Capítulo 3

5000 Words
Pov Sarah. —¿Y que se supone que voy a ponerme? —pregunté en dirección a mi amiga —Esos pantalones deportivos que se ajustan a tu cuerpo —sonrió con picardía—. Ya sabes, cuanto menos mejor. —Tienes razón —dije buscando un pequeño top n***o. —¿Está tan buena como has dicho? —¡Dios! ¡Es la mujer más sexy que pisa sobre la tierra! —¿Y qué pretendes Sarah? —Nada ...Solo quiero que me mire un poco, provocarla —sonríe cínicamente—. Mierda, me encanta cuando ella clava su mirada en mí. —¿Que te mire solo un poco? —rió—.Estoy segura de que ponerte ropa interior es prácticamente lo mismo. —No te llamé para que me critiques, solo quiero que la veas y me des tu opinión. —¿En serio quieres tener algo con tu entrenadora? —levanta una ceja —Uff ya te pareces a Paulo. ¿Que tiene de malo? —Tiene de malo que si te enredas con ella probablemente termine despedida, Sarah. —La contraté yo y nadie la puede despedir. Además solo tendremos unos buenos polvos y a la mierda. Ella vendrá por algunos pocos meses, no se quedará toda la vida. —Si eso dices —murmura. —En serio, Ash. A veces necesito que confíes más en mi, no quiero que seas como Paulo que vive criticando todo lo que hago. —Paulo te ama, solo pretende que dejes de enredarte con personas de mierda. —Si, pero tampoco es como que me vaya a casar con la entrenadora. Además ni siquiera estoy segura de decírselo a él, sabes como es de clasista. —Si, claro. Lo es cuando se trata de alguien más, porque bien que tuvo esa aventura con su cocinera. —Por eso. Se puede ir a la mierda si no le gusta, pero no voy a dejar mis planes. Cuando veas a Michelle me entenderás. —¿Y tu padre? —Sarah levanta una ceja. —Mi padre no sabe ni cuántos años tengo exactamente. ¿Que mierda le puede importar si tengo sexo con la entrenadora o no? —Deberías tenerlo bastante en secreto si lo vas a hacer. Tu padre es un poco... —Controlador, exagerado, demasiado cuida y extremadamente celoso —suspiro poniendo los ojos en blanco—. La última vez que me molestó por salir con una chica lo mandé a terapia —Ashley comienza a reír—. Está todo bien con que me cuide, pero tampoco puedo permitir que controle a quién le abro las piernas o no. —Y definitivamente la entrenadora no está en la lista. —Si fuera por él me tendría que casar de blanco y nada menos que con alguien de la realeza o mínimamente un ricachón. —Bueno, podrías conseguirte un sugar daddy —dice riendo. —Uff no. Tengo mi propio dinero, no necesito cogerme a alguien para que me compre cosas. Además ahora mismo estoy en mi época más lesbiana que nunca. —Mierda. Entonces me tengo que rehusar a la idea de que nos vayamos a un club a flirtear con tipos. —Ese club de mierda me aburrió, solo van idiotas necesitados que no saben ni siquiera donde está el clítoris. —menciono mientras que termino de peinarme el cabello. —Deberíamos buscar mejores lugares —admite—. ¿Qué sucedió con tu nuevo departamento? —Todavía nada, no encuentro uno adecuado —suspiro—. Todos son muy pequeños o muy grandes, lugar con demasiado ruido, en un edificio de mierda o en un barrio pedante —pongo los ojos en blanco—. Estoy harta de esa mierda. —Tampoco es una mierda vivir con tu padre... —¿No? —la miro—. Tengo que avisarle a donde voy cada vez que salgo, si quiero irme a acostar con alguien le tengo que mentir como una adolescente. Creo que tengo la edad suficiente para valerme por mí misma, no puedo seguir viviendo con él. —¿Y no pensaste en comprarte una casa cerca de aquí? ¿Quizás la casa que está a dos manzanas? —La casa es enorme para mi sola, no tiene sentido. Además vivir a dos manzanas de mi padre es prácticamente lo mismo. Prefiero vivir en el centro o en otra ciudad. La conversación queda allí, mi amiga sabe