada es esta? Claro que no es de extrañar. Siempre fue malditamente buena para disimularlo delante de todos. Ignorándome como si no nos hubiésemos devorado como locos apasionados y enamorados durante toda la noche.” La había visto siempre en la escuela de pasada y, aunque notaba su atractivo, nunca le prestó atención, como aquel último día del verano. Él y sus amigos se habían reunido para comer y beber algo. Y allí estaba ella. Trabajando en aquel restaurante, para poder pagar su matricula de la universidad. Ella se acerca hasta la mesa que ocuparon para tomar sus pedidos. _Oye. ¿Trabajas aquí? _ Le pregunta uno de sus amigos que la conocía, porque tomaban algunas clases juntas. _ Sí. eso hago. _ Dijo ella irónicamente, fingiendo una sonrisa. _ ¿Qué van a pedir? _ Lorant la miró al recordar aquel momento, cuando la vio con otros ojos por primera vez, y ya no pudo sacarla nunca más de su mente. Ella, trataba de aparentar calmada, como aquella vez, mientras tomaba el pedido de cada uno por separado. Pero se notaba que estaba incomoda. Sus cabellos risos, que ahora estaban pulcramente lisos, estaban recogidos en una coleta y, algunos mechones rebeldes caían sobre su rostro enojado, vaya usted a saber por qué, pero la hacían más hermosa, inocente, salvaje, rebelde. Solo sabía que, inusualmente, su estómago se había encogido, que su corazón palpitaba, desde cada dimensión de su cuerpo, y que esperaba ansioso el momento en que le tocara hacer su pedido. Cuando al fin llegó su turno, y sus ojos se posaron en él, sintió vergüenza al no poder hablar de inmediato, quedando bloqueado ante su mirada fija. _ ¿Tú no quieres nada? _ Le dijo ella burlona, y sus amigos se rieron disimuladamente. Pero la única mujer allí presente, sentada a su lado, le toma de la mano. _ Oye Lorant, haz tu pedido. _ Dice muy risueña. _ No la avergüences más cariño. _ Camila alza las cejas ante tal comentario arrogante, porque lo menos que ella sentía era vergüenza. Hace un gesto de desespero ante la demora, al ver que la chica pone un beso suave en los labios del chico. Al final, el cliente siempre tiene la razón, así que mejor era relajarse. Pensó ella y adoptó una sonrisa profesional, aunque fingida. _ ¡Oh vamos Dana, que no están solos aquí! ¡Déjalo ya quieres! _ Dijo uno de los allí presentes y todos comenzaron a reírse. Hasta que él al fin hace su pedido, sin poder quitar sus ojos de ella. ⁸
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