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2086 Words
Taehyung Los momentos felices, tristes llegan a mi mente recordando mi vida.   Aquellas rememoranzas que sacan lo mejor y también lo peor, aquellas que marcaron mi pasado y tal vez mi futuro. La pradera, las flores y las mariposas son mi mas preciado recuerdo. En ellos encontré la paz que no obtuve en el pueblo. Los diversos olores, colores y formas movían mi corazón de una forma cálida y suave. Siento frío, dolor, mucho dolor. Sí eso se siente estar muerto entonces no quiero. Abro lentamente los ojos y lo primero que mi adolorida vista capta, es la pequeña lámpara en forma de lobo que posa en la pequeña mesa al lado de la cama. Entonces no estoy muerto— pensé. Es de día y estoy en un lugar desconocido. La habitación es espaciosa, un sillón individual n***o a un metro al frente de la cama, una mesita con unos cuantos libros medianamente ordenados, un armario mediano y una gran alfombra negra que se extiende desde la entrada del cuarto hasta casi llegar a la cama. Mi cabeza duele y quiero llorar porque incluso respirar es difícil. No sé qué diablos pasó conmigo después de perder el conocimiento, pero no estoy nada feliz de estar sufriendo ahora. Traté de moverme un poco mi cuerpo, pero inmediatamente como intenté hacerlo me quedé quieto nuevamente. Mis ojos se llenaron de lágrimas y estoy seguro de que no faltaba nada para que empezara a llorar. El olor a ámbar que apenas logré captar me tranquiliza. Está impregnado en toda la habitación y de cierta manera logró apaciguar mi llanto. Quizá estuve muy distraído con el aroma porque no sentí el sonido de la puerta abriéndose. La cabellera negra que se empezaba a mostrarme sacó de mi mundo y me puso alerta. A pesar de no poder moverme, mis instintos se concentraron en el individuo que atravesaba el marco. Debo decir que ya sé de dónde proviene el olor a ámbar. Es jodidamente relajante, como una droga que se va acercando a pasos relajados hacia mí. No puedo no evitar bajar la guardia, mi Omega interno me afirma que no es malo, al contrario se mantiene moviendo la cola alegremente y se tumba panza arriba. Eso no era bueno. El hombre, que por cierto me está mirando con ojos que no logro distinguir hace mi piel erizar. Tiene una gran presencia que sin duda dice alfa. Sin tomar en cuenta su físico que ¡por la luna! El hombre debe ser muy codiciado. Una de sus manos se posa en mi frente. Es grande y áspera, no puedo no evitar cerrar los ojos ante el tacto del hombre. Es cálido y reconfortante. Esto me asusta, me gusta pero a la vez no. Estoy siendo tocado por un desconocido y mi Omega está muy feliz con eso. Con dificultad logro quitar la mano del desconocido de mi frente. No sé cómo lo hice, pero lo logré. Recordemos que me duele todo lo que se llama cuerpo y con el menor movimiento, puedo largarme a llorar. —¿Q-quien eres? - mi voz salió más rasposa de lo normal. No sé cuántos días llevo aquí y la garganta me duele. El desconocido solo me miró para después pararse y salir por la puerta. Bien, eso fue extraño. Sin embargo, agradezco que se haya ido. Su olor me estaba volviendo loco y no estoy muy seguro de porqué. La puerta se volvió a abrir y el mismo hombre apareció, pero esta vez, con una bandeja. Mi estómago gruñó al percibir el delicioso aroma a comida. —Debes tener hambre— ¡Luna santa, su voz !, No es tan profunda, pero de igual manera, logra mover algo en mí. Sin más deja la bandeja en la mesita al lado de la cama y me mira. Tal vez sea un hábito suyo el quedarse viendo a las personas. Jamás me había sentido tan intimidado con una mirada como la de él, ni si quiera mi padre podía intimidarme cuando estaba enfadado. Tal vez cuando lo hacía salir de casillas o usaba la voz de mando lograba hacerme temblar. Sin embargo, esos ojos tan oscuros casi llegando al n***o penetraban de a poco en mi, lograban hacerme sentir con la necesidad de obedecer, y no es que me gustara mucho la idea. —N-no tengo hambre— el gruñido de mi