que intentar convencerme de lo contrario es completamente en vano. Sé que es más cómodo para cualquiera aún vivir con sus padres, tener empleados a su disposición, una casa enorme y todo el dinero que quieras tener, pero necesitaba mi espacio, mis cosas, armar mi propio camino. Por primera vez en mi vida quería depender de mi y solo de mi,, sin importar lo que mi padre pudiera opinar sobre eso. Tuvimos una fuerte y larga discusión la semana pasada cuando le dije que quería irme, él insistía en que no hacía falta y que la casa era suficientemente grande para que ambos pudiéramos estar en paz. ¡Hasta me ofreció construirme una casa atrás de ésta! Dios mio, entendía que era la única familia que le quedaba, que solo éramos nosotros dos, pero también necesitaba mi libertad y construirme una casa detrás de la mansión sería un completo error. Dejo de pensar en mi padre para mirarme al espejo, tratando de acomodar todos los detalles desalineados de mi cabello. Entonces mi mente va hacia ella, hacia esa espectacular mujer. Pienso en la primera vez que la vi, cuando ella se asomó por mi puerta. Todo de ella era impresionante, su cuerpo me atraía como un imán y sin dudas sus ojos me llamaban a mirarlos cada vez que tenía la oportunidad. Ella no era muy alta, mediría un metro sesenta y cinco, no más de eso.Su piel estaba morena por el sol, noté como su cuerpo estaba estrictamente trabajado, podía jurar que su abdomen podía estar marcado mientras que sus pechos se marcaban muy bien en esas remeras apretadas que se ponía, sin dudas podrían caber en mi mano, quizás sea un poco más grandes. Su boca rosada y rellena, sobre todo su labio inferior, mientras que su nariz respingada y la forma hermosa de sus ojos me dejaban totalmente cautivada. Tenía unas cejas gruesas preciosas, pero no lo suficiente como para ser groseras. Sus pestañas largas y de gran cantidad adornaban esos ojos preciosos verdes, con mezclas amarillas y azuladas, digna de ser una diosa griega. Si, la había observado a más no poder el día anterior y si ella me dejaba un poco más, podría saber hasta el color de la ropa interior que traía puesto. Suspiro largo y tendido para salir de mis pensamientos, necesitaba apartarla de mi mente antes de que comenzara a fantasear y sin dudas estar delante de Ashley no era una buena idea. Aunque ella estaba sentada en mi cama, con el celular en su mano mientras me esperaba. Agradecí que el clima fuera muy caluroso ese día, lo que indicaba que mi atuendo para hacer ejercicio no estaba tan mal y si realmente era afortunada ese día, ella tampoco traería mucha tela sobre su hermosa piel. Saco el frasco de mi perfume nuevamente, necesito estar segura de oler bien cuando ella se acerque a mi para indicarme los ejercicios. Suspiro de solo pensarlo, sus manos me ponen nerviosa y me queman al contacto. —¿Tanto perfume vas a ponerte? —se burló mi amiga al ver que casi tiraba todo el frasco sobre mi cuerpo. —Quiero oler bien, estúpida. Déjame en paz. —Quédate tranquila, que así te puede oler hasta mi padre —pongo los ojos en blanco —Ashley... tu padre está... —Si, está muerto, por eso lo digo —dijo mordiendo su labio inferior para ocultar una pequeña risita —Ya deja de jugar con eso —bufé —Es solo una broma, no creo que a él le moleste. Tomo mi celular para intentar distraerme, estoy muy ansiosa y me siento estúpida por ello, pero no puedo hacer nada ahora mismo. Cuando el timbre sonó di un pequeño salto sobre el suelo y sentí como mi corazón se aceleraba al saber de que ella había llegado. —Es ella —dije con una sonrisa —Espera, espera —dijo sosteniéndome del brazo antes de que saliera por la puerta. —¿Qué quieres? —bufé Sus manos fueron hasta mis senos, los tomó para acomodarlos y