Capítulo 1: Elle Russo

3303 Words
La vista es algo que nadie puede negar. ¿Has visto a una persona arrepentida de tener la mejor vista del mundo? Exacto, ese tipo de sensaciones puedes verla a kilómetros y la mayoría de las personas no se sienten arrepentidas de tenerlas a un paso. En este caso tampoco lo era. Ver la vislumbrante ciudad debajo de tus pies es el placer que pocas personas pueden conseguir, en este caso Elle lo ha conseguido. Ver el amanecer, el atardecer y como las luces de los edificios hacen de las suyas por las noches, es la maravilla más exquisita que puede existir para aquellos que gozan de mirar las luces parpadeantes. Ahora está tumbándose la tarde dándole paso a lo que viene hacer la simplicidad de la noche, claro “Simple” es una de las situaciones más perturbadoras que puede existir en la mente humana. Algunos hablan de la noche como la mayor expresión de amor y pasión, algunos de como la luna aparece cuando el sol cede ante su amor cada noche, algunos lo ven como las horas divertidas con amigos y otras personas la ven como la boca del lobo que abre paso a su peor final. La boca del lobo ¿Sabes porque? Quizás si lo sabes, pero creo que siempre necesitamos refrescar la memoria en diferentes oportunidades, cuando estamos hablando del concepto de caperucita y el lobo o como el lobo tiro la casa de los tres cerditos, estamos hablando de que pueden existir hipótesis de diferentes situaciones en el cuento. Quizás el lobo en caperucita no era malo y quizás tampoco en los tres cerditos, pero no dejemos a un lado que existen lobos vestidos de ovejas que aun hacen mal a su paso y tratan de esconderse para evitar el apunte de los dedos hacia ellos. Que una pareja disfrute de su acto s****l, que otra este tomando la cena en el mejor o el peor restaurante tampoco tiene que ver, que los amigos salgan abrazados entre todos hacia sus autos mientras su pies trastabillan, tampoco. El verdadero dilema es cuando una chica se dispone a caminar de regreso a casa por la noche, tomo tarde el transporte, su trabajo culmino más tarde del tiempo requerido o aquellas infinidades de situaciones cotidianas de las cuales no todos podemos salvarnos por más que lo deseemos. Exacto, de esas situaciones de las que todos no salimos ilesos, esas chicas que no vuelven a casa. Que fueron tomadas en el silencio de la noche y se perdieron en la oscuridad de la misma, esas chicas que su silencio es lo único que repercuta en los oídos. La noche se pierde detrás de mis parpados, veo como el inmenso edificio a lo lejos está siendo alumbrado con algún tipo de diseño, siempre me ha gustado cuando hace eso. Pero ante todo lo que más me gusta es que aun puedo verlo, detallarlo y guardarlo en mi memoria. Los grandes letreros están comenzando a encenderse, luces de neones verdes, rojos, azules, rosados, amarillos y hasta blancos. Luces para el mundo cuando otras luces son apagadas y no hablo solamente de los faroles. El penthouse en el que me ubico ahora tiene la mayoría de las luces apagadas ¿Porque? Quizás se deba a que estoy completamente segura que no hay nadie que pueda traspasar las puertas de mi pequeño departamento, nadie puede irrumpir, y aquel que lo hiciera terminaría en dos situaciones, puede quedar muerto o en la cárcel. Cuando accedí a comprarme este departamento en la cima de la cima fue la mejor decisión que había tomado, la casa que tenía con Dimitri era lo más frustrante y vacío que tenía en mi vida además de él. Era tanto espacio que simplemente era abrumador, nunca sabias si realmente alguien estaba en casa o alguno vivía allí además de ti. Las largas jornadas de soledad dentro de aquella casa me hicieron salir corriendo a toda velocidad cuando tuve la oportunidad idónea, apareció y la tome como un pez al agua. Ahora me encuentro entre lo que cabe decir en mi cerebro, algo así como feliz, tengo guardias y seguridad cubriendo los costados, aunque es un simple decirlo. Pero, ante todo esto que está ocurriendo en esta suave noche desde mi perspectiva,  pero claramente agitada desde las calles  de Nueva York. ¿Quién soy yo? Mi nombre es Elle Russo, nunca utilice el apellido Kozlov de mi marido, bueno mi difunto marido. Su apellido me parecía de lo más abrasivo por no decir posesivo, él quería que todo mi ser como entidad completa le perteneciera, no le cedió el deseo, podía presentarme como su esposa trofeo, pero no usaría su apellido, no para engrandecerlo. Tengo 25 años recién cumplidos, hace un año que mi difunto esposo dejo de estar presente en el