Dean. Llegar a mi penthouse y ser recibido por un aroma exquisito, encontrar a mis hermanos de pie en la cocina en lugar de estar en sus despachos, y que aquella atractiva rubia me dijera "Bienvenido a casa", fue un cúmulo de sorpresas que jamás anticipé. No obstante, debo admitir que me resultó gratificante. La cena fue sublime, solo superada por los platos que prepara mi madre. Mientras terminábamos, la farsa de la convivencia se ponía a prueba. —Emely, déjame lavar los platos. Te tomaste la molestia de cocinar para todos —insistió Darren por quinta vez, acercándose al fregadero. —Puedo hacerlo, Darren, y además, le prometí a Dennis que dejaría la cocina exactamente como la encontré —replicó Emily con una sonrisa, frotando un plato. —Aun así, quiero ayudarte. —Tú tranquilo, no es

