Capítulo 2. PRIMERA PARTE DE LA MISIÓN

1654 Words
Capítulo 2. Primera parte de la misión. Pov Elisabeth Son las 4 AM; como de costumbre, despierto temprano preparándome, tomo mi café y me ducho colocándome mi armamento y mi vestido. Mi lema es “siempre alerta, siempre despierta, siempre preparada”. Estoy a punto de salir del lugar cuando una llamada me detiene de mis acciones; saco el celular de mi bolso y puedo notar que es un número desconocido y lo tomo de inmediato, mientras mis hombres esperan atentos mi señal. —Buenos días, señorita Roberts, es un gusto poder hablarle. Soy el coronel Casares. El motivo de mi llamada en esta ocasión es para pedirle que se reúna conmigo en mi despacho; quiero hablarle sobre el caso al cual ha sido asignada. —Entiendo, estaré con usted en pocos minutos. —Cuelgo la llamada; saliendo de la casa, me apresuro a subir al coche. Son las 6 AM en punto; oficialmente hoy cumplo 25 años. Desde hace mucho no celebro mi cumpleaños y ya lo he pospuesto por mucho tiempo; nadie sabe cuándo es y prefiero mantenerlo así. Recorro las calles llegando al edificio Central Park, donde soy escoltada por varios hombres, entrando al elevador para llevarme a un despacho en el último piso, donde soy atendida de inmediato por el buen amigo de mi tío, un hombre tenaz que ha sido el mentor de mi tío por años. — Bienvenida, sobre el escritorio se encuentra una carpeta, puede abrirla, en ella encontrarás toda la información de esta misión, le dejo saber que estoy a su disposición en cuanto a cualquier orientación que desee saber, cómo puede notar se trata de un gran empresario, un joven que fue entrenado en la guerra y déjeme decirle que es un hombre muy inteligente, pero esconde algo oscuro y tenemos la idea que está traficando con mujeres para explotarlas sexualmente, como aparece en la información la idea aparece, ya que el hombre es el más promiscuo de todos y se le ha visto con varias jóvenes y mujeres, su trabajo será descubrir que es lo que este hombre oculta tráigame su cabeza en una bandeja y me encargaré de que su ascenso sea memorable, usted es la mejor agente que tenemos, contamos con usted. —Entiendo, estamos hablando de la caída de uno de los hombres más poderosos del país; yo me haré cargo. —El hombre llegará esta noche a la ciudad, señorita Robert, le recomiendo que tenga cuidado; el hombre sabe cubrir su espalda y, créame, tratará de acorralarla si la descubre. —Créame, eso no pasará, no soy mujer de caer tan fácil. —Me enorgullece que sea tan determinada, solo espero que todo salga bien. Mi equipo la está esperando, ya fue entregado a su personal los equipos de seguridad que va a necesitar y le recomiendo que vaya despacio, tiene 6 meses para encerrarlo. — Cumpliré sus órdenes. — Saludo formal. Salgo de la oficina subiendo al coche donde me entregan el equipo de seguridad y un nuevo dispositivo para comunicarme con la base, en casa él equipó se prepara para la misión las cámaras de seguridad del hotel donde llegará el hombre junto con las coordenadas con el pase para un gran evento que se realizará en el hotel, me voy al hotel para instalarme mientras mi equipo hace seguimiento desde mi casa, al llegar al hotel me registro como cualquiera persona en una de las suite del hotel junto a la del señor Jhos, me preparo para esta noche colocándome un vestido de noche con acceso a mi entrepierna, dejando el armamento en mi habitación me coloco el collar que contiene una toxina que podría noquear a cualquier persona o animal, colocándome mis tacones me dan aviso por medio de mis zarcillos que el objetivo ha llegado, preparándome para la acción maquillo suavemente mi rostro dejando un gran moño de lado cubriendo mi micrófono. —El objetivo está en posición en una gran mesa con varios miembros del evento. —Entendido, mantenga su posición. —Tomo mi bolso de mano y salgo de la habitación subiendo al ascensor donde las miradas de todos están puestas en mí. Llego a la planta baja del hotel dirigiendo mis pasos al gran salón, donde un guardia me recibe muy cortés, quitando mi chaqueta. Me adentro al lugar lo más cerca que puedo; mi equipo me informa la dirección del objetivo y paso frente a él, llamando su atención y la atención de todos los presentes en su mesa. Me adentro al bar, donde pido un trago y una joven de mi equipo llega para hacerme compañía en una pequeña mesa en frente del lugar. —Jefa, el objetivo está en movimiento, se dirige a la barra. Puedo verlo moverse por el lugar. Pasadas las horas, la gran noche está en su esplendor; todos