Capitulo 6

1542 Words
Agnes Karsson La policía separa a Liam y a Magnus, el primero no puede con su borrachera y el segundo con su enojo. —Señorita, ¿Se encuentra bien?—asiento—deberá acompañarnos a la comisaría. Suspiro pensando que mi día no tendrá fin, me quedará aún menos tiempo para empacar e irme de nuevo a trabajar mañana temprano. Después de salir de la comisaría, lo cual no tomó mucho tiempo, solo pusieron en aviso a Liam y Magnus que para la próxima no lo dejarían pasar, ambos tienen amigos dentro pero eso no los hace exentos de la justicia, mucho menos por abuso. En el caso de Magnus debo estar agradecida por defenderme, después de todo no tenía que meterse en los abusos de Liam pero lo hizo, y aún después se ofreció a llevarme a casa. No sé que es más incómodo, que me haya defendido y visto la parte mas oscura de mis últimos días o el silencio que se instaló apenas entramos en el coche. —¿Estás bien?—lo observo extrañada por su repentina actitud condescendiente. —¿Yo?—pregunto aunque es obvio. —No, la reina de España—rueda los ojos. —Pues ella debe estar bien, con más tranquilidad que yo seguramente—suelto sintiendo una punzada en mi cabeza. Ya el cansancio y el estrés me están pasando factura. —¿Quieres comer? —No te preocupes por mi, estaré bien, es solo un mal día.—suspiro por décima vez esta noche. El no dice nada y me deja frente a mi edificio, en el cuál quitaron el "en venta" Es un buen lugar, supongo que por eso lo compraron rápido. —Ya lo compraron por lo que veo—señala y yo asiento sin saber cómo estaba enterado de su venta. Tal vez pensé en voz alta. Bajo del auto sin decir nada y me adentro en el edificio, subo hasta el departamento en dónde me lanzo en el mueble agotada, ya tendré tiempo en la madrugada de hacer maletas. No sé a dónde llevaré mis cosas, de lo único que estoy segura es que mañana será un día largo. Muy pero muy largo. (...) Despierto por el típico sonido de mi alarma, gruño al darme cuenta que no puse otra para hacer las maletas mas temprano y que probablemente llegue tarde al trabajo. Me levanto de un salto y corro al baño para darme un baño de gato y luego comenzar a hacer las maletas, tengo que sacar todo antes de irme al trabajo o se encargarán de sacarlo por mi. Mi teléfono suena varias veces y al tomarlo me doy cuenta que es Magnus. No no no... ¡Voy una hora tarde! —Lo siento Señor Lindberg, ya voy para allá... Se me hizo tarde y... —Tienes mucho trabajo y decides llegar tarde, llega rápido o voy a despedirte—cuelgo apresurada y termino de poner mis cosas en una caja apresurada. Tomo un taxi sin saber dónde voy a dejar las cosas mientras trabajo. No quiero molestar a Gissele, mucho menos a mi hermano quien ni siquiera está en el país. Tendré que llamar a Selene. Sin otra opción más que esa llamo a mi prima quien contesta casi enseguida. —¿¡Por qué no has llegado!? El jefe está que hecha fuego por la boca. —Selene necesito dejar mis cosas en tu casa, si pudiera quedarme unos días...—digo apresurada. —¿Qué ocurrió con tu departamento? —Es una larga historia, no puedo contarla ahora—la urgencia por llegar a trabajar y que no me despidan es más grande que cualquier otra cosa. —Agnes, hay mucha gente en casa, muchas visitas, mis padres están muy estresados y dudo que les agrade la idea... —Aunque sea dejame quedarme en tu auto estos días. —Bien, te enviaré la llave con uno de nuestros compañeros. Suspiro aliviada y minutos después veo que llega un chico a darme la llave del auto de Selene, meto todas mis cosas en la maleta y asientos traseros. Subo rápido el ascensor y me pongo en mi puesto de trabajo, Selene me tiende un par de carpetas y me pongo junto a ella a organizar todo lo necesario para una nueva linea de ropa, por lo que veo empezarán una nueva colección. Y Emma Johansson está involucrada, eso es lo mejor. (...) —Selene...—la llamo aunque está muy concentrada—¡Selene! Su mirada me fulmina por interrumpir su momento de descanso además de su cita con su libro, sin embargo esto es realmente grave. —¿Quién es ella?