Todo por el reino

El sobre de Kamal

Kamal, diez años antes.

El heredero al trono de Tierra del sol estaba acostado en sobre la arena rosada de Creta. Era un milagro que le permitieran tomar unas vacaciones solo, en paz. Había recibido una herencia por parte de su abuelo materno, lo suficientemente grande como para iniciar un negocio, pero no tenía idea de qué hacer exactamente.

El joven abrió los ojos y vio un barco a lo lejos acercándose. También observó un yate con mucha gente a bordo divirtiéndose, un poco más cerca. Kamal no había sido feliz desde que perdió a sus padres. Recordaba aquel momento en el que iban al médico porque su hermano tenía cólicos y él insistió en acompañarlos. Su madre le dio un beso en la frente y le dijo cuánto lo amaba.

El chofer insistió en llevarlos, pero su padre se negó. Creía que ser un buen rey significaba ser un mejor padre, y no le gustaba la idea de que su esposa fuera al médico sola, mucho menos que los llevaran en asuntos familiares. Su padre le puso la mano en el hombro.

—Papá, puedo aprender a conducir —dijo Kamal.

—Cuando seas un poco mayor.

—¿Cuánto mayor?

—No sé, quince.

—Aquí es muy peligroso. Podrías aprender a los dieciocho.

—Mamá, pero si tú conduces, yo definitivamente puedo conducir —respondió Kamal. Su padre hizo todo el esfuerzo por no reírse ante la indignación de su madre.

—Maximiliano, necesito a un médico para su barriga y a ti para tu cerebro. ¡Kamal, hazme el favor! Modernízate y sobre todo edúcate. Eres tanto mi responsabilidad como la de tu padre. No solo yo estoy obligada a hacer las cosas —dijo mientras le jalaba la oreja. Su esposo finalmente rió y ella los animó a irse antes de que su hijo pequeño muriera de dolor.

Su madre quiso acomodar la silla, por lo que le dieron al bebé a Kamal, quien acarició la barriga de su hermano y este soltó un pedo grandísimo. Su padre y su madre escucharon al bebé.

—Mamá, ¿por qué no le limpias el pañal?

—¿Kamal? —su madre lo miró indignada.

—Vamos a cambiarlo nosotros adentro.

—No, gracias.

—Lo cambiaré yo, pero el sermón es el mismo, hijo. No seas machista. Es una cualidad horrible en un rey.

Kamal sonrió cuando una ola estalló contra la arena. Vio a unas niñas pequeñas jugando cerca de la orilla y buscó a sus padres con la mirada, pero no encontró a nadie. Solo vio a una de las chicas meterse al agua y se asustó. Kamal se puso de pie y fue hacia donde estaba la otra niña, preguntándole si sabía nadar y dónde estaban sus papás. Pero la niña no respondió.

Kamal vio el agua y notó que la pequeña luchaba por mantenerse a flote. Nadó hacia ella tan rápido como pudo. Había llegado muy profundo en poco tiempo. El joven la llevó cargada hasta la orilla, y sus padres aparecieron, preocupados. Kamal quiso gritarles, pero se contuvo y evitó hacer comentarios sobre la paternidad responsable, porque primero, él no era un padre, y segundo, no le saldrían cosas agradables de la boca. Kamal vio a la niña que le agradeció por ayudarla. La pequeña estaba lo suficientemente asustada como para que él asustara a sus padres.

Lo más importante en Grecia no era ser un príncipe, así que regresó por sus cosas. Cuando lo hizo, vio a una joven de cabello largo, busto generoso, cintura pequeña y unos ojos azules enormes. Ella estaba vendiendo pulseras y él simplemente la miró, embobado.

Kamal la saludó en inglés y ella respondió de la misma manera.

—¿Compro todo y pasas el día conmigo? —propuso optimista.

Él sacó un fajo de billetes de cien dólares. Cuando iba por seiscientos, ella tomó su mano para detenerlo. Kamal la miró a los ojos y ella preguntó:

—¿Cómo te llamas?

—Kamal.

—¿Y qué quieres exactamente?

—Sexo.

La joven sonrió por la claridad. Muchos hombres mentían, se inventaban historias largas y complejas, conquistas innecesarias. Kamal parecía el tipo de hombre que siempre conseguía lo que quería. Tenía dinero, era guapo y había tenido sexo con muchos perdedores.

—Okay...

Kamal recogió sus cosas y se dirigió hacia su auto. Selene lo miró divertida, tomó su mano y caminaron juntos por la playa hasta encontrar el carro que había comprado. Ella abrió la puerta trasera y Kamal le preguntó si no quería acompañarlo al frente. Selene se quitó la parte de arriba de su vestido de baño y se la regaló a Kamal. Él quedó embobado mirando sus gloriosos pechos bronceados. Con una sonrisa seductora, Kamal se apoyó contra la otra puerta, se quitó sensualmente las sandalias y notó que las uñas de los pies de Selene estaban pintadas de rojo, haciendo juego con las de sus manos. Ella desabrochó sus shorts y dejó al descubierto su ombligo. Kamal la miró desde la puerta y sonrió, acercándose un poco más. Selene levantó las caderas para quitarse los shorts y la parte inferior del vestido de baño.

—Me encantaría negarme, pero lo tienes todo depilado y bronceado.

—Paso unas cuantas horas al sol —comentó la joven, a lo que él sonrió.

—Eres increíblemente hermosa.

—Dicen que lo tengo apretado y sé moverme.

—Seguro que sí.

—Sexo, querías sexo.

—Aquí en la playa, en público.

—Sí, desnúdate, Kamal.

Él sonrió y acarició uno de sus dedos del pie mientras sacaba un preservativo de su bolsillo y lo lanzaba al regazo de la chica desnuda. Los dos compartieron una mirada mientras él se bajaba los pantalones. Selene sonrió y Kamal le tomó de las piernas. Ella rompió el empaque con los dientes y le ayudó a colocarse el preservativo. Kamal acarició los pechos que la habían deslumbrado, y ella sonrió al sentirlo dentro de ella, ya que ninguno de los dos necesitaba más juegos preliminares.

La polla gruesa entraba y salía de ella, el hombre grande y musculoso que se agarraba de sus senos mientras gemían y sus caderas se movían rítmicamente. La lengua que se deslizaba lentamente sobre su cuello la enloquecía, y para ponerle el broche de oro, los dedos de Kamal. El hombre que no sabía su nombre, pero estaba decidido a ofrecerle un orgasmo intenso, y después otro, y otro más, porque no quería separarse de la mujer que gritó su nombre a los cuatro vientos mientras llegaban juntos al clímax.

¿Quieren saber todo lo que había en el sobre del príncipe Kamal? Maratón más tarde, así que estén pendientes y comenten.