La hija del Sol

Trompetas

Apretó los labios y el fantasma de una sonrisa apareció en ellos.

-Ahora que las presentaciones están hechas y dejamos de ser unos completos desconocidos... ¿Podría permitirme vendarle esa herida?- Ella lo miró con clara expresión que mostraba su desacuerdo ante su aseveración.

-¿Por qué le importa?- Preguntó. -Ya le dije que su Therorse no me ha hecho ningún daño. No tiene ninguna responsabilidad.

-Porque las mujeres están locas.- Declaró el sin ninguna duda en su voz. Ella parpadeo sorprendida.­-No se puede confiar en ninguna, hoy me dice que todo esta bien y mañana podría decidir ir ante el consejo del rey y pedir una auditoría para denunciar el ataque de Nebel. Me exigirían que ejecutara a mi Therorse, y yo no lo voy a perder solo por el capricho de una mujer.

Mientras Vladimir explicaba, ella se inclinó para recoger una de las tiras que él había desgarrado, con tranquilidad se limpió la tierra que se le había adherido a la sangre fresca y procedió a envolverla. Vladimir se preguntó si ella realmente había escuchado una sola palabra de lo que había dicho.

Sus dudas quedaron resueltas cuando ella lo miró alzando una ceja, sin dejar de dar pequeños y delicadas vueltas con la venda a la herida sangrante. Sin duda tenía suerte de que Nebel no le hubiese arrancado la pierna.

-Habla como si pedir una auditoría fuera como pedir pan caliente.- Dijo ella burlona.- Y en tal caso solo tendrían que examinar de cerca mi herida. Por lo que pude observar tu Therorse tiene solo cuatro colmillos grandes, dos en la parte superior y dos mas en la inferior, los demás son también filosos pero tamaño promedio.- Ella explicó con calma, se desenvolvió la tira un poco, solo lo suficiente para mostrar parte de la herida. - Si observa bien, puede ver que todas las marcas de dientes de mi pierna, en su mayoría son parejas, por lo que se podría deducir que lo que me haya hecho esto tiene colmillos grandes y en toda la boca, con la fuerza necesaria como para arrancarme la pierna si así lo hubiese deseado. No digo que su Therorse no la tenga.- Agregó ella para no ofenderlo.­- Solo que apostaría que le llevaría más de un jalón.

No fue hasta que ella continuo con sus movimientos de manos para terminar de envolver la pierna que se dio cuenta que en algún momento se había acercado tanto a ella, pero su cara ya se encontraba a unos cuantos centímetros de la herida que pudo apreciar lo que ella decía.

Vladimir casi tuvo que tocarse la mandíbula para comprobar que no la tuviese en el suelo.

¿Arrancar la pierna?

El concepto generalizado que él tenía acerca de las mujeres se tambaleo. Él siempre había concebido a las mujeres como criaturas tontas, locas y frágiles, por eso siempre las evitaba, a excepción de las mozas de las tabernas y de ellas ni siquiera intercambiaba una sola palabra que realmente le interesase. Aun así estaba seguro que la simple mención de la palabra "Sangre" provocaría que se desmayaran.

¿Quién diablos era esta mujer?

Ella no estaba loca, estaba demente.

-¿Y a que criatura llegaríamos que fue el autor de tal herida?- Preguntó cruzando los brazos sobre su pecho, preparándose para el próximo disparate que saliera de esa mujer.

El sonido estridente de unas trompetas la salvo de contestar.

Ambos se congelaron y cada centímetro de sus cuerpos entró en tensión. Cada habitante del reino sabía el significado de esas trompetas y éste no era nada bueno.

-Maldición.- Susurró ella tan bajo que él no la escuchó.

Como si hubiese recibido una señal, Aldara vio como la criatura de cinco colas llamada Nebel inmediatamente se levantó y corrió a ponerse a un lado de su dueño. Juntos, hombre y bestia, representaban una imagen poderosa. Hubiera podido quedarse toda la tarde contemplándolos, pero no había tiempo.

Corrió a tomar sus cosas, tenía que abandonar la cueva cuanto antes. Estaba a punto de atravesar la ranura de roca cuando el robusto cuerpo de Vladimir se lo impidió.

-¿Eres estúpida mujer? Eso que oíste son las trompetas de advertencia de los Jinetes- Reprendió él tomándola del brazo-Algo muy malo debió haber pasado para que emitieran la alerta.- Agregó en voz sombría.