—expreso con una incomodidad que no se de dónde viene—Dicen que está con el Señor Lindberg. —Es una modelo que pasó por su cama, más nada que eso, pero hay que intentar bajar eso de las redes antes que el Señor Lindberg lo sepa, sino vamos a ser víctimas de su mal humor. —Que dramática. Ruedo los ojos pero entonces lo vemos llegar desde lejos, su semblante no dice nada bueno y eso me asusta un poco, ya de por sí estaba enojado por mi retraso. —¿Cómo permitieron que esto se hiciera viral?—pregunta y Selene se pone pálida. —Hasta dónde se ese no es nuestro trabajo, los chismes se los crea usted mismo con su reputación de picaflor. Suelto lo que llevaba atorado en la garganta desde que ví esa foto, ¿Por qué me molesta? No lo sé, pero no dejaré que me regañe por algo que no me incumbe. —¿Qué te importa si soy o no un picaflor? En lo que vieron la publicación debieron llamar a la revista. —Si no le importa mi opinión la suya también metala dónde no le llega el sol—me levanto de la mesa de la cafetería y jalo a Selene para que venga conmigo para ir directo a la oficina. Si quiere que resolvamos sus problemas tan siquiera debe ser amable. Mis problemas son suficientes para también cargar con su mal genio. —¿Sabes que pueden despedirnos verdad?—pregunta y yo me encojo de hombros. —Que me despida si quiere, ya tengo suficiente con no tener donde quedarme. —Siento no poder ayudarte. Niego con la cabeza, ese tampoco es su problema, debo ordenar mi vida sin meter a nadie por mi. Al caer la noche vuelvo a quedarme hasta tarde, le pagué el taxi a Selene para que me deje su auto, dado que ahí dormiré hasta que me paguen el primer mes. Tomo mis cosas y camino hasta afuera donde respiro profundo para no llorar. Me repito mentalmente que es solo otro mal mes, que todo se arreglará, pero las esperanzas se ven tan lejanas y mi sueño también, mi boutique... Las cosas no eran tan difíciles cuando tenía a mis padres, ellos así no pudieran ayudarme mucho económicamente siempre me dieron todo el apoyo posible, para que estudiará y fuera mejor que ellos. Me siento en el auto con la ventana abierta para no ahogarme y mis lágrimas empiezan a salir, empiezo a drenar todo lo que no había podido, golpeo el volante enojada conmigo misma por permitirme estar en la calle, por no dejar mi sueño y tener una mejor vida. Pero no creí que todo se descontrolara de esta manera. Veo una sombra delante de mi y me giro para ver a Marcus afuera del auto. Seco mis lágrimas con rapidez y frunzo el ceño recelosa. ¿No se había ido ya? —¿Necesita algo Señor?—pregunto con la voz quebrada aun intentando recomponerme. —Tu eres la que necesita un trago—dice abriendo la puerta y por un momento le da un vistazo a las cajas detrás de mi. Decido hacerle caso y salgo del auto. No pierdo nada con tomarme una copa, a lo mejor y se me olvidan mis desgracias un rato. Subo a su auto con cansancio y me quedo viendo por la ventana en silencio, de vez en cuando siento su mirada sobre mi pero no digo nada. —¿Como acabaste en la calle?—su curiosidad me molesta por un momento. —No quiero hablar de eso. Un asentimiento es todo lo que recibo de su parte. Al llegar a un bar muy conocido, y evidentemente muy caro, bajamos sin más. Sus ojos miran mi vestimenta y se que no me veo bien. Sin embargo a el no parece importarle. En la entrada le dice algo al guardia y este nos deja pasar. Nos sentamos en unos muebles en el área vip donde muchas mujeres, y cuando digo muchas hablo de un grupo grande, se ponen a murmurar entre ellas mirándonos y algunas señalan a Marcus. —Eres muy popular—señalo y el asiente con una sonrisa, me pasa la copa que acaban de traernos. Luego de esa copa, traen otra, y luego otra, y poco a poco voy olvidando hasta como me llamo, lo último que recuerdo es estar sentada en las piernas de Marcus con un velo en mi cabeza y un flash frente a mis ojos.
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