Decidí caminar este día, no podía ser mejor, pensaba sarcásticamente, caminaba sin rumbo fijo, sin fijarme tan siquiera donde iba cuando de pronto choque con alguien tirándole un instrumento me agache al igual que él encontrándome con la mirada de aquel chico que me miraba sonriendo como si me conociera de hace años.
― Una chica tan linda no debería estar triste ― me dijo ese chico que era el mismo que me miraba en aquel restaurante. ― Me llamo Marcelo, usted como se llama dulce princesa ― me dijo Marcelo sonriendo, yo lo miraba un tanto intrigada, él era muy propio conmigo, pero por extraño que pareciera no me moleste, me había gustado que él me elogiara de una forma tan bella.
― Violeta ― respondí finalmente, no sé por qué con él me ponía tan nerviosa, tan tímida que apenas podía hablar con Diego, jamás me puse nerviosa con el bueno, todo era gris, no había colores en nuestra relación, una parte de mí quería salvar mi relación con Diego, pero ¿Realmente vale la pena recuperar mi noviazgo? Marcelo me miraba como si quisiera descifrar que era lo que tenía mi mirada, ya que me miraba tan profundamente que hacía que me pusiese de todos los colores posibles.
― ¿Todo bien? ― preguntaba Marcelo haciendo que yo asintiera. ― ¿Le parece si damos un paseo? Creo que a usted le servirá ― me dijo Marcelo tomándome del brazo, por lo que accedí en todo el camino, era silencioso, solo se escuchaba las aves en ese parque sentándonos en un pasto que por extraño que fuese me sentía tranquila al lado de Marcelo.
***Marcelo***
Violeta me resultaba un tanto extraña, intrigante, pero por extraño que pareciera mi corazón quería acelerarse al lado de ella, no entendía nada si apenas la conocí en ese restaurante, era demasiado tímida, pero pude sacarle conversación, notaba que sus ojos no tenían mucho brillo estaban opacos como si con la mirada me dijera que la salvara pasamos un momento agradable que sin darnos cuenta el tiempo se me fue volando al lado de ella.
― Ya es tarde, tengo que regresar a mi casa ― me dijo Violeta revisando su celular.
― Te acompaño a casa ― le dije ofreciéndome, pero ella no quería, al principio se oponía, pero pude convencerla de acompañarla.
Compartimos los números de celular, ella hablaba mientras de que yo la escuchaba atentamente, descubrí que ella estudiaba economía mientras que yo bueno me dedicaba a la música, ella era de clase alta mientras que yo luchaba cada día por realizar mis sueños Violeta era una pobre chica rica que en el fondo quería vivir su vida... me despedí de ella dándole un beso en la mejilla para después volver a mi camino que esta vez era cantar en un bar esperando los desaires de la gente.
***Violeta***
Llegué a casa tranquila por extraño que pareciera Marcelo, me había quitado la tristeza que sentía después de la discusión tan fuerte que había tenido con Diego, abrí la puerta encontrándome con mi madre quien me miraba furiosa.
― ¿Dónde estabas? ― pregunto mi madre furiosa.
― por ahí ― conteste de lo más indiferente.
― Diego llamo a la casa ¿Por qué lo dejaste en ese restaurante? ― pregunto mi madre haciendo que yo rodara los ojos.
― Yo no deje plantado a nadie, él me dejo botada en ese restaurante ― le dije furiosa.
― No mientas Diego me dijo que tú le hiciste un desplante y que fuiste quien sabe a dónde ― me decía mi madre enfurecida.
― Que te cuente la verdad Diego mamá siempre lo defiendes cuando no sabes nada de nuestra relación ya nada es lo mismo es una monotonía que me está matando ― comenzaba a gritar furiosa por lo que mi madre negaba con la cabeza ella no me escuchaba ella seguía pensando que Diego era el mejor novio que me pude haber conseguido cuando la realidad todo era gris monótono había veces que quería salir huyendo Diego ya no era aquel chico encantador que una vez me enamoro dejo los detalles cambio las palabras dulces por palabras duras le molestaba todo de mí a estas alturas ya dudaba si seguir con él o terminarlo.
Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación, avente mi bolsa, estaba furiosa con mi madre, que se negaba a escucharme, que se negaba a darse cuenta de que Diego no era lo que parecía ser, estaba tan perdida en mis pensamientos que mi padre toca la puerta de mi habitación él me abrazaba como si entendiera el infierno interno el cual estaba pasando.
― Hija ― me decía mi padre acariciando mi cabello suavemente.
― Ya no soporto más esta monotonía, papa, me está matando esta relación donde no hay futuro ― le dije a mi padre con los ojos llorosos. ― Una parte de mi extraña a Diego antes era dulce conmigo, no sé qué hice mal para merecer esto papa ― le dije un tanto desesperada.
― Si no sientes nada por Diego, lo mejor es terminar esa relación, no te está haciendo nada bien, cada día te miras molesta sin luz, no quiero que mi hija sufra ― me respondía mi padre por lo que yo le abrace con fuerza, él era lo mejor que me pudo pasar en la vida me escuchaba no como mi mamá que solo veía el interés social que por mi felicidad.
El padre de Violeta dejo sola a su hija para hablar con Eva, su esposa que se estaba arreglando para dormir, Juan se sienta en la cama diciéndole lo que su hija sentía.
― Necesitamos hablar ― hablaba Juan con los brazos cruzados.
― Si es por Violeta pierdes el tiempo, esa niña está echando todo a perder ― decía Eva furiosa.
― El que está echando todo a perder es tu querido yerno, el tal Diego Salazar, él es el culpable, que mi hija se sienta en una monotonía que la está asfixiando ― respondía Juan tratando de que su esposa entrara en razón.
― Hay por favor siempre Violeta se hace la víctima, cuando ella es la culpable de que Diego esté molesto con ella, le hizo una escena en un restaurante como si fuese una niña pequeña ― contestaba Eva, furiosa, estaba defendiendo más a Diego que a Violeta.
― Date cuenta de que esa relación no va para ningún lado, está dañando a Violeta día con día ― respondía Juan haciendo que ella solo negara con la cabeza, pues ella estaba empecinada que Diego era el mejor partido para su hija.
Mientras que Marcelo cantaba en el bar, pero también tocaba su instrumento que era un saxofón el cual ya estaba algo gastado alguna gente le gustaba la música, pero muchos lo insultaban le aventaban cosas para que se fuera la vida para él era algo dura y áspera trataba de sacar adelante a su familia y sobre todo tratando de que su padre dejara los bares y se echara a perder la vida salió del bar a las 3 de la mañana dirigiéndose a casa caminando por las calles frías de Uruguay ahora ya era otoño las calles eran heladas por lo que él se trató de tapar con su abrigo algo viejo traía pocos pesos uruguayos por lo que decidió caminar hasta llegar a casa cuando se encuentra con su padre que estaba tirado en la calle con una botella de licor.
― Otra vez mi padre tirado ― respondía Marcelo un tanto molesto yendo a recogerlo para llevarlo a su casa como podía.
Al día siguiente violeta se quitaba las lágrimas secas que tenía en la cara, se había quedado dormida de tanto llorar, extrañaba a su hermana que se había ido al extranjero, se sentía sola y abandonada, estaba tratando de quitarse el mal aspecto cuando de pronto llega un mensaje a su celular era Marcelo que le había mandado mensaje aquello le tomó por sorpresa, pero esto hizo que ella sonriera y de alguna forma le diera de cierta forma luz a su vida.