Dos lindas estudiantes

2295 Words
Eran amigas, siempre lo habían sido. Su amistad se había desarrollado con la rapidez con la que se desarrolla un rayo, sin embargo a diferencia del rayo la relación no había resultado para nada efímera. Carolina y Sofía, esos eran sus nombres. Ambas muchachas jóvenes, estudiaban juntas y de hecho era ese el modo en el que se habían conocido. Su amistad había iniciado en los años de preescolar y posteriormente nunca había sufrido ninguna ruptura. Estaban juntas esa mañana, siempre lo estaban, se habían sentado en uno de los bancos del colegio esperando el inicio de las clases como siempre lo hacían, comentando cosas banales solo para pasar el rato. Ambas eran infantiles, jóvenes en estado de adolescencia pero al mismo tiempo lo suficientemente mayor para tomar decisiones y que como cualquier otro deseaba crecer más rápido en busca de las libertades adultas. -Mira allí están las zorritas- se escuchó de pronto en lo que pretendía ser un susurro. No obstante todo aquel que las conociera sabría que las personas siempre susurraban a su alrededor con la intención de que todo aquel que estuviera lo suficientemente cerca pudiera escuchar con claridad lo que se decía de ellas. Carolina y Sofía voltearon a ver quiénes eran los que hablaban esta vez y sin mucha sorpresa notaron que se trataba de una serie de muchachas que estudiaban con ellas en la misma aula. Ambas observaron con fastidio el desarrollo de la conversación en susurros gritados para luego de unos segundos seguir en lo suyo, la verdad era que todo aquello había perdido la novedad hacía mucho tiempo ya, ambas se habían acostumbrado y aceptado el trato de ostracismo como una muy buena amiga y es que ellas mantenían sus razones en secreto. Todo aquel tema, que resultaba ser un rumor total, se había esparcido como la peste negra con las consecuencia de la gripe española y el origen real se debía a unas tontas que había escuchado por accidente una conversación bastante subida de todo en el baño. Carolina y Sofía no lo habían hecho a propósito y habían estado hablando de la posibilidad de intimar por primera vez, ni siquiera había sucedido pero como siempre las malas palabras y malas obras resultaron ser dañinas y al momento de acabar las clases de ese día ambas habían sido nombradas las nuevas meretrices del colegio, por mencionar el nombre más bonito que pudieran decirles. En los días siguientes, la historia se había expandido, llegando a ser escuchada por los profesores y directivos del lugar, eso había terminado en un revuelo, pero más allá de utilizar a una profesora como chivo expiatorio para ofrecerles consejos no había sucedido nada. Finalmente Carolina y Sofía se habían quedado con el apodo inmerecido y aunque resultara desagradable, en muchos de los casos también les había traído cosas buenas: de pronto todos los muchachos del colegio las conocían y las buscaban, la atención no estaba mal, los profesores muchas veces les colocaban buenas notas buscando mantenerse alejados de ellas y la mala opinión que las rodeaba, en algunos casos incluso habían notado como padres respetuosos les habían lanzado miradas lujuriosas poco propias de adultos serios, responsables y comprometidos en una relación matrimonial. Era de esa forma como la leyenda que había iniciado con un rumor se había vuelto totalmente realidad. Todo sucedió de forma bastante simple, un día como cualquier otro, uno de los padres que buscaban a diario a sus hijas las había mirado con ese extraño anhelo tabú  y ambas lo habían notado, aquello había resultado hilarante ya que aquel señor era el padre de una de las muchachas que más las llamaba “zorritas” a la menor oportunidad que se le ofrecía. Así que ambas por venganza habían decidido corresponderle con sonrisas inocentes cada vez que lo capturaban observándolas, por supuesto eso había sido toda la invitación que aquel hombre necesitaba. Los días siguientes ambas habían recibido y enviado mensajes con Rodolfo, ese era su nombre, hasta que en el orden natural de los hechos todo había terminado en conversaciones calientes. Ya para este tiempo Carolina y Sofía no se leían ni comentaban las conversaciones mantenidas con Rodolfo, de hecho todo el tema les resultaba incómodo porque a ambas les gustaba el mismo hombre, eso nunca les había sucedido y como jóvenes infantiles que pelean por la propiedad del juguete, ambas le habían enviado el mismo mensaje: “¿A cuál de las dos prefieres? Tienes que decidir”. Su respuesta sin embargo, las había sorprendido a ambas “Me gustaría tenerlas a ambas”. Ellas se habían mirado con los ojos muy abiertos de la sorpresa pero no habían dicho nada. El mensaje inesperado había sido el origen, de la angustia de ese día. Rodolfo les había pedido hacer realidad su fantasía y ellas no habían podido negarse, una parte bastante competitiva les impedía retirarse y dejárselo a la otra por lo que luego de terminar  las clases, él las había invitado a su casa ya que al parecer iba a estar sola. Ellas simplemente consintieron y se fueron juntas al lugar. Al llegar allí, ambas se encontraban muy nerviosas pero ninguna fue capaz de admitirlo, se dirigieron al número de la casa que Rodolfo les había indicado para ser recibidas por él. -¿Cómo están?