Selene la que reza

1151 Words
Kamal diez años antes Kamal había estado muy dedicado a sus negocios el resto de la semana, pero tenía otros intereses, por ejemplo una casa, no quería desperdiciar su tiempo en un hotel. No le gustaba la falta de privacidad y el no saber quién había dormido en su cama con anterioridad le mataba, la dormida no tanto, el sexo que guardan los colchones de hotel puede llegar a ser lo más asqueroso, sobre cama o no. El joven estaba desayunando junto a su asesor, el cual le dio una mirada de advertencia, Kamal le conocía todos los gestos, pero le encantaba verle explotar de enojo, así que continuó fingiéndose estúpido. —Kamal, la chica con la que estabas teniendo sexo en la playa. Selene le pagué, y espero... —Oh, ¿era una puta?—pregunta con fascinación. —No. Era una joven, local, necesitada de dinero a cambio de silencio. Es mesera, Kamal. Y usted un príncipe, no deberías estar teniendo sexo en lugares públicos su majestad. —Entiendo. ¿Por qué le pagaste entonces? —Sé que tu tío te está consintiendo, pero serás rey algún día y espero que en las noticias no haya cien testimonios de mujeres con las que tuviste sexo. ¿Te imaginas la señora casada, comprometida o niñata? —Mi vida s****l y amorosa, son exclusivamente mías. —No tienes privacidad, tu vida es del pueblo, has el bien ahora ¿Por qué necesitas una casa aquí y otra en Atenas? —La de Atenas será mía y quiero que tenga todas las comodidades. La de acá sencilla, en una ubicación cómoda, bonita, privada y amplia. —Esta es tu casa chica. —Exacto. —¿Para ella o para...? —Para nosotros—Responde y continúa desayunando. El príncipe ve al niñero que su tío ha contratado y sonríe. El hombre experimentado en caprichos y desastres no dice nada, Farouck sabe que los hombres tiene que aprender una lección, sobre las mujeres jóvenes, guapas, calientes y deseosas de dinero. Lo que pasa es que Kamal sabía la verdad absoluta, porque era su verdad. Él quería pasar tiempo con Selena, no solo porque fuese fantásticamente buena follando, sino porque no le importaba si era un rey, un hermano mayor, si tenía dinero o cómo iba a utilizarlo, él solo estaba interesada en divertirse y en su afán hacía las cosas más llevaderas para él. Su tío siempre les dice: el hombre siempre quiere de lo que carece. Selene no se mostró herida cuando el hombre la llevó a la parte trasera de su restaurante, el pueblo siempre estaba lleno de turistas, con personal que se tomaba atribuciones en nombre de sus jefes. Kamal le había hablado de verse de nuevo justo antes de dejarle unas cuadras antes de su casa, y besarle como nunca antes, le habían besado, sin embargo; había entendido que acercarse a su puerta ocasionaría toda una discusión con sus padres. Le parecía raro todo esto. Que enviara a su mano derecha cuando ella ni siquiera sabía su apellido, pero Kamal podía ser un hombre casado y en cuanto le mostró la suma de dinero por algo que no planeaba anunciar debido a que su padre le mataría por andar de calenturienta, sus padres aún creían que ella era virgen. Si supieran que su vecino y ella de vez en cuanto hacen más que mirarse a los ojos y suspirar, lo entenderían. La joven decidió firmar y aceptar mantenerse en silencio eternamente. Le pagó dos mil dólares por sus servicios sexuales y le insistió a firmar un acuerdo de confidencialidad. Ella decidió la casa, darle el dinero a su madre y decirle que era un milagro. Alguien había dejado dinero tirado. —Hija, pero es robar. —No, mamita, estaba en la orilla. Yo venía caminando y lo encontré. —¿Si es de drogas? —Mamá, no tiene sangre—insiste la joven. —Mami, necesitamos el dinero, necesitamos esto mamá. Dios lo está enviando del cielo. —Selene, dime la verdad, no hiciste nada malo—pide su madre mirándole a los ojos, la joven se siente un poco mal antes de mantener su sonrisa. —¿Nada ilegal, inapropiado, s****l o violento? —Mami, no hice nada más que salir a caminar. Vamos a pagar las dos cuotas de la hipoteca. Vamos a comprar comida del mes y no le diremos a papá. Su madre tomó las manos de Selene y sonrió, le pidió que oraran. Las dos mujeres fueron a la habitación de Selene, cerraron la puerta y su madre sacó de la cama a una hermosa virgen maría que fue de su abuela. Su papá no era católico, no era religioso, así que no permitía que en la casa hubiera estatuas, le parecía una estupidez, Alana, su esposa se lo pasaba por el culo cada qué Dios les sonreía, porque los últimos meses habían sido demasiado estresantes. Habían tomado una segunda hipoteca en la casa para salvar el restaurante que no despegaba, lograban juntar una cuota al mes que les salvaba del embargo, pero los había unido, a ella y a sus cinco hijos, sobre todo a ella y a Selene, a quien en algún momento creyó perdida por fiestera y fantasiosa. Su hija creía que algún día se iría lejos y no regresaría, sino en vacaciones, su madre a veces temía porque lo hiciera con uno de esos hombres ricos que paseaban por la playa, y lo que más le horrorizaba era que la joven no terminara teniendo una vida decente y acabase muerta. —Gracias porque nunca nos fallas, tú sabes cómo he orado para saldar esa deuda y aquí estás mostrándote de una forma milagrosa, pagaré las tres cuotas y guardaré el dinero para algún día oscuro. Gracias, señora. Gracias. Te agradezco por mi marido, mis cinco hijos y mi nieto, pero sobre todo por mi hija Selene, porque siempre nos apoya y es cada vez más consciente de la vida. Amén y amén. Selena pensaba darle los seiscientos que le quitó a Kamal, pero después de ese comentario decidió seguir ahorrando y rezando para que dios le encontrara ese marido excesivamente rico que le haría excesivamente feliz y dejaría su madre con la boca callada. —Mamá, traje, comida—grita su hermano y las dos sonríen. Las mujeres salen de la habitación y se encuentran a Alexis con unos pescados en la mano y a su lado de a Apolo. —Dios te respondió, hija —murmura su madre mientras le peina el cabello con los dedos. —Vi tu cara de “estoy rezando por un hombre”. —Mamá, estoy rezando por un hombre, no por un niño. —Ese niño tiene mucho dinero de sus padres que tienen un montón de restaurantes, así que sonríe —murmura su madre y ella le da una mirada seria.
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