que quedaran más arriba de lo que ya estaban. Reí en silencio, ella sabía lo que hacía después de todo. Elegí una con un escote no tan vulgar, pero con una vista suficiente para que ella pudiera admirarme. —Al menos disimula que tienes, Cariño —murmura con una voz burlona. Iba a decirle algo pero ya había salido de la habitación. Corrí tras ella, quería verla antes, sabía que .... diría algo estúpido. —¡Ven aquí Ash! Ashley bajó más rápido más rápido mientras reía por mi desesperación, maldita perra. Miré los escalones para no caerme, pero cuando levanté la vista fue aún peor. Michelle la tenía agarrada de la cintura y Ashley estaba con medio cuerpo sobre ella y con un pie en la escalera. —Lo siento —sonrió la traidora —No te preocupes, ten más cuidado —Michelle le devolvió la sonrisa—. La próxima no voy a estar aquí para agarrarte. —Gracias —volvió a sonreír— ¿Cómo te llamas? —Michelle Lanford ¿Y tú? —Ashley Hamilton. —Buenos días —dije casi con un gruñido. Ambas me miraron y comenzaron a alejarse, conocía demasiado a Ashley y sabía que estaba reprimiendo una sonrisa. —Buenos días señorita Sarah —dijo con una sonrisa. —¿Ya estás lista? —pregunté sin expresión, mirándola directamente a los ojos. —Por supuesto, ya podemos comenzar. ¿Ella nos acompañará hoy? —Si. Mierda, necesitaba recomponerme de la estúpida escena de celos. Ver a Ashley sonriéndole a propósito hizo que las venas de mi cuello se inflaran y jamás fui una mierda de celosa con nadie. Pero no me gustaba que ella mire a mi amiga, aunque agradecí el hecho de que no bajara su mirada para mirar sus pronunciados pechos. Ignorando el hecho de que la idiota de mi amiga intentaba molestarme, decidí que lo mejor era dejar mi humor a un lado y hacer lo que había estado pensando en toda la noche. Por supuesto que no me había animado a enviarle un mensaje, apenas era el primer día y no sabia que decir, por eso prefería tantear el terreno personalmente y ver qué era lo que ella me respondía Suspiré largo y profundo antes de sonreír y mirarla. Habíamos parado el camino a unos cuántos metros del gimnasio y ya sabía el motivo: Ella quería que corriéramos. —¿Cómo estás Lauren? —dije con una sonrisa mientras jugaba con mi cabello. —Muy bien señorita ¿Y usted? —Ahora más que bien —Ashley levantó las cejas en mi dirección— ¿Y con qué comenzaremos hoy? Tengo muchas ganas de hacer ejercicio —las comisuras de Lauren se levantaron y me regaló una sonrisa de lado. —Me alegro señorita, entonces comencemos —acomoda un mechón rebelde que cae por su ojo y mira a Ashley— ¿Está lista señorita Hamilton? —Dime Ashley —acomodó su cabello y le sonrió—. Estoy lista. —Perfecto, entonces primero estiramos y luego vamos a trotar un poco. Ambas comenzamos a estirar mientras cruzábamos miradas, Ashley sabía que iba a matarla en cuanto subiéramos nuevamente a mi habitación y ella solo sonreía como idiota. Ella no era para nada lesbiana, ni siquiera un porcentaje mínimo, pero lo hacía solo para molestarme, como siempre. Me mantuve en silencio una vez más, Ashley me estaba tomando por sorpresa y eso no me gustaba para nada. Estaba en el medio de las dos, Michelle nos seguía el paso mientras que Ashley lo intentaba. —¿Puedo hacerte una pregunta? —Ashley habla a mi derecha y reprimo las ganas de gruñir— ¿Puedo llamarte Michelle, verdad? —Sí —respondió dándole una rápida mirada—. Dígame. —¿Tiene novio? Michelle sonrió con la cabeza baja ya que seguía estirando y luego escuché su voz. ¿Porqué mierda se había tardado tanto en responder? —No. No tengo. —¿Novia? —dijo mordiendo su lengua sin que ella se diera cuenta. —Tampoco señorita ¿Y usted? —Si, algo así como un novio se podría decir —dice dudosa. -Ya deja de molestarla, Ash —suspiro. -No se