Los hijos del rey

1387 Words
En menos de 48 horas, toda la familia estaba en el castillo, todos desconcertados por la noticia y el dolor se había extendido entre los hermanos. Amir llevaba tres días sin pronunciar una sola palabra, Zair intentaba reconfortar a su hermano menor y a su hermana, pero sin éxito. Farah estaba organizando el funeral como si fuera el evento más importante de su vida. Eleonor recibía visitas y el rey y sus hijos tenían una reunión justo cuando la casa se llenaba de personas que culpaban a Eleonor porque uno de sus hijos había decidido quitarse la vida. —Eleonor —la llama su hermano. —Leonor —insiste Cash, ella toma una bocanada de aire y pone su mejor cara. —Eleonor, ¿quieres un té o algo así? —No, solo quiero que todo termine. —¿Sabes, tía E, a Sergio y a mí nos encantaría un poco de ayuda con la bebé? ¿Por qué no vienes y nos acompañas? —Claro, me encantaría —dice con una sonrisa más sincera. Ella besa a su sobrina y la abraza, no puede ocultar la sensación de tristeza. Isabela no la suelta, su sobrina la abraza de la misma manera, con todo el amor que se tienen la una por la otra. Isabela ve a su esposo inclinarse al nivel de sus primos pequeños, les da un abrazo y los dos sonríen, le dan un abrazo y ve las lágrimas de Amir. —¿Qué podemos hacer para que no estén tan tristes? —pregunta Carrick. —Podemos trasladar el funeral al desierto, podemos llevarlo a Mainvillage y hacer lo que nos dé la gana. —Sí, ¿de qué sirve el dinero si no lo vamos a usar? —Es una tontería, el funeral es una estupidez, es la persona, es no haber podido hacer nada. Lo único en lo que pienso es en todo lo que vivimos mis hijos y yo durante los últimos meses, especialmente Max, y todo lo que hice mal, no... —Eleonor no dice nada más, suelta a su sobrina, le da un beso en la mejilla, le acaricia el brazo y se aleja. Los siguientes tres días son terribles para la familia. Incineraron a Maximiliano, oraron y lloraron juntos en busca del perdón que tanto buscaba el joven. La mitad de la familia se fue después de ocho días de constantes discusiones y dolor, solo los hermanos Burwish se quedaron esperando una solución para su hermana. Los cuatro hombres eran conscientes de que su hermana era una mujer valiente, fuerte, una madre amorosa y abnegada. Sin embargo, a medida que pasaban los años, una parte de ella desaparecía, todo por el amor de su vida. Carrick fue el primero en entrar a la oficina del rey sin anunciarse y sin esperar, porque le preocupaba el bienestar de su hermana. —Buenas, caballeros —saluda Isam. —¿Qué ocurre? ¿Por qué asaltan mi oficina? —Vengo a hablar sobre Leonor. —Jack, tú tienes algo que decir —pregunta Isam a la expareja de su esposa. —Podría parecer que no me incumbe, pero desde que soy el padre del primogénito de tu esposa, ella y yo somos familia hasta el día que muera —responde. —¿Qué quieren? —Queremos que invites a Leonor y a los niños a tomar unas vacaciones. Ella se negará, y entonces propondrás que vengan a Mainvillage. Nosotros nos encargaremos del resto. —Carrick, tu hermana es mi responsabilidad. —Yo soy mi propia responsabilidad —dice Eleonor, y los seis hombres se giran para verla. —Me iré. No quiero estar en esta casa. Tengo que velar por lo que es mejor para mí. Tú le hiciste una promesa a tu hermano, tú tienes un reino y mis hijos no tienen nada que ver. Me llevaré a los niños, a Farah y a Lorenzo. Los otros dos definitivamente son tuyos. —Eleonor...—intenta decir su esposo, pero sus hermanos aplauden la decisión. Isam golpea su escritorio con fuerza. —Se van ahora, tú te sientas y me escuchas —Sus cuñados cruzan los brazos y su esposa también. El tono de voz de Isam cambia cuando suplica. —Por favor. —¿Pueden salir todos? —pide Eleonor, mirando suplicante a Carrick, Barth, Carlo y Edmund. Sus hermanos mayores parecen no estar dispuestos a salir. Edmund, su hermano pequeño, le da un beso y sale de la oficina, ya que es el primero al que no le importa que se metan en su vida. Carlo besa a su hermana y le recuerda que siempre tiene una familia dispuesta a hacer todo por ella y por sus hijos. Eleonor ve a su expareja, con quien tiene una relación de respeto y amistad, y que debería estar atendiendo a sus hijos y su esposa en lugar de estar vigilándola. Ella sabe que entre los tres que le quedan, el único que puede manipular es Jack Foster. —No sé de qué va este matrimonio, Eleonor, y sé que todas las niñas sueñan con ser princesas cuando son pequeñas, pero a mí me parece que estás casada con un agresor —grita Barth. —Te juro por Dios que si te ha tocado, lo mato. No me importa ir a la cárcel aquí o en China. Eleonor es mi hermana. —Están acorralando a mi marido. ¿Esperas que use un tono romántico para hablarte? —Yo les prometí a mis papás que cuidaría de ustedes cuatro —dice Cash. —Especialmente de ti, Eleonor. Mis papás estaban preocupados porque no eras feliz desde hace tres años cuando murieron, y he pasado una semana aquí y tu hijo no habla, tu otro hijo llora a escondidas, y tú no dejas de culparte por cosas que no te corresponden. Me duele recordarte, pero este es el hombre que te dijo que no eras suficiente para ser su reina. —Salgan los tres de aquí, por favor —insiste Eleonor. —¿Por qué no les damos la oportunidad de manejar su vida familiar? —comenta dudoso Jack y empuja a los hermanos de su ex. Elías y Kamal entran a la oficina y ven a los hermanos de su tía molestos. Son hombres grandes y musculosos, con un carácter bastante fuerte. A Elías le encantan los tíos Burwish porque siempre dicen lo que piensan de su padre y le mantienen los pies en la tierra. El rey se pone de pie. —No podrían haber elegido un mejor momento. Eleonor se va del reino y yo me voy con ella. —Entonces, ¿a favor de quién te inclinas? —pregunta Elías y ve a su hermano con una sonrisa. —Ustedes dos son la peor representación en la familia. El primero que arregle sus desastres será el que herede el reino. Pero quiero que entiendan: el próximo rey debe ser esposo, padre y tener proyectos para este país. Si no lo arreglan, encontraré otro heredero —¿Otro como Farah o Lorenzo? —pregunta Kamal. —Aslan, mi primo. Los hermanos comparten una mirada en busca de respuestas y toman los sobres con sus nombres del escritorio de su padre. Los príncipes salen de la habitación y caminan juntos por el pasillo. Kamal señala a su hermano. —¿Qué hay en tu sobre? —El montón de escuelas que he construido con mis propias manos. —No sé si te enteraste, pero esto es una carpeta de errores, Elías. —Yo no cometo errores —se defiende el menor de los hermanos, y el otro ríe, soltando una carcajada impresionante, casi contagiosa. —Esto se trata de indiscreciones. Él quiere que lo arregles, sea lo que sea que haya ahí. —Entonces se equivocó de sobre, no puedo tener fallas más grandes que tú. —Elías, solo tú crees que eres perfecto. Kamal se detiene frente a la puerta de la antigua oficina de su padre. Saca las llaves de su pantalón, abre la puerta e invita a su hermano a entrar. Elías suspira. Está a punto de irse cuando escucha el sonido de un papel rasgándose. Kamal quiere saber cuáles son sus pecados, así que se dirige a la silla de su padre y saca una carpeta bastante gruesa.
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