estómago me delató y de inmediato mis mejillas se colorearon de un tono rosa. No había que ser un experto para saber que estaba avergonzado. El me miró casi como queriendo burlarse. Lo maldije mentalmente, quien se creía que era para burlarse de la vergüenza ajena. —Tu estómago dice lo contrario, ven un poco zorrito. Lo miré alzando una ceja y me volteé para después asentir aún avergonzado. Estaba nervioso, más bien el hombre me ponía nervioso. P-podría ayudarme? - nuevamente sentí la sangre subir a mi rostro. El parecía confundido, supongo que debí explicarme mejor. No puedo moverme, me duele mucho el cuerpo y quisiera que me ayudara a sentar. El parecía entender y con extremo cuidado rodeo mi cuerpo cargándome hasta quedar sentado. Mentiría si dijera que no aproveché, para por unos escasos segundos, poder deleitarme con ese delicioso aroma a ámbar. Rodeé con mis brazos su cuello y mentiría si dijera que no me dolió. Casi quise llorar con el solo hecho de estar siendo movido de mi posición anterior. Un suave espasmo recorrió mi cuerpo al sentirlo olfatear la zona de mi cuello. No era incómodo, de hecho me hizo sentir una descarga eléctrica y una leve ola de nerviosismo. Sus brazos estaban tonificados, no en demasía, pero si lo suficiente, para dejar en claro que el tipo hacía ejercicio. Acercó la bandeja y la dejó en mi regazo, esperando pacientemente en que tomara el primer bocado. Con algo de delicadeza cogí la cuchara y me quedé mirando la bandeja, casi escaneando el contenido. Mi boca se volvió agua ante la sopa y el sándwich. Ya iba a obtener información por mi estado, solo debo recargar energías y enfrentarme al sexi hombre que sigue mirándome. No voy a negarlo, el individuo no está mal, sería un pecado decir que no está bueno. Inquisición, molestia ¿tal vez? No lo sé, su mirada me hace pensar que tal vez no está feliz por tenerme en su manada, de igual manera, soy un zorro, no pasará mucho para que logré escabullirme y escapar apenas pueda moverme libremente. La incomodidad es palpable. No estoy cómodo con un mirón inspeccionando como me alimento. ¡A duras penas he tomado tres sorbos de mi sopa !, Tengo mucha hambre, pero así como que no se puede. Pongo lo más gentil que se me permite la cuchara en la bandeja y lo miro directamente. Tiemblo por un momento, esto es nuevo y sigue sin gustarme, todo lo que quería decirle se desvaneció por un momento. Su rostro es tan tierno, pero maduro a la vez que no puedo dejar de mirarlo, me roba el aliento y un leve sonrojo cruza mis mejillas por tercera vez en el día. Compostura, mantén la compostura. Me aclaro la garganta desviando la mirada y otra vez más decidido lo encaro.— Disculpa, pero no me gustan los mirones. Puedo comer sin supervisión, gracias. — mi tono fue autoritario, uno que suelo usar pocas veces y que por cierto lo sorprende un poco. Aclara su garganta y su mirada sorprendida pasa otra vez a una neutra, pasa sus manos por el pantalón que lleva puesto y se levanta de la cama. Me mira otra vez solo por un segundo y va al sillón que está a unos metros de la cama. Por un momento pensé que se iba a ir de la habitación, pero no, solo se sentó ahí a leer un libro. Ya no me mira, eso es bueno, supongo. Ahora mucho más calmado vuelvo a la tarea de alimentarme, la sopa está deliciosa, un suave jadeo de felicidad sale de mi boca al poder comer tranquilamente este delicioso alimento. Quisiera comer con más delicadeza o gracia, pero la maldita hambre me está matando. El sándwich no se queda atrás, voy a tener que agradecerle a ese hombre por preparar tan exquisitos alimentos. Ok, puede que suene un poco exagerado, pero no se cuantos días he estado sin comer, y recuerdo que lo último que comí antes de dejar la manada fue una miserable manzana. Una vez terminada mi comida me aclaro la garganta llamando a la atención del hombre, el despega su vista del libro y ahora toda su atención está en mí. Estoy detestando que me mire de esa forma, quisiera golpearlo, pero recuerdo que estoy casi inválido y se me pasa. Además, dudo que pueda golpear a un alfa sin salir lastimado en el proceso. —Bien ..— empiezo. Para estos momentos no sé que decir y mis manos comienzan a jugar por si solas — Quisiera agradecerte por la comida, estuvo deliciosa. El deja su libro sobre la mesa nuevamente y se levanta. Trago grueso al ver como nuevamente se acerca, ese olor definitivamente me está volviendo loco. Toma la bandeja de mi regazo y la pone en la mesa de noche, se sienta en la cama y mi corazón se acelera. Pone su áspera mano en mi frente otra vez y me tenso. Mi Omega quiere restregarse en esa mano y dejar impregnado el olor, pero no, no voy a permitir que el estúpido zorro tenga lo que quiere, estoy empezando a hacerme una idea de porque quiere hacerlo y me da miedo la respuesta. —No tienes fiebre.— si me escapo ahora no le importará¿verdad? —Debes descansar ahora, aún no estás en condiciones de moverte. Me ayuda a acomodarme nuevamente y después hace el amago de levantarse, sin embargo se lo impido, quisiera tener algunas respuestas antes de dormir y por su mirada, intuyo que espera que hable rápido. —¿Podrías decirme cuánto tiempo he estado inconsciente? Y también exactamente qué pasó conmigo. Bien, estoy nervioso, muy nervioso. Creo que voy a explotar en cualquier momento, más bien, quisiera no estar pasando por tanta pena. El señor mirón parece que se está tomando su tiempo para pensar en lo que va a decir y, ciertamente, me da un poco de impaciencia. —Llevas una semana desde que te encontré— si pudiera abrir más mis ojos supongo que se habrían salido, pero creo que mi expresión es suficiente para parecer lo mayor sorprendido y causarle gracia.— digamos que si no hubiera llegado a tiempo estarías en el otro lado. Bien, le agradezco por eso, pero, llevo una semana dormido y un desconocido me ha estado cuidando después de que me salvó de ese oso, ah, quisiera llorar, pero no, Kim Taehyung a pesar de ser un llorón de primera no va a llorar ahora. Ahora solo va a lamentarse y esperar a que el hombre sexi continúe con su relato para hundirme en depresión. —Estabas muy mal cuando te encontré, te traje a mi casa medio muerto y logré curarte algunas de tus heridas, aunque tuve que llamar a Seokjin porque tenías tres costillas rotas— oh, así que eso fue lo que hizo crack cuando fui aventado— y con algunos de sus remedios caseros que por cierto tienes que tomar lograste mejorarte. Oh no, claro que no, no pienso tomar medicinas, las odio, las detesto con mi vida. No sé cómo habrá hecho para que me las tomara pero ahora que estoy en mis cinco sentidos no pienso dar un sorbo de esa cosa. —Quisiera agradecerte nuevamente ya Seokjin, por salvar mi vida, pero quiero decirte que no pienso tomar la medicina. Su cara se arrugó momentáneamente, supongo que no va a aceptar que no tome las medicinas. —Debes hacerlo si quieres mejorarte.— creo que está molesto, su tono de voz es firme y por alguna razón, me encanta. —No voy a hacerlo— lo reto — mejoraré por mi cuenta sin las medicinas. El bufa y se cruza de brazos aún con el ceño fruncido y me mira desafiante. —Bien, como quieras, de todas formas no es mi problema lo que te pase. —Bien— de igual manera me cruzó de brazos, pero al hacerlo el dolor se extiende haciéndome jadear. El parece preocuparse por eso y se acerca en serio para revisarme. —No hagas movimientos bruscos— su voz es suave otra vez— no quiero que te lastimes más— yo solo asiento dejándome llevar, sintiéndome casi adormecido. —¿Podrías decirme tu nombre?, Por lo menos debo saberlo si vas a estar cuidándome— una suave sonrisa me muestra y creo que voy a morir por lo tierna que es. Debería sonreír un poco más, se vería mucho más atractivo si lo hiciera.— Soy Kim Taehyung. —Jeon Jungkook. Su mano toma la mía y la acaricia mientras nuestras miradas se conectan por no sé cuánto tiempo. Solo sé que me pierdo en esos oscuros ojos y no sé si pueda escapar alguna vez de ellos.
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