El Señor S. levantó dos dedos sobre su rodilla, la seña específica para que Lamy se recostara contra él, como lo haría un perro en busca de atención, como le gustaba comportarse para sus Amos. Lamy recostó sus pechos a las piernas de él mientras su rostro rozaba sus muslos, pidiendo su atención, buscando su aprobación. Cíen dejó caer la palma abierta sobre uno de los glúteos de Lamy y esta brincó gustosa por aquel gesto, queriendo más. Isabella se sentía de sobra viendo la interacción, sin embargo no pudo evitar sentirse dentro de una de esas películas pornográficas que tanto le gusta ver, así que silenciosa observó. Cíen miró a Isabella quien se fijaba en cada cosa que la sumisa hacía y abrió sus pantalones atrapando la mirada de ambas. Sacó su pene y lo frotó un poco mientras a Isabel

