Darren. Entramos en la suite que habíamos reservado. No queríamos ser una molestia en casa de Stefan; era mejor tener nuestro propio espacio, nuestro santuario privado. Emely recorría la habitación con la mirada, absorbiendo cada detalle, pero era el vestido lo que capturaba toda mi atención. Se ajustaba a su cuerpo de una manera jodidamente sexy, resaltando su hermosa y trabajada figura. Henry estaba haciendo un trabajo magnífico diseñando sus atuendos. —Esta habitación es sencillamente maravillosa —Se giró hacia nosotros, y una sonrisa genuina iluminó su rostro—. Aún no puedo creer que me hayan dado esta sorpresa tan increíble. —Este es un momento crucial para ti y tu carrera, Emely —dijo Dennis, acercándose—. Era impensable dejarte sola en una noche como esta. —Dennis tiene toda la