preocupe señorita, no me molesta. Comenzamos a trotar por el mismo camino que ayer, con la diferencia de que ahora era Ashley quién le hablaba mientras yo hablaba conmigo misma. Era patético, se supone que estaría seduciéndola pero me daba más rabia que ella se interese en mi amiga. Esto fue una estupidez, ni siquiera se volteó a verme. ¿Que pretendía hacer de todas formas? Quizás si era preciosa, sus ojos eran de otro mundo y su rostro era simplemente perfecto, pero no podía volverme loca de un segundo a otro. Estaba actuando como una novia celosa que intentaba llamar su atención y no quería actuar así. ¡Yo no era así! Me enojo conmigo misma cuando me doy cuenta de cómo me siento frente a ella, jamás me había atrapado tanto alguien, ni siquiera me ponía así cuando le coqueteaban a mi ex novia delante de mi. Esto era absurdo, apenas la conocía, apenas sabía su maldito nombre y era la segunda vez que la veía en mi vida. ¿Porqué me afectaba tanto? Volví a la realidad cuando mi pie chocó contra una piedra, haciéndome caer al suelo, sintiendo una punzada en mi muslo al instante. ¡Perfecto! ¡Lo último que necesitaba! —¿Está bien, señorita? —levanto mi rostro cuando ella se agacha a mi altura, mirándome preocupada. —Estoy bien, solo es una caída —digo con frustración. No quería caerme frente a ella. —Su pierna está sangrando. Déjeme ayudarla —murmura tocando mi muslo. Miré hacia donde sus ojos apuntaban y era cierto, mi muslo estaba sangrando y me dolía como la mismísima mierda. Su mano estaba caliente y ella no tenía intenciones de apartarla. Al contrario de eso, apoyó la otra en mi pierna derecha y se concentró en la herida. —Se ha clavado un pequeño vidrio, nada grave. —dice tranquilamente. —Me duele mucho —me quejé mirando la zona. —Hay que regresar así puedo sacarlo —suspira y me mira. —¡No! Está loca, eso me va a doler aún peor —frunzo el ceño y me niego rotundamente. —Empeorará si no lo saca de ahí, puede infectarse. Venga, levántese. —estiró su mano en mi dirección y la tomé sin pensarlo. Pero en cuanto me puse de pie, el dolor fue aún peor. Ashley comenzó a reír por lo bajo ante mi comportamiento. Estaba mirando a Michelle sin pudor, pero al menos debía disfrazar lo que mi amiga estaba diciendo, por lo que apunté a que estaba divertida con que me haya caído. —Deja de reírte idiota —le dije a Ashley —Lo siento amiga, es que fue muy gracioso —dice con un tono burlón mientras me sigue el juego. Con la pequeña botella de agua que tenía, le lancé un chorro en su dirección haciendo que impactara en su rostro, ahora era mi turno de reír. Su cara de indignación lo dijo todo, incluso logré escuchar una risa apenas audible viniendo de Michelle. —¿Puede caminar? —pregunta poniendo una mano en mi hombro. —Creo que si, pero me duele mucho —suspiro mirando su boca. —Entonces te llevaré —muerdo el labio cuando ella sonríe de lado. —¿Qué? —recapacito de lo que dice y la miro a los ojos. —Súbase a mi espalda, la voy a cargar —dice decidida. —Vamos Sarah —interrumpió Ashley con su sonrisa idiota—. Es mejor si vamos a la casa y te curas, eso podría hacer que te cortaran la pierna. —¿No le parece mucho? —ignoro a mi amiga y miro a mi entrenadora, ella se rasca el rostro mientras muerde su labio inferior. —No pretendo que le vaya a doler todo el camino, así que por favor, súbase —por fin me mira a los ojos y no puedo negarle absolutamente nada. Me acerqué a ella y me subí a su espalda como me sugirió, di un pequeño salto cuando sentí sus manos tocar mis muslos para sostenerme. ¡Diablos! El pequeño accidente había sido a un costado, así que no había problema con que me tomara de los muslos, de todas formas si la herida estaría en donde ahora estaban sus manos, jamás me hubiese