El metal frío penetraba a través de los guantes, logrando llegar hasta su piel. Luca tragó duro, mientras observaba la pistola dormitar entre sus manos, la primera que sostenía y la última que quería tener a su alcance. Aquello estaba muy mal y él lo sabía perfectamente, sin embargo no había nada que él pudiera hacer para impedir el destino que ya estaba escrito. —¿Te encuentras bien?—susurró Aron, cuya sonrisa y mirada vibrante se habían esfumado. Luca volteó hacia su amigo, solo para encontrarlo con la misma expresión de incertidumbre y temor en sus facciones. Ambos sabían que algo malo ocurriría, tenían la vaga sensación, como si un sexto sentido les advirtiera al respecto. —Si, es solo que jamás sostuve un arma—susurro el chico de mirada tormentosa algo afectado. En aquel moment

