Agnes Lindberg
Llegamos al hotel luego de un día bastante largo y movido, aun asi no me siento cansada en absoluto, amo la ciudad y la vista que tengo desde el balcón en la habitación, sin embargo al entrar en ella sonrío como tonta al ver un camino de rosas que me llevan hacia el balcón donde hay una mesa con dos copas, una botella de vino y en letras grandes sobre la baranda del balcón unas letras que dicen claramente un:
"¿Quieres casarte conmigo?"
Esto me deja sin palabras, y Marcus se planta frente a mi de rodillas para darme un anillo que debe ser de diamantes porque brilla como nada.
—¿Por qué?—pregunto y el me mira confuso—¿Por qué hacer esto si tenemos un contrato?
No lo puedo entender, si igual vamos a casarnos, ¿Por qué pedírmelo?
—Porque no quiero que envidies a nadie