- Preguntó Rodolfo con sonrisa permitiéndoles entrar. -Bien- fue la escueta respuesta de Carolina. Sofía no dijo nada, solo sonrió. -Pasen- las invitó él -¿quieren algo de tomar? -Agua, por favor- respondió Sofía mientras caminaban a la cocina. Rodolfo sirvió agua para ambas aunque Carolina no lo había pedido, se sentó junto a ellas en el mesón de la cocina y las observó tranquilamente por unos minutos. -Yo… supongo que si ambas están aquí es porque están de acuerdo con mi petición- comenzó él -o al menos espero que eso sea lo que signifique. -Nos querías juntas- dijo Carolina bajando el vaso con algo de temblor -y aquí estamos. -Muy bien, entonces subamos- fue la simple conclusión de Rodolfo. Ambas jovencitas se levantaron y lo siguieron todavía nerviosas, mientras subían las escaleras de la casa podían sentir como él las observaba. Carolina era una muchacha delgada con un cuerpo desarrollado, de cabello n***o, largo y lacio con ojos y rasgos bonitos, Sofía era más delgada pero poseían bastantes curvas, su cabello era largo, castaño y rizado con rasgos dulces, ambas llevaban su uniforme del colegio que consistía en una camisa de color beige, una falda azul oscuro, medias blancas hasta la rodilla y zapatos negros. Llegaron finalmente a la habitación y los tres pasaron, Rodolfo cerró la puerta y procedió a sentarse en la inmensa cama que ocupaba el lugar mientras ellas permanecían de pie una al lado de la otra. -¿Qué es lo que quieres que hagamos?-preguntó Sofía entonces con suave voz nerviosa. -Yo sé que están nerviosas- dijo Rodolfo notando la actitud de ambas -pero solo tienen que hacer lo que yo les diga, ¿está bien? Ambas asintieron. -Si algo no les gusta solo tienen que decirlo, no pasa nada- dijo él recostándose un poco. Ambas asintieron nuevamente. -Muy bien, me gustaría que comenzaran por quitarse la camisa- pidió él con emoción. Ellas obedecieron la orden, lentamente se quitaron la camisa y la dejaron caer al suelo. Carolina y Sofía se observaban, cada una llevaba un sostén bonito, con flores o corazones. -Ahora el sostén- pidió Rodolfo. Ambas se quitaron la prenda con algo de reticencia pero, cada pieza terminó en el suelo junto a las camisas. Los pequeños pezones de ambas se alzaron aunque ninguna los cubrió debido a la mirada que Rodolfo les lanzaba. Carolina pudo observar como los pantalones de Rodolfo aumentaron de tamaño mientras ellas quedaban desnudas. Le ofreció una mano a cada una y ellas instintivamente se acercaron a él. Rodolfo comenzó a acariciar suavemente sus pechos y ellas comenzaron a sentir cosas extrañas. Carolina sabía que lo que estaba sintiendo en ese momento era deseo, uno de sus novios le había tocado los pechos antes y le había gustado. Sofía, sabía que el deseo estaba haciendo mella en su cuerpo por las veces en que se había tocado a sí misma en su habitación. Ambas se dejaron hacer y comenzaron a disfrutar. Carolina comenzó a frotar los hombros, cuello y cabello de Rodolfo al oír como este gemía. -Tócame- pidió él a Sofía observando su m*****o. Ella por supuesto lo hizo, se acercó lentamente y comenzó a acariciarlo como supuso que él querría y le gustó escuchar sus gemidos como respuesta. Ambas comenzaron a sentirse cada vez más excitadas, sus pezones se levantaban y su ropa interior se mojaba. Sofía se arrodilló frente a Rodolfo y desabrochó sus pantalones, en ese momento Carolina se arrodilló con ella y ambas terminaron de deshacerse de los pantalones molestos. El pene de Rodolfo saltó y se movió mientras ambas lo miraban atentamente, era grande, grueso y de su punta sobresalía una pequeña gota. -Bésalo- le pidió a Sofía con la misma mirada que solía lanzarles en el colegio. Ella rozó suavemente sus labios por aquel m*****o, mientras él tomaba su cabello. -Chúpalo- le pidió a Carolina mientras retiraba a Sofía. Carolina se inclinó y chupó la punta que goteaba, él gemía mientras ella se movía inexpertamente. Al igual que había hecho con Sofía guío suavemente su boca por su m*****o para buscar el movimiento que quería. Carolina cerraba los ojos mientras chupaba con afán y Rodolfo gemía más