Por supuesto que ella sabía exactamente lo que significaba. Por lo mismo tenía que huir en cuanto antes, necesitaba encontrar a Bodgan.

-No voy a dejarte partir sola.- Advirtió él con voz dura cuando vio que ella tenía intención de desobedecerlo.

Por supuesto que ella entendía perfectamente su actitud hosca y protectora. Pocas veces las trompetas habían sido oídas en el reino. La última vez, había sido hace cuatro años. Un grupo grande de rebeldes que buscaban derrocar al rey, habían incendiado tres aldeas juntas. Cientos de hombres, mujeres y niños habían perecido en aquella terrible tragedia. Aunque gracias a la intervención de los Jinetes, se pudo evitar que el fuego siguiera extendiéndose y afectara a otras aldeas aledañas. Los responsables habían sido ejecutados al amanecer y sus cuerpos fueron colgados en las orillas del bosque n***o, lugar donde se rumoraba, que el resto de los rebeldes se ocultaban.

-Tengo que irme.- Insistió ella jalando su brazo para liberarlo del agarre que Vladimir tenía sobre ella. - Suélteme.

Se dio cuenta que prácticamente había gritado la orden, así que respiró hondo para calmarse. Perder los estribos solo empeoraría la situación.

-¿Acaso ese lugar a donde tiene que ir es tan importante como para arriesgarse a perder la vida?- Preguntó él. - Si es así como razona, ya no me sorprende que lleve semejante herida en la pierna.

Ella lo miró irritada, pero al instante supo que mantener una discusión con aquel hombre sería como hablarle a la pared. Había vivido toda su vida rodeado con ellos y sabia que la mejor técnica para conseguir cualquier cosa era aparentar darles la razón. 

-Tiene razón.- Dijo sumisamente. Él la miró con sospecha por su inmediato cambió de temperamento.

-Por supuesto que la tengo.

-De hecho, todo este ajetreo me ha ocasionado que me vuelva a doler mucho mi pierna.- Dijo con voz lastimera. Se tambaleo y esta vez él la sujeto para que ella no cayese.

-Por Dios mujer.- Exclamó él. La cara de la muchacha se había perlado de sudor y él la ayudo a sentarse. Al fin una reacción normal de una mujer, pensó él.

-¿Podría traerme un poco de agua?- Pidió ella en un susurro, sacando una pequeña botella de su bolsa.

Él frunció el ceño pero aun así tomo el frasco que le tendía. En cuanto Vladimir se giró y Nebel lo siguió, ella sonrió. Si podía esquivar a Bodgan, él sería pan comido. Se levantó y corrió hacia la salida tan rápido como pudo, escuchando el grito de Vladimir tras ella.

La sonrisa se le borró de la cara en cuanto detecto las fuertes y rápidas pisadas de Nebel que iban hacia ella, imágenes del Therorse lanzándose hacia su cuello hicieron que aumentara la velocidad, aunque era obvio que jamás le ganaría a semejante bestia. Aprovechándose de su conocimiento en el área, guió al animal hacia donde sabía con exactitud que había un pozo cubierto parcialmente de hojas. Una trampa que algunos cazadores habían puesto hacía algunos años para capturar presas grandes como osos. Ella esquivó las hojas, pero Nebel no, ocasionando que este cayera tal como lo tenía planeado. Con cuidado se asomó por la orilla y vio a Nebel mirándola enfurecido y emitiendo gruñidos bestiales, saltando por las paredes de tierra, intentando salir sin ningún resultado.

-Lo siento Nebel.- Dijo ella. La bestia le gruño en respuesta agitando sus colas y mostrando sus colmillos. -Vladimir te sacará, lo sé.

Levantó la falda de su vestido y corrió, ahora con el objetivo de encontrar a Bodgan. 

No había avanzado más de unos pocos metros, cuando repentinamente un caballo saltó con maestría las altas hierbas, quedando el hocico del animal a solo unos centímetros de su cara. Un paso más y la bestia la hubiera aplastado totalmente.

Retrocedió unos cuantos pasos por la sorpresa y el corazón se saltó un latido en cuanto su mirada se cruzó con la oscura y enfurecida expresión del Jinete.

Continuamos subiendo!