quejado. Me atreví a abrazar su cuello, el aroma de su cabello era exquisito, pero me aparté rápidamente si no quería parecer una demente. Si tendría a una chica olfateando mi cabello como una desquiciada lo menos que haría era llamar a la policía y ahora estaba actuando como una psicótica. Suspiro con frustración al darme cuenta una vez más que estaba totalmente perdida, parecía una adolescente de mierda cuando estaba cerca mío. Ashley iba a mi lado, un paso más atrás de Michelle, así que aprovecho para reírse de mí y articular con su boca algo que no quería que la chica escuchara. —Su trasero —hizo señas con sus manos de que era algo grande y cerró sus dedos repetidas veces para hacerme entender de qué era tentador. No era la única cautivada por esa mujer, incluso Ashley se estaba fijando en ella cuando era más heterosexual que cualquiera de la ciudad. Mordí mi labio inferior para no reírme y que Michelle sospechara de que estábamos hablando a sus espaldas, pero me tomé una nota mental sobre el comentario de mi amiga. —¿Qué le pasó? —preguntó Eva con preocupación —Nada Eva, solo me he caído, no se preocupe. Michelle aún me tenía sobre su espalda, Eva nos miró extrañada pero no dijo absolutamente nada al respecto. Hizo unos pasos más y me dejó sentada sobre el sillón. Suspiré con alivio cuando mi trasero tocó el agradable colchón, entonces miré mi pierna, notando como estaba de la mierda. —Tengo que llamar a un doctor o mejor... a un cirujano —murmuro y escucho la risa de Michelle a mi lado. —¿Podrías traerme el botiquín y una pinza por favor? —le dice a Eva. —Enseguida —sonríe amable y se retira. —¿Una pinza? ¿Qué pretendes hacer con eso? —la miro directamente y por el rabillo de mi ojo veo como Ashley se tapa el rostro. —Es una pinza de depilar, no te haré daño —sonríe de lado— ¿Cómo te sientes? —Aún me duele, creo que fue profundo —suspiro—. Y no puedes sacarme eso de ahí, me tienen que poner anestesia. —¿Puedo ver? —pregunta con paciencia y asiento en medio de un suspiro. —Iré a la cocina Sa, ahora vuelvo —dijo Ashley antes de abandonarme. Saco la mirada de mi amiga huyendo y cae frente a mi. Ella acaba de arrodillarse mientras se acomoda entre mis piernas, poniendo ambas manos en mis rodillas para separar aún más mis muslos mientras parece concentrada mirando la herida. Suspiro mientras muerdo mi labio inferior. Sé que no hacía falta que estuviera entre mis piernas, la herida está más retirada para un costado, pero no le digo nada. Mi muslo izquierdo es afortunado por ser tocado por ambas manos, pero cierro los ojos cuando ella hace un pequeño apretón cerca de la zona. Escucho lo pasos de Eva mientras me pierdo en ver si perfil. Levanto su mirada para mirarla mientras le recibo el botiquín y ella se queda mirándome, sé lo que quiere decir, pero no lo dice. Ella sabe que algo está pasando cuando precisamente dejo que una completa extraña se arrodillara entre mis piernas y me tocara. Nunca dejo que nadie me tocara, menos alguien de la casa. Ella lo sabe, pero nunca se atrevería a insinuar algo como eso. La única persona más cercana dentro de esa mansión era ella, simplemente porque había estado a mi lado desde que era una pequeña bebé y me conoce tanto como mi madre lo hacía. Mis pensamientos son interrumpidos por la voz a mi lado. —Bien, te dolerá solo un poco, pero con esta pequeña pinza te sacaré el resto del vidrio ¿De acuerdo? —ella me mira por unos breves segundos mientras que asiento. Michelle acercó la pinza hacia mi muslo pero rápidamente la detuve con mi mano. —¡No! ¿Puedo ir a un médico para que me ponga anestesia y ya? —pregunté rápidamente —Confía en mí, son sólo unos segundos y todo estará bien —asegura sin sacar su mirada de mi. —Pero me duele —lloriqueé —Mira, si te hago muy mal prometo que paro. Respira hondo y solo confía en mi —me da una sonrisa de lado y asiento. Cerré los ojos con fuerza, estaba segura de que me dolería como si me estuvieran pasando un taladro. Mis manos buscaron algo con que agarrarse y me encontré con el hombro de Michelle, que sin pensar lo apreté ligeramente cuando sentí el metal de la pinza tocar mi piel. Quiero pensar en otra cosa, quizás en las hermosas vacaciones del verano pasado o cuando gané una champaña solo por bailar en la playa. Quiero reír cuando recuerdo que casi me caigo en agua al estar sobre los hombros Paulo. —Listo señorita. —escuché la voz de Michelle y me atreví a abrir los ojos. —¿Ya está? ¿Cómo? —la miro sin entender, notando su sonrisa orgullosa y me reprimo las ganas de inclinarme y tomar sus labios. —¿Le dolió? —pregunta relamiendo los mismos. —No lo sentí —admito mientras aprieto la mandíbula para evitar lamerme los míos... o quizás los suyos. ¡Mierda! —Le dije, debe confiar en mí —sonrió—. No era una herida grave, así que solo hay que desinfectarlo un poco Sentí un pequeño ardor segundos después, Michelle me había tirado un líquido rojo para luego pasar una gasa y vendar la zona. Sus manos me tratan con suavidad y debo agradecérselo, suelo ser bastante sensible con las heridas. Incluso recuerdo que cuando era pequeña solía ponerme los auriculares, cerraba los ojos y contenía la respiración cada vez que me tenían que dar alguna vacuna. Ella termina su trabajo y me mira, sé que quiere preguntarme algo porque rasca su cabello. —¿Quieres terminar la clase? —pregunta insegura y quiero morder mi labio inferior ante su tono. —Puedo seguir, dijiste que no era grave ¿No? —No lo es, solo pregunto para asegurarme. Quizás sea mejor vendarte para evitar infecciones, pero podemos seguir. —Entonces sigamos, no pretendo parar —digo mirándola a los ojos y ella me regala una media sonrisa. —¿Agua? —ella se acomoda pero aún se queda entre mis piernas. —Por favor —murmuro. Gruño cuando ella se levanta y camina hacia la cocina. Pensé que le iba a decir a Eva que me trajera, de lo contrario jamás hubiera aceptado que saliera de mi cercanía. Siento frío en los lugares donde ella tenía su mano apoyada y me siento una idiota cuando me quedo mirando hacia la puerta, esperando que volviera pronto. No estoy segura de continuar con las insinuaciones, esta mujer podría destruirme. Ella fácilmente me tenía a sus pies, ahora tenía que pensar si seguía siendo una buena idea. Mi pecho se tranquiliza cuando la veo volver con una media sonrisa y un vaso de vidrio transparente en su mano. Ahora ella ya no se pone entre mis piernas y quiero quejarme, pero me conformo con que se sentara a mi lado, rozando su rodilla con mi muslo. Diablos, ella no deja de mirarme mientras tomo el agua y necesito un poco de oxígeno. Me inclino para dejar el vaso sobre la mesa ratona y me giro para mirarla, ella me da una media sonrisa y baja la mirada a mis labios. Me relamo por reflejo, tenía un pequeño resto de agua y ella lo había notado. Mi pecho comienza a agitarse cuando creo que se está iniciando hacia mi, ambas estamos en trance. Mi corazón revolotea cuando pienso que quiere besarme, ella definitivamente lo está considerando cuando baja su mirada por un momento a mis labios y suspira, separando unos milímetros su hermosos labios. —Sar... —la voz de Ashley nos interrumpe y me giro rápidamente para fulminarla con la mirada. —Es mejor si nos vamos —dice la hermosa mujer para después aclararse su garganta— ¿Quieres que ponga una venda? —Por favor —suspiro. Ella asiente y se levanta para ir a mi lado, tomar una venda que hay allí y comenzar a desenrollarla. Casi le gruño como un perro rabioso a Sarah cuando vuelvo a mirarla, ella sonríe porque sabe que algo estaba pasando, pero no se arrepiente ni lo más mínimo. Muerdo mi labio inferior cuando siento sus cálidas manos de nuevo, al mirarla ella también me mira y entonces comienza a rascarse la cabeza de nuevo. —¿Podrías sentarte un poco más adelante así te puedo poner la venda mejor? —pregunta dulcemente y asiento. Muevo mi trasero para quedarme más al borde del sillón y abro ligeramente las piernas para que ella vuelva a posicionarse como antes, justo donde me gusta. Su rostro concentrado mientras gira la venda sobre mi muslo hace que tome el borde del sillón con fuerza, aguantando las ganas de acariciar su cabello. ¡Basta con esto! Los ejercicios fueron hechos en el gimnasio, por lo que intenté distraerme un poco para apartar esos estúpidos pensamientos de mi mente. Porque una cosa era querer tener sexo con ella y otra muy diferente era tener ganas de acariciar su cabello como si ella fuera algo más. Ésta vez no la acompañé hasta la entrada, ella simplemente se despidió con una sonrisa y salió caminando mientras que me quedé allí. Ashley quiso hablar, pero le puse una mano delante para que ahora no diga nada. Me tiré en la cama una vez que entré a mi habitación, seguida de mi amiga. Gruño con frustración y miro hacia el techo. —Quise impresionarla y mira cómo he terminado —suspiro —Créeme que lo que yo he visto ha sido más que suficiente. —¿De qué hablas? —frunzo el ceño. —Luego te lo diré. Ahora lo único que opinaré es que Michelle es lo más caliente que haya visto. —Cierra la boca. —¿Y ahora que te pasa? —¡Por dios! ¡Ni siquiera habías terminado de bajar las escaleras y ya estabas en sus brazos! —le reclamo. —Hubieras deseado ser yo —dijo burlonamente mientras la fulmino con la mirada—. Pero solo fue un accidente, deja de sacar espuma por la boca. —¡Qué casualidad! —pongo los ojos en blanco—. Es mejor si no hablamos sobre eso, Ashley. —Que celosa resultaste ser —dice riendo—. Pero si, mejor no hablemos de ella. ¿Porque no salimos? —Ni muerta, estoy cansada —gruño. —¡No seas anciana! No le di importancia a sus palabras y me levanté de la cama para ir hacia la ducha, necesitaba bañarme e ir a la cama. No fue muy agradable cuando mojé la herida, pero pudo haber sido peor.  Mi mente traicionera piensa en ella cuando cierro los ojos y dejo que el agua caiga sobre mi rostro. Su mirada penetrante cuando estaba de rodillas entre mis piernas me deja pensando y llego a la conclusión de que la necesito, que quiero seguir viéndola y sin dudas quiero algo más. Nunca había sentido una atracción tan fuerte, con solo mirarme sé que me tiene a su merced y también noto que le atraigo, ella estaba a punto de besarme. ¡Ella casi me besa! Muerdo mi labio inferior pensando en lo que sería sentir sus labios, en lo que sería su voz ahogada contra ellos y sentir el sudor de su cuerpo entre mis dedos. No puedo con esto, necesito dejar de fantasear. Después de unos minutos salgo en ropa interior, peinando mi cabello mientras veía a mi  amiga con el celular en su mano. Dejo el cepillo en la mesa de la derecha y abro las sábanas para acostarme. —Si quieres puedes dormir —murmuro antes de cerrar los ojos. Mi celular sonó arriba de la mesita de luz, estiré mi mano con los ojos aún cerrados. ¿En qué momento se suponía que me había quedado dormida? Ni siquiera me di cuenta de nada, y la cama se sentía fría, por lo que seguramente Ashley se había largado. —¿Hola? —respondí somnolienta. —¡Sarah! ¡Tienes que venir! —¿Ashley? ¿De que hablas? —De la fiesta que te he dicho —insiste. —No quiero —me quejé—. Voy a dormir otro rato, luego te llamo —¡Sarah no seas estúpida! ¡Michelle está aquí!
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