y más fuerte, Sofía los observaba fascinada queriendo participar por lo que sin ninguna petición se acercó y comenzó a chupar turnándose con Carolina, cada una disfrutaba mientras él solo podía gemir y mirarlas como queriendo comerlas. En un momento su m*****o comenzó a palpitar y fue cuando Rodolfo las alejó de la que parecía la paletita preferida de ambas. Él las observó, ambas parecían famélicas, esperando por la siguiente orden. Se puso de pie y ellas con él. -Bésala- le pidió a Carolina. Ellas se miraron un poco sorprendidas pero para sorpresa de Rodolfo y Carolina, la primera en acercarse fue Sofía, ella devoró la boca de Carolina como había estado haciendo con el pene de Rodolfo y gimió cuando sintió el toque caliente de los senos de Carolina sobre los propios. Rodolfo disfrutó de aquella deliciosa vista tocando suavemente su m*****o, aquellas chicas eran preciosas y sorprendentes. Los gemidos femeninos se escuchaban mientras Carolina tocaba los senos de Sofía y sujetaba sus pezones. -Fuera ropa interior- ordenó él. Ambas lo observaron nuevamente con las mejillas sonrosadas y sin pensarlo se desprendieron de lo que les quedaba de ropa interior -Recostadas en la cama con las piernas abiertas- pidió Rodolfo con voz oscura. Carolina y Sofía se acostaron lado a lado, levantaron sus faldas y abrieron las piernas para mostrarle sus v*****s rosadas y húmedas, la de Carolina con poseía ningún vello pero la de Sofía tenía algo de vello en su frente. Rodolfo las observó hambriento, respiró profundamente y procedió a tocar aquellos húmedos tesoros. Los gemidos no se hicieron esperar, ellas cerraron los ojos y comenzaron a mecerse contra su mano, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. Carolina se sentía fuera de control, ella nunca se había sentido así antes, deseaba sentir a Rodolfo en su interior, Sofía se sentía desesperada, podía sentir como su cuerpo se acercaba al orgasmo a pasos agigantados y deseaba sentirlo en ese momento. -Colócate encima de Carolina y bésala- pidió Rodolfo. Sofía se levantó rápidamente y se colocó como Rodolfo quería solo para comerse a Carolina con sus besos, ambas gemían de satisfacción y de pronto pudieron sentir como el m*****o de Rodolfo las rozaba. Luego Sofía pudo sentir como se abría paso en su interior y gimió fuertemente empujando sus caderas, le encantaba la sensación, aunque dolía un poco, era su primera vez después de todo. Seguidamente Carolina pudo sentir como su v****a se abría para recibir aquel m*****o grande, y gimió, un poco de dolor combinado con placer era exactamente lo que sentía. Luego de eso, todo se volvió frenético, los gemidos subían de nivel mientras Rodolfo se turnaba para embestir con su pene a cada una, ambas de movían sus caderas con el vaivén buscando encontrarse más rápido con la llenura, ambas gemían, ambas se movían y Rodolfo las controlaba. Los movimientos de él se volvieron más fuertes y Sofía comenzó a mecer sus caderas de tal forma en que el clítoris de ella y Carolina se rozaban deliciosamente, ella gimió fuerte, se movió, sintió como el pene salía y entraba de ella hasta que no pudo aguantarlo más. -¡Sí, Si…!- Gritó Sofía mientras sentía los temblores del orgasmo recorrerla, el placer la llenaba y no la dejaba ir. Carolina, al observar y sentir el placer de su amiga, no pudo aguantarlo mucho más, el placer se desencadenó y recorrió su cuerpo entero mientras sentía como Rodolfo la embestía ahora a ella, con fuerza y deseo, su orgasmo duró y duró mientras Sofía respiraba pesadamente encima de ella. -¡Dios! Ustedes son mi fantasía- gruñó Rodolfo entonces mientras seguía embistiendo a Carolina, unos momentos después sus movimientos fueron erráticos y gruñó mientras se retiraba. Ambas alcanzaron a ver como él seguía el movimiento con su mano y un segundo después su semilla caliente las llenaba a ellas, caía y caía desde las nalgas de Sofía hasta los muslos abiertos de Carolina. Luego Rodolfo cayó junto a ella en la cama, sin aliento. Él las observaba complacido, mientras tocaba sus rostros. Rato después Sofía y Carolina iban  sus respectivas casas con una sonrisa en sus rostros. Nadie podría imaginarse jamás que el rumor que había comenzado con todo aquello se haría realidad y de la forma más inesperada posible. Era fantástico, la sensación era fantástica. Ambas sabían sin necesidad de decir nada que lo repetirían pronto, porque él se los había pedido. Ya todos podrían hablar libremente porque ellas ya no eran solo inocentes estudiantes, eran dos zorritas que habían cumplido las fantasías de un hombre maduro. Ya querían repetirlo, nunca nada volvería a ser igual.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD