Han pasado pocas horas y me levanto en la tarde por mi pesado sueño, mi cuerpo aún con dolor, cada movimiento era solo un recordatorio de las balas y la sumisión forzada. Lev no estaba, y me levanto con cuidado, ignorando el latido punzante en mi pierna, y tomo el mismo bastón que usaba para caminar hacia el balcón, cojeando.
Afuera estaba Lev junto con sus militares, y estaba el anciano que vi en la fiesta y le había dicho a Lev para que vaya a Rusia, maldito anciano...
El hombre mayor había llegado en un jet privado plateado brillando bajo el sol, y bajó para saludar a Lev, en su cara se veía la emoción de que Lev volviera a Rusia, una alegría que me hacia sentir incomoda y un odio hacia ese hombre.
—Lev, amigo, ¿estás emocionado? ¿Qué tal tu esposa? Seguro que está muy emocionada —el hombre le da palmadas en la espalda, y Lev sonríe fríamente, pensando en mí como su trofeo embarazado. —Sí, nos casaremos allá cuanto antes, y lleva ya casi un mes de embarazo.
El hombre abre los ojos impresionado. —¿Embarazada? ¡Felicidades! —El hombre ríe feliz.
—Acá está el jet que me pediste, una vez que llegues allá, no te preocupes por nada. Vivirás en un lugar mejor, y tú y tu esposa tendrán más cosas y más atención para cuando nazca ese bebé.
Desde el balcón, los veía a ellos y al jet como una jaula voladora que me llevará lejos de todo lo que amo. Mi mano se posa en mi vientre, odiando a la criatura que crece dentro, pero también sentía lástima por el, este bebe crecerá con un padre horrible.
Lev me ve desde abajo, su sonrisa volviéndose seductora y oscura lanzando un guiño que promete ternura falsa en Rusia. Pero yo sé la verdad: esto es el fin. Lágrimas brotan, calientes y silenciosas, mientras el jet espera.
.
Lev sube poco después, su presencia llenando la habitación.
—Es hora, mi amor —dice, su voz un ronroneo oscuro que me hace estremecer. Me toma en brazos, ignorando mi cojera. —puedo ir sola al puto jet, no tienes que hacerlo tu —gruño con fastidio e irritación.
Lev solo me ignora y me lleva al jet, sus militares siguiéndonos como perros leales. El interior del avión es lujoso, pero opresivo, tenia asientos de cuero n***o, ventanas oscuras y un olor a carro nuevo, claro.
Me sienta en un asiento atándome el cinturón con dedos que rozan mi piel en caricias seductoras, susurrandome. —En Rusia, seremos felices, te daré todo lo que quieras.
El jet despegó, alejándome de España, de mi familia, de cualquier esperanza. Miro por la ventana, las nubes pasando como fantasmas, y el dolor en mi vientre se intensifica no sólo físico, sino un odio profundo hacia el bebé, que era fruto de su violencia. Lev estaba sentado a mi lado, su mano en mi muslo, apretando con posesión. —El vuelo durará 13 horas como máximo. relájate.
Pasa una azafata para traer la comida y me la coloca al frente, por lo visto era pollo al horno, suspiro mientras lev destapaba la comida preparando para dármela, pero al oler el pollo rápidamente me quite el cinturón para vomitar en el baño, mientras lev me miraba desde su asiento con una sonrisa de satisfacción. Una de las azafatas corre rápidamente para ayudarme.
Termino de vomitar y me siento otra vez con mi cara malhumorada, Lev me miraba con una sonrisa suave y esa cara de idiota que solo me hacia querer golpearlo, el se ríe de mi cara y toma un pedazo de pollo para dármelo en la boca pero tomo el pollo e intento comer yo misma. Lev frunce el ceño pero no dice nada y deja que coma yo sola.
Las horas pasan en un tormento lento, duermo a ratos y solo aparecen pesadillas que me dejan dormir poco. Cuando despierto con un pequeño sobresalto, Lev está leyendo un libro con su expresión fría, me ve y sonríe seductoramente, atrayéndome a su regazo.
—Ven aquí, descansa en mí —dice, intento alejarme con mueca de fastidio pero a la fuerza sus brazos me rodeaban como si fueran cadenas, me atrae besando mi frente y pega mi cabeza en su pecho, mi corazón latiendo con odio reprimido pero… sentía calidez…
Finalmente, el jet aterriza con una sacudida y atrás los otros jets donde se encontraban los demás aterrizaron, las escaleras del jet bajaron y la puerta se abrió, el frío ruso entró y golpeó mi cara como un puñetazo haciéndome temblar del frío y Lev me coloca un abrigo grueso y luego me envuelve, manteniéndome cerca de él.
—Bienvenida a casa, mi reina —susurra, su voz un ronroneo oscuro que me hace gruñir con rabia, pero mi expresión es fría siempre, llorar ahora no servirá de nada y mucho menos por este psicópata.
Entramos a un coche elegante que nos lleva directamente a una mansión como la que estaba, pero esta vez era más grande y habían muchos militares. Al bajar del auto junto a Lev muchos militares lo recibieron con un saludo de respeto, ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que lo vieron y ahora esta de vuelta. Entre con el a la nueva fortaleza mientras me tenía en brazos tapándome del frío.
Al entrar al lugar era grande y elegante, sinceramente me gustaba más, la luz cálida, la decoración elegante, etc. Una mujer se acerca y saluda con emoción, Lev devolvió el saludo fríamente pero con un pequeño destello en sus ojos, al parecer es alguien importante para él. Los dos hablaban ruso y luego Lev se dirige a mi.
—Anya, ella es Olga, una compañera. —Olga se acerca amablemente hablando español pero sinceramente al verla bien se veía amable pero también la veía con un toque de enojo? —Estoy feliz de que estés aquí. —habla Olga y la saludo con una pequeña sonrisa forzada, en su físico, ella era mucho más bonita que yo, tenía ojos claros y piel pálida, parecía de la misma edad de Lev.
—ella te ayudará a que puedas hablar ruso —dice lev sonriendo suavemente.
ruso? este imbécil me trae a la fuerza y ahora tengo que aprender ruso? que mierda…