mundo de los vivos ¿Lo lamento? Es una pregunta algo retórica. Puede que delante de algunas personas si, puede que quizás, a lo mejor, detrás de todos no. Cuando el falleció en esa inmensa casa, tome la oportunidad de salir corriendo y ahora estoy aquí, en un departamento con habitaciones contadas mirando a la nada que se pierde entre el cielo, las luces y los edificios, pero aunque todo eso se refleja, lo único que me interesa es que puedo tener todo a la vista. Giro mis pies y marcho hacia mi habitación, sabanas blancas adornan la cama matrimonial, mi teléfono celular está ubicado en la mesa de noche a mi costado derecho por si algo requiere mi atención en urgencia, aunque aquello casi nunca pasaba. La mayoría de las personas sabían cuál era su puesto y el que no, lo empieza a entender un poco después. Mi albornoz es dejado a un lado cuando decido que es hora de tener mis horas de sueño, quizás me he pasado algunas pero eso no le afecta a nadie ¿Verdad? Aunque cueste creerlo la mayoría del tiempo paso hablando con mi propia mente ¿Tengo algún motivo? Sí. Mis parpados caen pesados cuando la televisión es encendida para llenar el espacio que queda vacío en aquella habitación, nunca la comodidad de tener tanto espacio libre.     El despertador suena junto a mi teléfono celular, mi mano pasa de largo hacia el despertador, mis ojos se  abren y lo primero que observo es el techo, paso a mi teléfono celular y obtengo un mensaje de Rubén.   -Necesito que me avise cuando esté lista- Rubén-   Dejo el teléfono a un costado cuando me doy cuenta que son las 8 de la mañana y en pocos minutos debería hacer acto de presencia en la empresa. Mis manos restriegan mi rostro y nos decidimos a dar un paso con el pie derecho para levantarme. Las sabanas son tiradas a un lado y mis pies dan con la alfombra color piel, es suave y aquello hace que mi inicio de mi día puede mejorar ya que estoy un poco sobre la hora. A paso rápido llego al cuarto de baño, me despojo de mi ropa y entro en la ducha, el agua caliente recorre mi cuerpo alejado de mi cabello, no pienso dejar que se humedezca, no me da tiempo para poder secarlo como se debe. Salgo cuando el jabón ya es quitado de mi cuerpo por el agua y me enrollo en una toalla color verde pastel. Amor el color verde, es el color de la naturaleza aunque al mismo tiempo no, aquello lo pude observar en uno de los tantos libros de lectura que me dispuse a leer en mis ratos de soledad en mi maravilloso matrimonio. Cepillo mis dientes, mi cabello rojizo está atado en un moño desordenado en la cúspide de mi cabeza, mis pecas se notan un poco más cerca de mi nariz y mis pómulos pero luego se pierden cuando está llegando a mi sien. Lanzo al lavado los resto de la pasta dental para luego quitar lo que resta tomando tragos de agua y volverlo a lanzarlo al lavado. Mis manos pasan por rostro y veo como mis labios gruesos están ligeramente rosados, tomo una de las toallas de mano cerca y quito lo que resta de lo empañado del espejo que ya no me deja ver mi rostro. Cuando me acerco lo suficiente para quitarlo todo me quedo mirando mis ojos, son azules, pero no azules cálidos aunque no sé si eso exista, son azules como el frio. El frio que recorre partes de mi cuerpo y mi propio ser, quizás antes era diferente pero, las personas cambian. Me doy una sonrisa y camino dentro de mi habitación nuevamente. Mi cuerpo pálido está siendo enfundado en una camisa de seda color blanco marfil, cuando salga a la luz lo más seguro es que el reflejo de la misma lo deje ver, una falta ligeramente ajustada esta en parte inferior apretando la camisa de seda, su color n***o hace un gran contraste, mis zapatos de tacón n***o hace juego con mi atuendo, pero salgo de mi mundo cuando escucho el toque a la puerta de mi departamento. El taconeo se hace presente en el living hasta dar con la puerta, observo por la mirilla y veo a mi mano derecha presente, niego y abro la puerta. Una sonrisa se perfila en sus labios –Señora Russo, buenos días- asiente en mi dirección y lo dejo pasar. -Hola Rubén, buenos días para ti también- lo veo asentir y quedarse de pie al lado de la puerta –Déjame termino de arreglarme y podemos irnos- termino de decir y el solo queda en silencio de pie cerca de la puerta. Mi taconeo se vuelvo de nuevo incesante hacia mi habitación en donde estoy sacando el maquillaje, coloco la base  y luego un poco de rubor, agrego un poco de sombra ligera y un labial rojo. Abro la puerta que da directo al closet y voy a la sección de sombreros. Tomo uno de mis preferidos y lo ubico en mi cabeza antes de salir de él y cerrar la puerta, tomo mi cartera y guardo mi teléfono en ella. Mi taconeo vuelve a resonar hasta llegar a donde Rubén, que por cierto sigue estatito. -Lista- digo, él mira mi sombrero y sonríe –Las mujeres malas siempre tienen uno- muerdo mi labio y el abre la puerta para dejarme salir. Lo veo pasarme mis llaves cuando él lo ha cerrado y estamos tomando el ascensor hacia el piso del estacionamiento en donde debería estar mi chofer ya listo esperándonos. Estamos en silencio mientras que el sonido de la música del elevador está llenando el espacio. Veo mi reflejo en el elevador y no me veo nada mal, alzo mi mano y muevo de forma experta el sombrero para no poder ver mi rostro. -Así no se logra mirar- escucho la voz profunda de Rubén a mi lado. -Es la ciencia, no dejar que nadie me vea- el asiente cuando he alzado mi sombrero para mirarlo a él. La puerta del ascensor se abre y sale el primero y luego me deja pasar a mí, el camino a mi lado y veo al chofer abrir la puerta. -Buenos días señora Russo- me dedica una sonrisa. -Buenos días para ti también, Richard- entro al auto y lo veo cerrar la puerta, Rubén se ubica en el asiento del copiloto junto a Richard y comienzan una suave charla. Salimos del estacionamiento tomando la vía principal directo hacia la empresa. ¿Qué empresa? Cuando Dimitri Kozlov murió todo fue una ola de problemas que nunca llegaron a mí, la viuda afligida, pero cuando se leyó el testamento yo estaba alejada de la multitud en la espera de la lectura, no quería levantar ninguna sospecha de algo referente a él me tocara, de igual forma supe que todo estaba a mi nombre,  una noche en esa casa fría en la que vivíamos el me lo había confesado. Ahora soy multimillonaria y dueña de Kozlov Automovile C.a Al inicio cuando salía con Dimitri estaba perdida en algunas áreas, agradezco la forma en que me incluyo en cada uno de sus proyectos, porque unos meses más tarde terminaría yo siendo la dueña de todo eso. Ahora el camino se vuelve conocido cada  mañana exceptuando los fines de semana, aunque siempre existe uno que otro día en el que mi secretaria con la mayor vergüenza del mundo termina por llamarme porque es necesaria mi presencia, algunas veces no termino de acostumbrarme. Esa mujer me tiene miedo y aun no entiendo el porqué. Mi teléfono suena dejando a la vista el mensaje de mi mejor amiga. Niego en dirección al teléfono cuando observo el texto.   -Necesito un rato con mi mejor amiga, Charles es un imbécil cuando quiere- SusanXO-   -Siempre lo ha sido, solo que nunca te diste cuenta- ElleR-   Le respondo lo más sencillo que puedo antes de guardar de nuevo mi teléfono celular cuando estamos llegando a la empresa. Veo como entran al estacionamiento y como luego de estacionar sale Rubén. No dejo que ninguno abra mi puerta y lo hago yo, ellos me miran con una ligera sonrisa. Creo que cuando pasas tanto tiempo rodeada de las mismas personas puedes llegar a crear un vínculo con ellas. -Ten un buen día Richard- me despido de él hombre que quito su gorra para colocarla en su abdomen. -Usted también señora Russo- le dedico una sonrisa y las puertas del ascensor privado se cierran dejándome al lado de Rubén nuevamente. -Aún se coloca nervioso- le comento a Rubén que ríe ligeramente. -Lleva la cantidad de tiempo suficiente para que no lo este, pero creo que ese tipo de situaciones suele suceder constantemente- me encojo de hombros y veo como luego de unos minutos la puerta del ascensor es abierta. Veo como algunas personas comienzan a caminar cada vez más rapido hacia sus áreas de trabajo, muchas de las personas que estaban casi trotando a sus cubículos me miran como si yo fuera el demonio andante. Puede ser por mi cabello rojizo y mis labios rojos, puede que parezca un demonio pero no, quizás soy el mismo diablo vestido de Ángel. Alzo mi ceja cuando llego a donde mi secretaria que esta tragando hondo. -No muerdo- susurro cuando estoy cerca de su escritorio y la mujer se había levantado de golpe cuando escucho mi taconeo –Buenos días Alexa- asiento en su dirección y ella abre su boca algo temblorosa. -Buenos días Señora Russo- niego en su dirección y abro la puerta de mi oficina y la cierra Rubén cuando ha pasado. La inmensidad de esta oficina siempre me ha dejado perturbada, es igual que la casa. Nunca entendí cuál era la necesidad de Dimitri de tener espacios tan grandes, cualquier persona puede esconderse en diferentes lugares solo para acecharte, pero creo que se debía a sus ganas de demostrar poder. Acecharte, que palabra tan fuerte. Dejo mi cartera en uno de los sillones y me ubico en mi silla principal. Rubén se sienta en el sofá de cuero mientras mira hacia la biblioteca. -Si quieres leer algo hazlo, si quieres salir hazlo- digo con una sonrisa, el asiente y se levanta. -Necesito comprarle un regalo a mi sobrina- su voz es más grave de lo que suelo escuchar en los hombres, puede que lograra ser un gran locutor, no sé porque nunca lo intento, tampoco se lo he preguntado. Giro mi silla y veo a la ciudad delante del gran ventanal, sin embargo esta ventana es la que compensa la inmensidad del lugar, es como estar prisionero y al mismo tiempo oler la libertad. Una locura. -¿Has pensado en algo que le pueda gustar a tu sobrina?- giro mi silla hacia su dirección y él asiente en mi dirección mientras toma uno de los libros de la gran estantería. -Quiero darle uno de esos coches que se mueven- hago una mueca con mis boca y ríe. -Sería un regalo interesante ¿Qué más?- vuelvo a preguntar mientras acerco mi mano a encender el ordenador. Abro uno de los cajones y saco varias carpetas. -Una muñeca y unos libros de colorear- termina de decir cuando está hojeando un libro para volverlo a ubicar en el mismo lugar exacto en donde estaba antes. -Regálale todo, cuando no quiera jugar con algo tendrá opciones- me encogí de hombros antes de desviar la mirada desde el ordenador hacia el que estaba mirando detrás de mí. -Si también lo considere, pero mi hermana no quiere que la consienta tanto, lo que me parece absurdo porque es mi primera sobrina y además de mi única hermana, creo que aquello es imposible de no hacer- confiesa acercándose al gran ventanal. -No te reprimas, sé que ella te lo agradecerá en algún momento- me levanto de mi asiento, quito mi sombrero, lo dejo en el escritorio y me giro para mirar hacia donde él. Llevo mi mano hacia su hombro y apretó confortante –Eres un gran tío- asiente en la inmensidad, se gira y camina hacia la salida luego de que me he sentado y vuelvo a mis documentos. -Nos vemos luego Señora Russo- veo en sus ojos un destello y asiento en su dirección. Rubén es un hombre latino que hace vida en  estados unidos y además es mi mano derecha, ama a su familia como si no existiera nadie más en el mundo. Siento el toque en mi puerta, no tardan en abrir cuando no hay respuesta de mi parte y puedo observar como la cabeza de Alexa es asomada sutilmente. Inclino mi cabeza en busca de una respuesta a su presencia y creo que sus mejillas enrojecieron con solo mirarme. -Su amiga ha dejado un mensaje- hago una mueca cuando ella deja un papel en mi mesa. -¿Susan?- pregunto y ella asiente en mi dirección -¿Algo más?- vuelvo a preguntar, la veo asentir y sacar de sus brazos un sobre amarillo tamaño carta. -Se necesitan sus firmas en estos documentos, son del área de marketing digital- la escucho hablar y asiento en su dirección. -¿Sobre qué?- vuelvo a preguntar mientras muevo el mouse para abrir unas carpetas en el ordenador. -Necesitan su aprobación para poder comenzar con una de las campañas digitales- asiento en su dirección. -¿Hasta cuándo tengo tiempo de fírmalo?- vuelvo a preguntar pero ella me mira interrogante –No es solo una firma Alexa, debo por lo menos leer el documento- la veo soltar un suspiro y asiente. Abro el sobre  y alzo mi mano para que ella detenga sus pasos fuera de la oficina, saco los papales y comienzo a leer a paso rapido lo que va diciendo sobre el nuevo proyecto. Para mí no era gran cosa, pero si ellos sabían un poco más del área y aquello traía aún más compradores  estaría bien, aunque aquello fuera en minoría, incluso era bueno. Abro el cajón cuando estoy terminando de leer el quinto papel tamaño carta y saco una de las plumas. Le quito la tapita que posee y coloco mi firma en donde aparece la raya. -Listo, puedes llevarlo a Marketing o pide que lo busquen- sonrió en su dirección –Y Alexa-la llamo y ella se gira antes de salir –No muerdo- ella asiente con una sonrisa y termina saliendo de la oficina, niego mirando de nuevo el ordenador. Giro mi silla y antes de hundirme en lo que es firmar y llenar papeles observo la ciudad por le mañana. El peligro siempre acecha, no importa que hora del día pueda ser. Él siempre está presente, es como si nunca durmiera. Me vuelvo a girar y abriendo las carpetas que estaban encima de mi escritorio vuelvo a hundir la pluma para firmar. Sería un día agotador, pero nada que no me haga disipar lo que viene.  
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