Capítulo 3

1402 Words
Roma Italia. Domingo 04 de febrero, 2017. Capítulo 3. Pierce Seymour. Llegamos al hospital, e inmediatamente Chiara fue atendida por un grupo de especialistas. Para coincidencia de la vida, el doctor y la enferma son dos conocidos míos, ambos personas increíbles, así que harán un buen trabajo con Chiara. Dejo en las manos de ellos a Chiara para que se ocupen de ella y sí a pesar de al parecer ni tiene más que una herida, esta empapada y en estado de shock, creo que aquí al menos tratarán de calmarla. Harán lo necesario para su paciencia salga de aquí en un mejor estado. Hace unos minutos Gino recibió la llamada de la policía, misma a la que había llamado en el transcurso de nuestro viaje hasta aquí, pero le pidieron la dirección de su casa, le pidieron permiso para hacer la inspección necesaria en este tipo de situaciones y no es hasta ahora que le regresan la llamada. Espero al menos que hallen algo para que los ayude a dar con el agresor de Chiara. Lo veo caminar con desesperación y frunciendo el ceño. Algo no está bien... Estampa el pie contra el suele con cerámica del hospital con coraje. — ¿Qué me están queriendo decir? —pregunta enojado. — ¿Qué pasa? —pregunto poniéndome de pie. Él no dice nada y se concentra en la llamada—, pon el altavoz. —le indico y esta vez me hace caso. —Señor Müller, no hemos podido encontrar ninguna pista o señal que nos indique que realmente intentaron asesinar a su hermana. Deje esto por la paz. —dice la voz de una mujer, intento explicar sin que Gino se enoje. —Es absurdo entonces, ¿Qué me está queriendo decir? ¡Mi hermana no quiso matarse, alguien estaba allí! —exclama lleno de coraje. —Le pedimos que se tranquilice, lamentablemente hasta que no podamos determinar que realmente lo que pasó hoy en la mañana fue un intento de homicidio la policía no puede intervenir. Quizás debería mantenerse más al pendiente de su hermana o me temo que el tribunal retirara su lugar como tutor de la señorita. Tenga buen día. —no dice más y le cuelga. — ¿Eso fue una amenaza? —se cuestiona suspirando en el proceso. —Creo que deberías tenerlo en mente. —manifiesto volviendo a tomar asiento al lado del consultorio en el que está siendo atendida Chiara. —Cómo es que notaste que ella no quiso suicidarse. Ni siquiera yo que la conozco de toda la vida llegué a esa conclusión tan rápido. —interroga cruzándose de brazos. —Creo que fue... —mis palabras se quedan en el aire cuando vemos al médico que atendía a Chiara salir de la habitación. — ¿Cómo está? —cuestiona rápidamente Gino. —La señorita Müller se encuentra sedada desafortunadamente, debimos hacer esto porque no permitía para nada que alguien se acercará a ella. Su estado es complicado y no porque sus heridas sean graves. Hablo de su estado psicológico. —dicho lo último me mira y se encoje de hombros. — ¿Tuviste que sedarla? ¿No hubo otra opción? —niega con la cabeza. —No, golpeo a Elena y luego hizo que se golpeara la cabeza contra un gancho en la cabeza y le sangro. Me obligado a hacerlo. —me mira de pies a cabeza. — ¿Qué...? —nos alejamos un poco de donde esta Gino. —Está enojada, ¿Sabes? —me encojo de hombros—, hace semanas que esperaba para volver a verte por aquí y cuándo lo hace vienes con una chica en brazos. —indica con seriedad. En el pasado, cuando tan solo hacia practicas aquí para terminar de graduarme fue cuando conocí a Elena De Luca y luego a Aslan, pero antes de él llegará Elena y yo nos habíamos hecho muy unidos, cualquiera creería que éramos pareja, lo cual se hizo real cinco meses después. Pero nuestra relación no duro mucho después hasta después de dos años que yo terminé mi carrera. Tuve que irme, por mis estudias mismos. Pero ella lo tomó a mal, y dio por