bailan y platican, mientras el personal de mi equipo se acerca de vez en cuando para platicar conmigo. Soy escoltada por mi personal, caminando junto a mí, llevándome a su lado. —Jefa, tiene que ser más sensual o él jamás la mirará. —Jamás, eso no pasará, no me venderé como un pedazo de carne. —Vamos, jefa, o la misión fallará; jamás logrará acercarse a él. —He dicho que no. —Señorita Robert, pensé que sería la adecuada para este trabajo. —Sí, pero jamás me dijo que tenía que venderme como carne fresca, eso jamás pasará, deje todo en mis manos. —Es la única oportunidad de acercarnos a él; debe hacer su mayor esfuerzo. —Lo haré a mi manera, usted tenga calma. Me acerco a la barra; mientras sonrío, puedo notar que él me observa detenidamente hasta que un viejo baboso se acerca a mí queriendo tocarme, cosa que desde Ángel ningún hombre ha hecho, ni siquiera la mano. No permito que me toque y este viejo verde me toma de las caderas como si fuera de su propia. —Alejarse de mí o no respondo —le digo con ganas de aplastarlo como a un insecto. —Vamos, hermosa, solo quiero bailar, concédeme esta pieza. —Aléjate, te dije, o no respondo; créame, es mejor que se vaya. —Me alejo y él estira su mano para tocarme, tomando un seno; con mi puño lo derribo al suelo, llamando la atención de todos. —A mí me respeta, que yo no soy de su propiedad. —Me alejo de aquella escena saliendo al gran jardín, donde intento calmarme para no devolverme y matar a ese hombre. —Impresionante gancho derecho, ¿acaso practica alguna arte marcial? —¿Disculpe? —digo mirando al hombre más bello que haya visto a los ojos. —Mi nombre es Sebastián Jhos, es un placer. —Extiende su mano para que la tome y lo hago con dudas en mi mente. —Es un placer, señor Sebastián, mi nombre es Elizabeth Robert. —Su tacto con mi mano dejó un hormiguero en ella que no había sentido jamás. Es realmente guapo; no puedo negar que me quedé por unos segundos hipnotizada en su gran porte. —Jamás la había visto en este evento. ¿Qué le llamó la atención del lugar? —Excelente recepción podría decir, vengo con una amiga que me trajo a conocer a uno de los empresarios más destacados en la industria comercial de aviación e importación. —Entonces creo que el destino se empeña en juntarnos, señorita, ya que el único hombre de negocios con esa rama está ante sus ojos. —Entiendo, señor Jhos, me gustaría tener una seria conversación sobre los negocios a los que se dedica, ya que siento un profundo interés en la aviación y la forma en que la desempeña. —Vaya, es la primera mujer que le ve el interés a una empresa cuyo objetivo no tiene un propósito con un fin; simplemente es un gusto y una obsesión mía por los aviones que me llevó a desempeñar una cadena de mando, con aviones y avionetas privadas. —Es muy interesante, déjeme decirle. —Entonces me siento en la necesidad de invitarle un trago, si me lo permite, y así podremos platicar con más detenimiento sobre nuestra asociación. —Dice acomodando la manga de su camisa sin quitar su mirada de la mía. —Me temo que deberá esperarme por unos minutos; le he prometido a mi amiga ayudarla en una nueva asociación en la que desea invertir. Si me disculpa, podrá encontrarme en mi mesa pronto; tengo ese presentimiento. —No sé si tenga el tiempo necesario, pero haré el esfuerzo; soy un hombre de palabra. —Entonces no se diga más, me disculpa, debo retirarme. —Se hace a un lado y me sorprende su gran educación. Así como lo dije, me alejé para sumar más interés en él y puedo notar que aún no me quita la mirada de encima, como si me estudiara cada movimiento que doy. Cuando veo que es el momento de acercarme a la mesa, lo hago y puedo ver que él no pierde tiempo en acercarse a mí con determinación. Se acomoda frente a mí, mirándome fijamente mientras intento no verlo. —Disculpe, señorita Roberts, creo que llegó el momento de continuar con nuestra conversación, como lo prometí —dice, llevando el vaso a sus labios; con gran empatía toma un sorbo y eso me hace entender que muere por conocerme. —Bien, si me permiten, chicos, necesito hablar con el joven; estaré con ustedes en un momento. —Después de que todos se marchan dejándome a solas con él, que no deja de mirarme, toma asiento y puedo ver su prepotente cuerpo relajarse. —Es usted muy puntual —digo, observando sus movimientos. —Soy un hombre que cumple sus promesas. —Entonces no perdamos tiempo, hablemos de negocio. —Señorita Robert, no tiene por qué apresurarse; para usted tengo todo el tiempo posible.
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