terminada nuestra relación. Respiro profundo. —Sabes que entre Lena y yo todo termino. —digo mirando para encontrar una respuesta de su parte. —Pierce... —muevo la cabeza, negando. —No, ya no hablemos más del tema. No me hagas recordar que a pesar de ser amigos, no había pasado ni un año de mi ruptura con Lena y ustedes dos se acostaron. —él frunce el ceño, enojado. —Como quieras, no voy a sentirme culpable. Sabes que nunca te he mentido en cuanto mis sentimientos. Pero quiero lo mejor para Lena y si ella cree que tú la puedes hacer feliz, que así sea. —le resto importancia a lo que dice. —Quiero verla, ¿Puedo? —pregunto regresando a la sala de espera cercana a la habitación de Chiara. — ¿A Lena...? Creí que no... —lo interrumpo. —No, hablo de mi paciencia, de la señorita Müller. —señalo parándome firmemente. —Debería verla primero su hermano, él es parienta de la paciente. Tú tan solo eres su psicólogo, ¿O no? —cuestiona él alzando una ceja. — ¡Ya basta! —sentencia Gino enojado de escucharnos discutir. —Iré a revisar a la paciente y en un momento le diré cuándo puede pasar a verla señor Müller. —así Aslan se retira mirándome de manera fría. — ¿Lo conoces...? —pregunta Gino. —Sí, a él y a la enfermera. Fuimos compañeros hace años. —Gino asiente mientras me escucha—, pero hubieron situaciones que nos hicieron alejarnos un tiempo, y apenas hoy los volví a ver a ambos. —De acuerdo. Mira entiendo que tienen una relación complicada, pero por favor, no lo discutan aquí. Quisiera que Chiara no se vea metida entre discusiones. —No tienes que preocuparte. Se hacer bien trabajo y me aseguraré de separar lo personal de lo laboral. —indico diciendo únicamente la verdad. —Confío en ti, voy a pedirte también que no le insistas a Chiara sobre lo que sea que le sucedió en casa. Ya hablé con unos conocidos para que nos den alojamiento en sus habitaciones para huéspedes. —suspiro mirando a otro lado. —Si te parece bien, podrían quedarse en mi casa. Hay varias habitaciones y tan solo uso dos. Además si alguien está detrás de Chiara principalmente, en mi casa estarán un poco más seguros que en otro lugar. —él mueve la boca y los ojos, una señal de duda—, por favor considéralo, no voy a cobrarles nada, ni a pedirles nada. Será mejor para ella y por ende para ti. —Está bien... —accede. La puerta frente a nosotros se abre, dirigimos nuestras miradas hacia ella pero la persona que tenemos delante es Elena. —Señor Müller, buen día. —saluda con su particular sonrisa—. Pierce... Hola, ¿Crees que podamos hablar un momento? —intento negar ante su pedido pero me interrumpen. —Ve, estaré aquí para mi hermana si ella despierta. —No lo hará hasta unos diez minutos más. —indica Aslan saliendo también de la habitación. Asiento en dirección a Elena. —Vamos. —caminos hasta un salón vacío, supongo que la cafetería, en estas horas no suele estar abierta hasta que no haya alimentos listos para vender. —Y bien. Que es lo que deseas charlar conmigo. —me cruzo de brazos parándome frente a ella. —puedo ver un pequeño parche en la esquina izquierda de su frente. —De nosotros... —Lena, no te mientas a ti misma bien sabes que el nosotros no volverá a existir, simplemente no fue algo que podíamos tener la avaricia de conseguir. —mira hacia el suelo en un momento. —Lamento lo que paso, con... —la interrumpo. —No, no te disculpes. Nosotros ya no éramos nada el uno del otro. Eras libre de rehacer tu vida. Son cosas que pasaron. —ella suspira largamente. —Pero Pierce, por favor. Piénsalo, nosotros podríamos... —Lena, por favor, no nos engañemos. No funcionara. —a pesar de que solo digo lo que siento, sé que ella no quiere escuchar esto, pero es lo correcto. —...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD